Debo de confesar ante los lectores, que me costó dar con un texto que me permitiera acercarme al poeta Premio Nacional de Literatura 2000 y he tenido la fortuna de dar con este libro que ha sido sumamente enriquecedor. No en balde, (y pude parecer cliché) Chile es tierra de notables poetas: Huidobro, Mistral, Neruda, Parra, Rojas, Zurita y muchos otros para mí desconocidos, pero que continúan haciendo del país andino sumamente fecundo para la producción lírica y versicular.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 5.7.2018
Raúl Zurita (1950) publicó su libro segundo libro Anteparaíso en 1982. Según los conocedores de su obra, este texto y Purgatorio (su primer trabajo) son parte de un proyecto estético compartido, en el cual la poesía busca nombrar y denunciar el ambiente de represión que se vivía en el Chile del tiempo de la dictadura.
En Anteparaíso, el paisaje de Chile, particularmente las playas ocupan un lugar central en la serie llamada «Las Utopías» compuesta por 17 poemas, de los cuales 14 hacen referencia directa en sus títulos ya sea a Las playas de Chile o a Las playas (a secas) presentando en estos poemas una numeración que va del I al XIV (I, V, X y XVI para Las playas de Chile y II, III, IV, VII, VIII, XII Y XIII para Las playas) con la inserción de dos poemas titulados Las espejeantes playas y Las playas consteladas en lo que serían los números VI y XI, pero estos dos poemas aunque rompen la numeración complementan la serie.
El otro elemento importante del paisaje chileno es la cordillera, en las series Cumbres de Los Andes y Allá lejos; hay seis textos con el título de «Las cordilleras» y que además tienen números consecutivos, le sigue un escrito suelto Allá estuvieron los nevados y después vienen tres poemas titulados Las cordilleras del Duce y seis bajo el nombre Los hoyos del cielo, más otros cinco poemas. A esta serie le sigue otra titulada «Pastoral» donde hay doce poemas bajo el nombre de Pastoral de Chile.
La última parte del libro se denomina «Esplendor en el viento» cuyo último poema lleva también ese mismo título. De esta última obra me llaman poderosamente la atención las últimas líneas todas escritas en mayúscula y sin puntuación:
PERO ESCUCHA SI TU NO PROVIENES DE UN BARRIO POBRE DE SANTIAGO
ES DIFICL QUE ME ENTIENDAS TU NO SABRIAS NADA DE LA VIDA QUE
LLEVAMOS MRA ES SIN ALIENTO ES LA DEMENCIA ES HACERSE PEDAZOS
POR APENASD UN MINUTO DE FELICIDAD (Página 204)
Al paisaje, al menos en este libro, el poeta parece atribuirle atributos humanos; a veces, el paisaje parece funcionar como una metáfora de un pueblo que sufre pero que está en camino de su propia redención por obra tanto del amor como de la fe, de alguna manera, recuperada en este libro (hasta donde es posible afirmar una cosa así).
La versión que he leído de Anteparaíso, es una edición bilingüe publicada por la Universidad de California y esta impresión abre con el poema titulado «La vida nueva” y que apareció el 2 de junio de 1982, en el cielo azul de Nueva York. Todo el poema, y la forma en que fue desplegado en Nueva York, es impresionante, pero los dos últimos versos son para mí especiales:
MI DIOS ES
MI AMOR DE DIOS
En cuanto a la forma en que el libro está escrito, bien puede considerarse como, coinciden todos los expertos en Zurita, neovaguardista, en el sentido de que el texto es experimental y rompe con la forma unitaria de escribir poesía a la que estamos acostumbrados; además en este libro el poeta usa la repetición de sus títulos acompañados de números sucesivos y haciendo uso de la reiteración como uno de los elementos que se extienden a través de varias series.
En este volumen, además, el propio Zurita, aparece algunas veces, como sujeto de sus poemas, siempre vinculado al dolor y al sufrimiento de los demás, del país entero, de su geografía y por supuesto a la experiencia traumática que significó el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973.
