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«Aliento» en el GAM: Un homenaje para Delfina Guzmán

La obra que se exhibe vía streaming desde la plataforma web del Centro Cultural Gabriela Mistral —hasta el próximo domingo 8 de noviembre— es una pieza dramática y audiovisual que rinde tributo a su actriz principal, y la cual pone en el centro de su escena la experiencia existencial de la vejez, vivida desde una postura femenina.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 26.10.2020

Hasta el próximo domingo 8 de noviembre se presenta en formato online esta pieza dramática dirigida y escrita por Álvaro Viguera, cuya puesta en escena se debe a Elisa Zulueta, y la cual se encuentra interpretada por la célebre actriz nacional, Delfina Guzmán.

Esta co-producción entre La Santa y GAM, se estrenó originalmente el 17 de octubre de 2019, temporada que debió ser cancela debido al estallido social y el toque de queda que obligó a cerrar los teatros, no obstante, en enero del presente año se realizaron dos funciones, en el contexto del Festival de Teatro Santiago a Mil, y ahora retorna a través de la plataforma digital, medio que ha permitido el acceso de los espectadores durante los meses de pandemia que han afectado a la industria de las tablas.

En treinta y cinco minutos, esta versión audiovisual del monólogo Aliento, conmueve, estremece, y genera una honda reflexión. La protagonista es Lupe, una mujer de 92 años, a quien encarna una Delfina que parece hablar sobre sí misma, sobre la condición de la vejez y el peso de los años.

Zulueta ha logrado un texto emotivo, humano y lúcido sobre la ancianidad, además de abordar en este la perspectiva de género, pues el personaje aborda las vicisitudes de una vida en donde no tomó decisiones sobre su propio devenir, casándose, pariendo, votando y viviendo como le indicaban las normas del deber ser.

La obra representa el último aliento de una mujer a través de una carta que le escribe a su hija, Lucía, a quien le pide ayuda para morir. Lo único que le queda es ese último aliento, lo que la mantiene conectada a la vida, mientras rememora y escribe, dos procesos que le permiten volver sobre los episodios de su existencia, y reflexionar sobre su presente y revisar su pasado, dos temporalidades que se cruzan en la escritura de la carta.

Para Lupe, los días no avanzan, la carta está detenida como el tiempo, nada encaja con nada, y el ejercicio escritural se le torna difícil. Hace hincapié en la decadencia de su cuerpo, en cómo se ha vuelto frágil y su mente lenta, dice: “sobran los años, no quiero lo que la gente llama vida”.

El peso de la existencia se le vuelve doloroso, aunque sabe que su dolor no es medido por la medicina, pues no es un dolor material, sino existencial. A este respecto, es interesante que el monólogo de Lupe no se queda solo en una perspectiva subjetiva e intimista sobre la experiencia de la vejez, sino que es también una mirada crítica sobre el difícil contexto que deben enfrentar los integrantes de la tercera edad, las insuficientes políticas sociales y las precarias condiciones en que muchos adultos mayores viven, económica, pero también, afectivamente.

Lupe afirma: “Qué gran negocio es la indignidad”, se refiere al negocio de la medicina y cómo lucra con la salud y la longevidad. El médico se convierte en verdugo, pero también en acreedor. La extensión de la vida y el retraso de la mortalidad resultan negocios de los cuales la medicina saca provecho, deshumanizando la vida en su última etapa, en tanto, los ancianos se transforman en pacientes pasivos de su existencia, expuestos a los procedimientos médicos dispuestos por doctores que ven en la vejez, el camino para enriquecerse.

Su monólogo es una carta dirigida a su hija, en la cual reflexiona sobre su condición de mujer y la compleja relación que ha mantenido con Lucía desde su infancia. Sobre ello, expresa: “Mi linaje no sabe contener crías”. Para Lupe la maternidad fue un deber cumplido que no satisfizo realmente sus deseos, pues ella misma nunca se cuestionó aquello.

Ahora, en la última etapa de su vida, Lucía ha heredado de ella el deseo de evadirla y Lupe recurre a ella, resignada ante su amor de madre para reencontrarse con su hija, a través de un encuentro escritural con su propia historia. Su carta es un llamado de emergencia sobre las faltas y ausencias que hubo entre ambas.

Lupe afirma: “Tú sabes lo que te faltó, y a veces yo sé lo que no te di”, es consciente de la vida que ha tenido, sabe que le faltó el  deseo de querer y desear, de decidir sobre sí misma, lo cual se explica por las disposiciones sexo-genéricas con que cargó durante toda su vida. Jamás hizo lo que realmente quería, hacía solo lo que le decían, lo que indicaban las normas de género y de época, escribe: “¿de quién es mi vida, de quién es la vida?”.

Se casó sin sentir un amor real, no disfrutó del sexo como podría haberlo hecho, soportó infidelidades de su esposo, fue madre por deber, votó por quien le decían que debía hacerlo. Su vida fue un espejo de las decisiones de otros: “He visto tan poco, he sido una estatua de sal. Hija, me quiero morir”, le dice a Lucía por medio de su carta.

Por ello, este último aliento es la única y última decisión que desea tomar sobre sí misma, solo necesita ayuda de su hija para lograr su cometido. Su escritura es una carta de auxilio: “Yo elijo morir (…) ¿salvo a alguien con hacerlo? A mí misma” sentencia Lupe.

Su deseo de morir representa para ella la salvación de sí misma, el último reducto de su individualidad, un grito desesperado para tomar su última y única decisión… morir, aunque teme al trance que eso significa y el advenimiento de la descomposición completa de su cuerpo.

Aliento es una pieza dramática y audiovisual que rinde homenaje a su actriz principal, Delfina Guzmán, y que pone al centro de la escena la experiencia muchas veces olvidada de la vejez, reflexionando profunda y lúcidamente sobre lo que ésta implica, sobre todo para las mujeres, en tanto vivieron su infancia y juventud sometidas a los dictámenes de su género, imposibilitadas muchas veces de tomar sus propias decisiones.

La obra de Viguera cuestiona el sistema patriarcal, social y afectivo, que relega a los ancianos a la soledad y al abandono, cuestionando también los parámetros socioculturales que se imponen y reproducen generación tras generación.

El diseño escénico de la obra es brillante, hace de Aliento una pieza audiovisual que bien podría ser considerada un cortometraje, por su fotografía, montaje, iluminación y musicalización, aciertos de la dirección y producción. Sin duda una realización escénica primordial y necesaria, que releva el lugar de la vejez en la sociedad y que revaloriza su mundo interior.

 

Delfina Guzmán en «Aliento»

 

Ficha técnica:

Dramaturgia: Elisa Zulueta | Guión y dirección: Álvaro Viguera | Elenco: Delfina Guzmán | Cámara y dirección de fotografía: Rodrigo Lisboa | Montaje: Camilo Campi | Música original: Camilo Salinas | Producción: Antonia Santa María | Coproducción: La Santa / GAM.

 

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Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile. Igualmente es redactora estable del Diario Cine y Literatura.

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: GAM.

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