[Crítica] «Limpia»: Una traslación conservadora y demasiado literaria

Sin restarle méritos a los logros del diseño y de la realización escénica, la iluminación y la composición musical, además de la excelente dirección de actores que se le agradecen como una cualidad de su trabajo (y sello) a Alfredo Castro, la dramaturgia de este montaje peca de una trunca y poco profunda reflexión a la hora de convertir la acción y las emociones de la obra novelística de Alia Trabucco (difícil de por sí), en la simpleza y la evidente tensión, propias de un lenguaje o semántica, de ese veraz fingimiento, tan caro al «engaño» teatral.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 3.4.2024

Ya sea por merecimientos propios o de propaganda ajena a sus esfuerzos, la abogada y doctora en estudios latinoamericanos, Alia Trabucco Zerán (1983) es la escritora chilena del momento, y otra obra suya, su libro de ensayos Las homicidas, por ejemplo, se encuentra por estos días en un proceso de realización cinematográfica a cargo de la mediática directora nacional Maite Alberdi Soto.

En ese sentido, podríamos hablar de un estreno teatral bastante esperado desde que se anunciara su puesta en escena a comienzos de este año, y el entusiasmo y la concurrencia al mismo, no dejan de atestiguarlo. Más aún si la conducción artística del montaje se debe al nombre de Alfredo Castro Gómez, uno de los mayores directores del género con que cuenta el circuito local, pese a su sobrevalorado desempeño como actor en el formato audiovisual, gracias a su inclusión en los filmes del realizador Pablo Larraín.

Pues bien, si uno espera una traslación audaz y algo atrevida de la novela Limpia, las expectativas se verán decepcionadas, ya que la reflexión dramática que subyace en su arribo al nuevo género (el teatro) se aprecia truncado por la escasa elaboración representativa de la misma, más allá de un par de monólogos (interpretados por Paola Giannini y Álvaro Espinoza), que solo proyectan la incapacidad de formular hacia un nuevo lenguaje la riqueza interior o emocional transparentadas, y subyacentes a la ficción concebida por Trabucco.

Las actuaciones principales son muy buenas (y donde pese a la mayor gravitancia de uno y otro rol, estas se demuestran a un nivel interpretativo «parejo»), la puesta en escena y la construcción del espacio diegético, como siempre, una de las mayores virtudes estéticas y creativas de Castro.

Pero, si nos referimos a la mal llamada adaptación de una novela —como en esta oportunidad— solo surgen la reiteración de un leit motiv (la relación entre señores y siervos) y de pasajes agotadores y hasta de agobiante literalidad, que se esperaban reemplazados o reinventados, por las acciones de los intérpretes y de los conflictos particulares, emanados de su interacción artística arriba del escenario.

 

En una letanía descriptiva

Así, la Limpia de Castro es una rescatable producción escénica, pero una precaria traslación teatral, y una obra dramática que subsana sus problemas argumentales o de guion reestructurado en un novísimo formato, apoyándose en esos elementos accesorios, que unidos en el conjunto, terminan por construir un espectáculo de «tablas», que logra disimular una desmedida extensión cronológica, y la cual más encima, pese a su largo preludio, desemboca imprevista y hasta con imprecisión literaria —si es que consideramos las claves cardinales del título original de Trabucco—, en especial su final que apela a la historicidad y a los significados simbólicos e interpretativos de su ficción.

En efecto, durante el transcurso diegético del montaje, la puesta en escena de la obra, más allá de los artilugios técnicos anotados, entrega la sensación de transcurrir en una letanía descriptiva inherente a un texto literario (monólogo), y donde las excesivas intervenciones de esas características, tanto del personaje de Paola Giannini como del abordado por Álvaro Espinoza, se desenvuelven bajo esas prerrogativas de lo extático y lo fragmentado. Dicho en otras palabras, que en su desarrollo dramático no ocurre «nada», y que devela, de paso, un problema de esa intensidad psicológica expresada en los cánones de una verbalización intrascendente y opaca.

Sin restarle méritos a los logros del diseño y de la realización escénica, de la iluminación y de la composición musical, además de la excelente dirección de actores que se le agradecen como una cualidad de su trabajo (y sello) a Alfredo Castro, la dramaturgia de Limpia peca de una frustrada y poco profunda especulación a la hora de convertir la acción y las emociones de la obra novelística de Trabucco (difícil de por sí, se insiste), en la simpleza y en la evidente tensión —y confrontación—, propias de un lenguaje o semántica, de ese fingimiento veraz tan caro al «engaño» teatral.

Con todo, el sentimiento escénico que aquí se atestigua, deriva en un misterio que omite la complejidad del retrato comunitario «chileno», para diseccionar un encuadre quizás un tanto estereotipado de las relaciones humanas entre los que mandan y quienes obedecen por obligación o de mala gana, esas imprecaciones fundamentadas en el poder del dinero y de la autoridad socialmente reconocida, sin considerar las huellas (y las contrariedades) de cualquier vínculo afectivo entre las personas, como afirma la misma Estela (Paola Giannini).

Las funciones de Limpia se extenderán hasta el próximo día sábado 27 de abril, de miércoles a sábado, siempre a las 19:30 horas, en la sala del Teatro Nacional Chileno (Calle Morandé 25, Metro Moneda, Santiago Centro).

 

 

 

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Ficha artística:

Puesta en escena: Alfredo Castro | Autora: Alia Trabucco Zerán| Asistencia de dirección: Víctor Valenzuela | Adaptación: Paola Giannini, Víctor Valenzuela y Alfredo Castro | Diseño escenografía: Nicolás Zapata | Realización Escenográfica: Ricardo Gutiérrez | Diseño de vestuario y utilería: Zorra Vargas |Diseño de iluminación:
Paulo Letelier | Composición musical: Miguel Miranda |Elenco: Paola Giannini, Taira Court, Álvaro Espinoza, Teresita Ríos, Djure Gasic, Benjamín Muñoz | Producción: Maritza Estrada.

 

La realización escénica es el mejor atributo del montaje «Limpia», que se inspira en la novela homónima de Alia Trabucco Zerán

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Ramiro Contreras – Fundación Teatro a Mil.