Este enorme trabajo de investigación literaria realizado entre marzo de 2016 y abril de 2024 por el autor chileno Edmundo Moure Rojas, corresponde a una fresca acuarela —la cual sabe mezclar en sus colores y en su paisaje—, hechos históricos con el recuerdo de arriesgadas jornadas de fervorosa intimidad cotidiana.
Por Omar López
Publicado el 12.7.2024
Resulta curioso todavía hoy que en las batallas callejeras ocurridas a partir de octubre 2019, una casa ubicada en la breve y señorial calle Simpson 7 y que además luce como señal el título de Casa del Escritor no haya sido quemada, herida o atacada como le ocurrió, a dos edificios equidistantes en la misma vía.
Y considerando además, que en esta zona quemaron el único museo Violeta Parra y también sufrió igual suerte la biblioteca comunal en el Parque Bustamante, es como para deducir que hubo un respeto instintivo o tal vez, contrariamente, más bien indiferencia porque para cierta masa vegetativa los escritores somos multitud de ceros a la izquierda.
Me inclino por la primera opción porque nuestras letras chilenas tienen grandes e inolvidables maestros de resonancia nacional e internacional. La propiedad citada pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) y aparte de presentar una arquitectura digna de su misión, es sin lugar a dudas, un mundo de enorme riqueza intelectual, creativa, histórica, política y social aunque, en la práctica, no lo parezca y más aún, la mayoría desconozca su existencia. Sin embargo, dicho mundo literario vive, respira, sueña y trabaja en función de la cultura.
Un habitante activo, empapado de letras, versos y compromiso con nuestra entidad es Edmundo Moure Rojas (1941): poeta y cronista, novelista y cuentista, investigador e historiador en función de su estirpe gallega y gran gestor de múltiples iniciativas precisamente, para encender el muchas veces alicaído ejercicio de pensar y de reír o tan solo el arte de conversar y de compartir a partir de nuestras semejanzas o nuestras diferencias en sus infaltables tertulias de los días lunes ya sea en nuestra sede o en otros espacios.
Su producción a la fecha, consta de quince libros publicados en Chile, entre 1981 a 2018 y otros diez libros publicados en Galicia entre 1986 y 2018. Además de colaboraciones en otros medios e incluso director de un programa cultural en la desaparecida Radio Sudamérica de nuestra capital.
Y bueno, haciendo costumbre de su incansable labor de investigador y explorador de actos, hechos o personajes, Edmundo nos entrega por estos días una obra dedicada en cuerpo y alma o más bien dicho en hojas y palabras a los misterios, los ritos, los secretos, las anécdotas, las semblanzas y la humanidad de múltiples y reconocidos personajes que en su inmensa mayoría habitaron o visitaron o continúan presentes en la Casa del Escritor.
Una fresca acuarela
Ha titulado Moure esta nueva publicación, La casa escrita y creo que el título refleja certeramente la naturaleza de su contenido y de sus protagonistas.
Asimismo, me ha parecido, una obra magnífica: tiene, entre sus páginas ese eco de verdades inobjetables que posee cualquier organización dedicada al arte o como es el caso, a la literatura y el autor expresa con genuina humildad y asertivos comentarios todas y cada una de las «fotografías también escritas» que página a página nos va presentando.
Es un libro para abrazarlo con cariño de poeta o con imaginación de niño grande. Es, por otra parte una obra que posee el encanto de la agilidad y el interés por el otro, ese otro que alguna vez topamos de pasada o supimos que un día X, había muerto.
La amplia galería de escritores y de otros personajes es bastante numerosa donde conviven grandes y chicos, famosos e ilustres desconocidos para quienes suelen vivir entre las cuatro paredes o la jaula de la actual robotización existencial.
El autor apuesta con conocimiento de causa por la graciosa convivencia de vivos y muertos en nuestra casa escrita, hecho que de todas maneras reafirma la poética de este espacio: porque es posible que sea la persistencia de una memoria rebelde y honorable con nuestros antecesores de la generación del 38 o la imperativa generación del 50 o también, una recaída en bloque del Grupo Mandrágora o aquel Taller Sech 81 convocado en marzo de ese año por el poeta Jaime Quezada.
La verdad es que este enorme trabajo realizado por nuestro buen profesor Edmundo Moure entre marzo de 2016 y abril de 2024, es una fresca acuarela que sabe mezclar en sus colores y paisaje, hechos históricos ocurridos en los negros años de dictadura con elocuentes y a veces, arriesgadas jornadas de resistencia o solidaridad con sus víctimas.
Y por otra parte, el libro nos instruye de manera muy cortés y amable y yo diría hasta con modestia, sobre el enorme valor de ser consecuente, de ser intransigente, de ser leal con sus convicciones humanistas y artísticas, con fina vehemencia y digno respeto.
Moure sabe lo que dice y sabe cómo hacerlo. Lo primero con simpatía innata y lo segundo, con inteligencia. Y de eso, estamos en nuestra condición de lector, muy agradecidos.
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Omar López (Santiago, 1955) ha publicado dos libros de poesía, Malas costumbres ( 1990 ) y Tocar su piel (2018).
Imagen destacada: Edmundo Moure Rojas.