El texto que presentamos más abajo es un fragmento de un capítulo del libro de ensayo «El depósito humano. Una geografía de la desaparición» (2010), de la autora argentina y hace referencia al cineasta turco Fatih Akin y a su impactante filme «Al otro lado» (2007).
Por Ana Arzoumanian
Publicado el 30.6.2018
Diásporas, migraciones y exilios han sido constitutivos de las culturas latinoamericanas y de los discursos que se construyeron sobre ella. Desde los viajes coloniales a los exilios por razones políticas y económicas, la imagen del desplazado ocupa tanto en la tradición como en las narrativas modernas latinoamericana un lugar preponderante.[1]. La idea de la formación de una nación entra en tensión con esos desplazados conformando la oposición típica de la modernidad: civilización/ barbarie.
El Estado es un lugar de poder; pero el estado no es siempre el estado- nación. Así, Judith Butler, anima a disociar el término estado del término nación, más allá del guión que los une[2]. Asumiendo la noción de estado el significado de “condición”. De manera tal que si el estado- nación supone una identidad nacional homogénea y singular; la noción de estado como condición, como modos múltiples de pertenencia jurídica, supone otras redes de distribución del poder. Escribir, entonces, una historia, no ya desde la narrativa del sedentario sino apostando por las narrativas orales que reconozcan el potencial mitopoético de la historia; que digan otra cosa que la versión genocida.
Fatih Akin, cineasta turco, en su película “Al otro lado” (Auf der anderen Seite) cuenta una historia sobre una sociedad que se desintegra con la figura de padres que no pueden responder ante la interpelación de los hijos, con nombres cruzados o convertidos anónimos frente a la noción de un tiempo muerto. La película, cuyo guión fue galardonado en el Festival de Cannes en el año 2007, está dividida en tres partes.
La primera parte se denomina “La muerte de Yeter” (recordemos que yeter en turco significa suficiente), el segundo capítulo lleva por título: “La muerte de Lotte” y el tercero “Al otro lado”.
El film termina con un hijo que va en búsqueda de su padre a la ciudad de Trebizonda (ciudad víctima de las mayores atrocidades en los tiempos del genocidio), la escena de encuentro no sucede y el personaje se queda mirando el mar (ese mar donde se desaparecieron miles de armenios), desolado. Un personaje femenino y reivindicador de derechos sociales levanta su vaso en medio de la película y dice brindar por los muertos. Dos capítulos que llevan el nombre de la muerte y un tercero que se denomina: al otro lado, o auf der anderen Seite, o The Edge of Heaven. Si recorremos el pasaje de esta trilogía, podríamos argumentar que el otro lado (Heaven) es el filo, el borde del cielo; una manera de asumir el mito cristiano del más allá. El personaje turco quiere saber qué hay más allá de las muertes. Acaso una alegoría sobre el negacionismo y un querer saber de la sociedad turca contemporánea acerca de las muertes silenciadas, sin sepultura, apiladas en un mar anónimo.
“Turquía aún se encuentra envenenada a consecuencia de haber reprimido la verdad. Y porque esa verdad reprimida se refiere a un delito mayor, porque los supresores son quienes detentan el poder y porque los privados de la verdad son todos los ciudadanos, se puede afirmar que el futuro de la nación también está intoxicado”[3].
[1] Garramuño, Florencia; Rebeldes modernos: Os sertoes, estado y refugiados en Sujetos en tránsito, op.cit.
[2] Butler, Judith; Spivak, Gayatri: ¿Quién le canta al estado- nación? Lenguaje, política, pertenencia. Paidós, Buenos Aires, 2009.
[3] Ayse Güaysu, miembro de la Comisión contra el Racismo y la Discriminación de la Asociación de Derechos Humanos de Turquía citado en “Reconocer el Genocidio Armenio es la única vía de traer justicia a nuestras vidas”; Diario Armenia, jueves 2 de abril de 2009, Buenos Aires.
Ana Arzoumanian nació en Buenos Aires, Argentina, en 1962. De formación abogada, ha publicado los siguientes libros de poesía: “Labios”, “Debajo de la piedra”, “El ahogadero”, “Cuando todo acabe todo acabará” y “Káukasos”; la novela “La mujer de ellos”; los relatos de “La granada”, “Mía”, “Juana I”; y el ensayo “El depósito humano: una geografía de la desaparición”. Tradujo desde el francés el libro “Sade y la escritura de la orgía”, de Lucienne Frappier-Mazur, y desde el inglés, “Lo largo y lo corto del verso en el Holocausto”, de Susan Gubar. Fue becada por la Escuela Internacional para el estudio del Holocausto Yad Vashem para realizar el seminario “Memoria de la Shoá y los dilemas de su transmisión”, en Jerusalén, el año 2008. Rodó en Armenia y en Argentina el documental “A”, bajo el subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de la República trasandina, un largometraje en torno al genocidio armenio y a los desaparecidos en la dictadura militar vivida al otro lado de la Cordillera, y que contó con la dirección del realizador Ignacio Dimattia (2010). Es miembra de la International Association of Genocide Scholars. El año 2012, en tanto, lanzó en Chile su novela “Mar negro”, por el sello Ceibo Ediciones.
El extracto que aquí presentamos fue cedido especialmente por su autora para ser publicado por el Diario “Cine y Literatura”.
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