[Ensayo] «El amor de los caracoles»: Profundas definiciones acerca del significado de la vida

En la nueva obra de ficción del escritor chileno Juan Mihovilovich, temas importantes son la pobreza y la riqueza, la magia negra versus los sanadores, la naturaleza omnipresente, las pasiones humanas, la necesidad del perdón, las consecuencias de los actos, en tantos núcleos argumentales que aborda el autor, pero siempre desde un punto de vista hondamente existencialista.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 10.9.2024

Conocí a Juan Mihovilovich Hernández en 2013, en la misma librería donde acaba de lanzar esta última novela. Ambos publicábamos en Simplemente Editores y Mónica Tejos me invitó a la presentación de El asombro.

Fue una ceremonia íntima en comparación con el presente lanzamiento de mayor concurrencia. No lo había leído, pero él ya era un escritor de trayectoria. Fue particularmente amable conmigo y con mi señora —la inolvidable Magdalena—, y su vozarrón anunciaba cierta profundidad de carácter.

En aquella novela, la anécdota estaba ligada a ese sacudón milenario que lleva a un hombre a casi abrazar la muerte en medio de la oscuridad. Narraba la experiencia del terremoto de 2010 en el poblado de Curepto donde las oficiaba de juez.

Una experiencia que marcó su vida y no me parece casual que Juan comenzara su nueva novela con el capítulo titulado «El mar», donde pierde la vida Laura. Pese a ese suceso definitivo el personaje estará presente en todo el texto.

La niña es arrastrada por el tsunami posterior a ese terremoto y será protagonista de las peripecias vividas por las tres generaciones que abarca esta nueva historia (abuelo, padres, hijos). Lo anterior desde su aura proveniente de otra dimensión, en palabras del autor.

En efecto, la muerte era el eje de esa novela. La vida es una huida hacia la muerte, pero ese terremoto violentaba las acciones y parecía adelantar el destino inexorable. Denunciaba a seres difusos que se aprovecharon del miedo y robaron las pertenencias ajenas. Si visión apocalíptica poseía tintes oscuros, aunque la prosa etérea daba cuenta de un relato de índole filosófica. Todo ese territorio era habitado por sombras, por seres infrahumanos.

La tesis de la novela era más positiva: no había que temer a la muerte, sino que la muerte era el evento que permitía la trascendencia de la vida terrenal, aquel que valorizaba nuestro andar. El inicio y fin del viaje del protagonista estaban constituidos por el aquí y el ahora, ese presente que contiene al pasado y futuro ancestral, el simple paso por este mundo de un ser humano, un sobreviviente que alcanza el cielo durante su estadía en la tierra.

Desde este rincón quiero situar el análisis de El amor de los caracoles (habiendo ya leído ocho libros anteriores del autor).

 

El tiempo transcurre distinto en estas tierras

La prosa ha cambiado y se ha alejado un poco del tono reflexivo de gran parte de su obra. Es evidente el camino recorrido por el autor, en sus libros se nota una corriente más allá de lo religioso, derechamente humana y espiritual. Suele haber pocas voces narrativas en sus textos, muchas veces el narrador incluso interpela al lector.

Esta novela es abiertamente coral y alterna narradores, con voces muy logradas, camuflando magníficamente al autor tras sus personajes, pero sin renunciar a profundas definiciones acerca del significado de la vida.

Juan Mihovilovich ha compuesto capítulos que son verdaderos cuentos unitarios, incluso ha tenido la delicadeza de titularlos para que al sólo releer sus nombres rememoremos sus anécdotas.

Hay una recreación del mundo rural chileno y en este punto quiero detenerme. El tiempo transcurre distinto en estas tierras, no más lento sino más contemplativo, donde el autor ha homenajeado a los escritores del realismo mágico, usando su marco teórico, pero desplegando en ese lienzo sus tópicos más queridos.

Con todo, el lenguaje en voz de los personajes se ha vuelto más juguetón; tanto el hijo sin nombre, los enamorados, el padre alcohólico y el abuelo sabio dan cuenta de lo que es vivir para un ser humano. Lo hacen desde una perspectiva luminosa, tal como hacen el amor los caracoles.

El tema de la muerte está muy presente, pero como culminación de vidas plenas. Se aleja de su prosa a veces filosófica y la dota de una belleza profundamente humana, vuelve más simple el discurso y los temas son rescatados con amor.

La deficiencia mental, la locura, el Alzheimer como condicionadores de una muerte temprana.

Así como la muerte era el tema central en El asombro, en esta novela será el amor, sea este platónico, filial, fraternal.

Quiero hacer un paréntesis con el filme Hable con ella de Pedro Almodóvar, donde un enfermero comete una violación como acto de amor. Parece descabellado, pero Juan se da maña para darle una segunda lectura al bíblico Caín.

Aquí el abuelo mata a su hermano por los maltratos que éste le profería dada su condición mental. Rogelio-Abel en esta historia es victimario primero y víctima después. Y Laureano-Caín desobedecerá uno de los diez mandamientos al asesinar a su odioso hermano.

La culpa no será sólo de Laureano, sino también de la familia cómplice de los abusos. Cumplirá su pena en la cárcel y se volverá el hombre sabio que siempre tuvo una respuesta para sus nietos.

 

Fiel a sus principios estéticos

«Lautarito» es un capítulo hermoso. El niño-ángel que una vez asomado a este mundo, presintió su pasado y su futuro en un instante. Decidió no nacer debido a que esta no era la historia del cacique Lautaro, me hizo recordar a «La noche boca arriba», de Julio Cortázar.

No solamente la historia de Lautaro navega entre varios cuentos, sino también el monje loco, que dispersa las esporas de hongos desde las alturas del cerro Los Cristales, controlando el clima del poblado de Curepto. Otro vaso comunicante es Don Menchu, el buscador de pozos devenido en orador evangélico.

La importancia de los ritos de paso. La vida rural no es más lenta, sino que sus habitantes son más conscientes de la esencia.

Temas importantes son la pobreza y la riqueza, la magia negra versus los sanadores, la naturaleza omnipresente, las pasiones humanas, la necesidad de perdón, las consecuencias de los actos, tantos tópicos que aborda el autor desde el punto de vista del Sísifo de Albert Camus, aquel hombre que empuja la roca hacia la cima de la montaña y en ese empeño se acerca a los dioses y es superior a su destino.

En este sentido, los habitantes rurales poseen una mayor consciencia que los habitantes de la ciudad.

Otro tema no menor aborda esta novela, de manera muy lúcida. Y creo que eso es lo que atrae de la literatura de Juan Mihovilovich, que nos convierte en compañeros de viaje, en cómplices de su visión de que el tránsito por esta vida es tan importante como el destino.

Para algunos será un trayecto caótico, pero para este escritor magallánico ha sido una ruta cada vez más armónica. Al fin y al cabo, a través de sus libros descubrimos que ser espiritual es administrar el bien y el mal de la mejor forma posible.

Esta novela es bellísima, pero repito, la historia de este escritor se ha desplegado a través de toda su obra y se ha mantenido fiel a sus principios.

 

 

 

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios formales de estética del cine cursados en la misma casa de estudios (bajo la tutela del profesor Luis Cecereu Lagos), y quien también es magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014) y El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015).

Además, ha lanzado los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020), Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021), Pensamiento delirante (Editorial Vicio Impune, 2023), Vivir atormentado de sentido (Editorial Vicio Impune, 2024) y la recopilación de críticas audiovisuales Hablemos de cine (Ediciones Liz, 2023).

 

«El amor de los caracoles», de Juan Mihovilovich (Simplemente Editores, 2024)

 

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Juan Mihovilovich.