La voz lírica de esta traductora y escritora bonaerense se caracteriza por alimentarse de una atenta y sensible mirada en torno al paisaje urbano y rural que la rodea, y cuya estética literaria se bifurca con el acento íntimo y cargado de sensualidad metafísica que podríamos encontrar en una Emily Dickinson, o bien en el fuego triste de una María Luisa Bombal, o hasta en las líneas de dolor poderoso e inocente hallados en una Alejandra Pizarnik. Así, con esta muestra extraída de la totalidad de su amplia producción bibliográfica, la talentosa creadora trasandina dice «presente» en el Diario «Cine y Literatura».
Por Brenda Mezzini
Publicado el 18.2.2018
Cae la noche
de verano y la brisa
es demasiado leve como
para hacer girar el
tiempo
Las palabras se
agolpan, atosigándose como
marmotas en la madriguera.
Nublan las cosas, las desdibujan
y las circundan sobrevolando
las formas, planeando el vuelo
de lo indecible y aún así
retornando al lecho,
al húmedo y oscuro vientre
terracota de los sueños.
(De “El asombro de la noche”, 2004)
TANINGA
Río dulce
agua clara
Ondulan, repiquetean
y estallan
cascadas en la
plata de las
piedras duras.
Fulgor de naturaleza
viva, virgen.
La dulzura sin
tiempo del
dejarse ser, Ser
siempre intacto,
eterno
más allá de las
mutaciones del
devenir
Instalado el magma
en el centro mismo
Talla en canto
trigueña luz.
(De “El asombro de la noche”, 2004)
Afuera
alguien prolongó la noche
Adentro
se engarzó el silencio
en destellos de luz.
Las palabras se esparcieron
velozmente,
como la tierra que devora
feroz el fino hilo de agua
transparente.
No sólo no intento olvidarte.
La brisa gira leve rodeando
las cosas que conocemos.
Y mis lágrimas son
simplemente espejos.
(De “El asombro de la noche”, 2004)
Allí, allí mismo donde todo comienza, donde todo comienza
a desencajarse, se desintegra y se rearma.
Allí esperaré crispada, brotando entre las bisagras de mi
cuerpo, en las puertas de lo que se gesta, en la escisión, en
la hendidura absoluta; en el puente, en el medio, en el
borde de las cosas…
Allí estaré esperando.
(De “Noche, niña, rezo”, 2009)
Los deseos se bañan en la música sorda del vacío.
Los ecos son muy leves a lo lejos… Sólo la velocidad de los
cuerpos permanece. Como si éstos hicieran la música.
Y el sudor brilla en el aire. Y el aire gesta una danza
inacabada. Y un cello sueña grave y sórdido como un
lamento o una suave nostalgia sobre la delicada caricia de
un piano.
“Tus noches son mis noches” dice la música.
“No estarás más solo.”
(De “Noche, niña, rezo”, 2009)
Impalpable, níveo presente,
corazón que desdibuja latitudes…
Correrán inmutables las horas tras de ti…
Párpados que se levantan como las láminas doradas
y delgadas de los viejos íconos,
el olor de las casas del silencio…
Dime que no, para que otra vez pueda
recrear un bosquecillo, un transcurrir,
una historia… y que las velas a lo lejos iluminen lo oscuro.
Una ventana, un campo
resplandeciente de tulipanes.
(De “Pisadas en la niebla”, 2017)
Alimentada por pliegues
de memorias
seres que no proyectan sombra
una noche durando más de
lo acostumbrado, como si
nunca terminara de amanecer,
esta luminosidad que se proyecta
sobre mi cuerpo progresivamente…
forjándolo, reiniciándolo
los ecos son fugaces
sobre el verde de un día
resplandeciente y la luz
de esta nieve imaginaria
cayendo, un secreto feliz
que nos hace sonreír
(De “Pisadas en la niebla”, 2017)
Escribir,
Porque te ven llorar
Los pájaros lloran en la noche
Los gatos.
Treparse por una escalera
de cristal que no tiene fin
para no llegar a ninguna parte.
Y querer saber enigmas.
Intuiciones.
Nociones de la dicha.
Del dolor.
Escribir.
Tocar el terciopelo filoso
del aire.
Tocar las cosas.
O nombrarlas.
Es lo mismo.
Escribir
(De “Pisadas en la niebla”, 2017)
Este sol, esta luz que enceguece
realidades, que con su punzante
filo quiebra la perturbada noche
Y las imágenes que se suceden
tratando de sofocarse…
persistiendo en forjar el entramado
de los días…
somos un conglomerado de recuerdos
y sin embargo sólo podemos
habitar este presente. Esta luz
silenciosa y absoluta, esta fragilidad de patas
de ciervo, que posan sigilosamente
su mirada sobre las cosas quietas.
(De “Pisadas en la niebla”, 2017)
Piso con cuidado
el campo minado de
las palabras
en esta mañana desnuda
donde la luz es tan
punzante como el cielo que me corona.
Alivianada de recuerdos
tomo las manos de mis
pasos presentes y
camino hacia un horizonte
de fulgor.
Mis ojos contemplan
el callado misterio de
la naturaleza
su habitar radiante
la no-resistencia
de su esplendor
(De “Pisadas en la niebla”, 2017)
Brenda Mezzini nació en Buenos Aires, Argentina, en 1972. Formada en las Escuelas Waldorf, estudió luego cine, teatro, música y pintura. Es traductora literaria de alemán e inglés, y profesora de ambos idiomas en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sus libros son: «Y si gritás tal vez sólo te escuche» (1995), «El asombro de la noche» (2004), «Noche, niña, rezo» (prosa poética, 2009), y «Pisadas en la niebla» (2017). El 8 de marzo de 2012 el intendente de su ciudad le otorgó el premio «Mujer ejemplar», por su labor en el ámbito de las letras.
Imagen destacada: Los actores argentinos Ana Katz y Daniel Hendler, en un fotograma del filme «Una novia errante» (2007), de autoría de la misma Ana Katz.