[Adelanto] «Subterfugio»: Nicolás Poblete aborda las tensiones sociales de la inmigración haitiana en Chile

La nueva novela del escritor nacional enfrenta los prejuicios raciales y clasistas de la élite progresista local, cuando una de sus modernas hijas elige como esposo a un hombre de orígenes afroamericanos, a quien conoció en los programas de acogida de la Plaza de Armas de Santiago. Después de la consagración literaria que le significó su ficción «Dame pan y llámame perro» hace casi dos años, el autor lanzará este esperado texto —del cual publicamos hoy un fragmento— con el respaldo de la prestigiosa editorial Cuarto Propio a fines de este mes de marzo [Nota de la Redacción].

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 5.3.2022

 

Paciente: María Jesús

«No sé, Sebastián. Yo estoy tranquila, pero también preocupada. ¿Es posible que tema que me castiguen por mi… audacia?».

«¿Que te castigue quién, María Jesús?».

«No sé, estoy tan… inspirada, quizá hay algo raro, no sé. Quizá esto tiene un costo». María Jesús tiene la misma edad que yo, treinta y siete años. Me contactó hace tres meses, por un quiebre familiar. Sus padres. Su historia de amor, verdadera iluminación, la ha relatado con distintas variaciones.

Me ha llegado tan nítidamente, con mucha facilidad la puedo imaginar en su espacio más doméstico, más amoroso. La veo tomando de la mano a Danilo. La percibo ansiosa por llegar a su departamento, después de su jornada laboral como profesora de francés, en el Instituto de idiomas en el que trabaja.

María Jesús ha destacado varias veces las manos de Danilo. Llega tarde a su departamento, porque ha aceptado hacer clases en el horario vespertino y así ganar unos pesos más. Deja su cartera, que es más bien un bolso grande en el que caben sus libros de texto de lengua, un par de cuadernos, un termo pequeño donde lleva su café, en el arrimo, a la entrada de su piso.

Cuando María Jesús habla me comunica ese gozo doméstico, ese cariño entre dos personas. Conozco esa alegría. La valoro, porque es una fortuna. Es nostalgia y realización simultáneas. Quizá imagino más de lo que su relato me revela, porque invento dos bandejas de cerámica en ese arrimo y la veo soltando el manojo de llaves sobre una de ellas.

«Hola amor, saludo cuando llego. En voz alta. De pronto el cansancio no importa, entro en otra frecuencia y avanzo hacia la cocina. Hay un olor rico. Danilo apaga el gas; siempre está cocinando algo, siempre tiene alguna preparación caliente», explica María Jesús y de pronto se ausenta, una sonrisa surge en sus labios.

Mira hacia el techo, sus ojos brillan con añoranza, como si recordara el sabor de alguno de los deliciosos platos que prepara Danilo.

Me entrego a su emoción y estoy ahí. Veo a Danilo, que María Jesús ya ha descrito en detalle. Lo primero que hizo cuando llegó a mi consulta fue describirlo, explicitando su origen. Su raza. Es su primera experiencia realmente satisfactoria, en un sentido erótico y también afectivo. Nunca he visto a ese hombre y, sin embargo, lo podría retratar. Podría referirme a sus besos, a su presencia aplacadora, a su atención y a su capacidad para seguirla en cada movimiento de sus interacciones amorosas.

Esas manos la toman, sin presionar, pero con una firmeza tranquilizadora, y guían a María Jesús hacia el living. O quizá nadie guía a nadie, como a veces ocurre cuando la sincronía actúa por sí sola. En el living Danilo ha encendido unas velas y ha seleccionado una música relajante. Nos sentamos y nos tomamos de las manos. Quiero decir, se sientan y se toman de las manos. Solo se tocan las manos…

«Dime si es muy loco sentir esta culpa, Sebastián. Él masajea mis dedos, yo acaricio sus manos, que son grandes, bonitas. Ay, no sé. Esas manos dicen tanto más que todo su cuerpo. Cuando nos casamos… Es nuestro ritual. Mientras estamos en eso yo me desprendo de mis zapatos. ¿Sabes? Hasta mi respiración cambia, porque él me hace respirar más profundo. Siento la incomodidad de mi atuendo, de mi blusa traspasada por sudor en las axilas. Todo el día de pie frente a alumnos. Pero a él no le importa eso; al contrario, dice que le gusta mi olor. Qué vergüenza, Sebastián», ríe María Jesús.

Pero no es vergüenza lo que siente, sino una suerte de vanidad.

«Igual me levanto del sillón y rápidamente voy a nuestra pieza para cambiarme de ropa, ponerme un buzo».

«¿Por qué sientes vergüenza?».

«En realidad no es eso. Es que no alcanzo a comprender cómo pueden mis padres ser tan egoístas», dice. Esto ya lo ha relatado María Jesús anteriormente. De hecho, fue lo primero que me confesó, pues era «el conflicto» que quería elaborar. Ahora agrega más detalles y matices a su narración.

«Con Danilo nos casamos hace más de tres meses y mis viejos todavía no me dirigen la palabra. Es que ellos nunca se imaginaron. Al principio hasta se mostraron orgullosos de mi trabajo voluntario en la Plaza de Armas con los inmigrantes haitianos. Yo y dos colegas nos ofrecimos como voluntarias para hacer clases de castellano a dos grupos de haitianos, donde conocí a Danilo. Todo parecía estar bien. Como te digo, estaban orgullosos, sobre todo mi papá, de mi conciencia social. Nadie puede decir que sean gente prejuiciosa. Me educaron bien. Esa es su gran obra, ellos mismos lo han dicho. Siempre han sido conscientes socialmente. Aunque no militan en ningún partido, nadie podría decir que no son gente de izquierda. Siempre han votado por la izquierda y siempre han estado a favor de… O sea, aún no entiendo».

María Jesús se queda en silencio y sé lo que está recordando. No quiere volver a repetir, no quiere poner en palabras ese traumático recuerdo. Es lo que la condujo hasta este sitio. Cuando fue a la casa de sus padres con Danilo, su madre no pudo ocultar su sorpresa; más bien asco.

Cuando su padre vio a Danilo, sencillamente se fue al segundo piso y permaneció ahí durante la breve conversación entre María Jesús y su madre. Danilo solo escuchaba. En vez de recibirlos en el living, la madre los hizo entrar a la cocina, donde nadie se sentó. Permanecieron de pie durante un incómodo minuto y Danilo le dijo a María Jesús que la esperaría afuera.

Una vez que Danilo hubo salido, la madre le dijo: «Mi amor, ¿cómo haces esto? ¿Cómo te atreves a venir acá con ese hombre? ¿De qué estás hablando? ¿Me estás hablando en serio? ¿Se van a casar? ¿Hace cuánto que lo conoces? ¡Ni siquiera habla castellano!».

«Mamá, ya sé que es negro. Nunca me imaginé que fueras una persona racista. ¿Y mi papá? ¡Qué vergüenza más grande! Sabes que no sé si voy a perdonarle esto. Es… demasiado. Quién hubiera dicho que son unos racistas. Me voy».

«Mi amor, no. No somos racistas, por supuesto que no. No se trata de eso. Pero… ¿lo conociste en tu trabajo voluntario?».

«Ay mamá, me duele tanto lo que me estás diciendo…».

«¡Pero si no te estoy diciendo nada! Solo quiero saber, mi amor. O sea, quiero tratar de entender…».

«No hay nada que entender, mamá. Chao».

«Pero mi amor, por favor, no seas intolerante. ¿Es que no podemos hablar un poco? ¿No podemos conversar? ¿Danilo es su nombre verdadero? No parece un nombre…».

«¿Qué? ¿Qué es lo que estás diciendo? Chao mamá, me voy antes de hacer algo… chao».

«Tu papá se va a morir… Ay, Dios mío, tu papá se va a morir».

María Jesús suspira; inspira profundo y luego exhala el aire que me llega como una bocanada tibia en el rostro, en mi cuello.

«Hablemos de este sentimiento tan ingrato: la vergüenza».

 

***

Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Subterfugio», de Nicolás Poblete Pardo (Editorial Cuarto Propio, 2022)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Nicolás Poblete Pardo.