Otro elemento importante en este texto es la incorporación o referencia a otros textos; en el libro hay varias referencias al Génesis, al Cantar de los cantares, al Nuevo testamento, al Popol Vuh, a un texto Quiché (que no se especifica si es el Chilam Balam, a una canción Aymará, entre otros).
Tampoco podemos obviar en Anteparaíso, el tema de lo religioso pues constituye un elemento de suma importancia en el libro; el mismo título (Anteparaíso) ya apunta a un tema religioso. El poeta usa elementos bíblicos como la figura de Jahveh, de Abraham y Sarah. Por ejemplo en el poema /CI/ (de la serie «Cordilleras») escribe:
Se hacía tarde ya cuando tomándome un hombro
Me ordenó:
“Anda mátame a tu hijo” (p. 48).
Es interesante notar, que toda esta serie de poemas termina repitiendo el mismo verso: “Lejos en esas perdidas cordilleras de Chile”.
En el poema /CIII/ entra la figura del poeta (que funciona como si fuera Abraham).
“Oye Zurita —me dijo—toma a tu mujer y a tu
hijo y te largas de inmediato” (p. 52).
En otros poemas incluso se juega con la idea profética (tan cara al pueblo Hebreo) como es el caso de Pastoral de Chile II, III y V donde Jahveh aparece como si estuviera quejándose del pueblo de Israel (al que se le ve como la esposa infiel) que le ha dado la espalda, que lo ha traicionado y se ha prostituido:
Pero yo te seguí queriendo
no me olvidé de ti y por todas partes pregunté
Si te habían visto y te encontré de nuevo (Pastoral II, p. 118).
O este otro:
Perdonaré tus devaneos
Apartaré de ti mi rabia y rencor (Pastoral III, p. 120).
El poeta también recurre a la idea de la resurrección, de la esperanza, del amor, la alegría, el perdón y la paz. Así por ejemplo en el poema El verdor de la madrugada, dice:
v. Y qué si Chile entero amaneciese resucitado
con sus muertos
vi. Todos podrán saber entonces si amaneció el nuevo
día sobre Chile. (p. 140).
Y también recurre a las bienaventuranzas:
i. Bienaventurados serían así los verdes pastos de
Chile
ii. Bienaventurados los pastos que mirarían de estos
valles (Bienaventurados serán los valles, p. 142).
En el poema Pastoral X la esperanza aflora con toda su fuerza al decir:
para que sólo de amor hable todo el universo…
cantando con todo cuanto vive esta prometida del amor
Que puede florecer desiertos y glaciares (p. 150).
Y en Pastoral XI afirma:
Porque volvió a brotar el amor que nos teníamos
y ahora caminas libre por las calles
tú que estabas cautiva (p. 152).
Y en un poema sin título, ya casi al final del libro dice del amor:
El amor que mancha de tiña
por todos los intersticios penetra y se ilumina
por las barriadas pobres y las cholerías (p. 188).
En Pastoral XII dice:
Chile entero se despierta
Y sus cielos se levantan y están de fiesta (p. 154).
En el poema Para siempre florecidos dice:
Porque Chile fue una prenda perdonada sobre estas
llanuras para que ellas se hicieran allí el perdón… (p. 158).
En Idilio general afirma:
viii Entonces como si un amor les naciera por todo
Chile vieron alzarse las criaturas de este vuelo
ay palomade paz por siempre sí todos los valles (p. 168).
Debo de confesar ante los lectores, que me costó dar con un texto que me permitiera acercarme Zurita y he tenido la fortuna de dar con este libro que ha sido sumamente enriquecedor. No en balde, (y pude parecer cliché) Chile es tierra de notables poetas: Huidobro, Mistral, Neruda, Parra, Rojas, Zurita y muchos otros para mí desconocidos, pero que continúan haciendo de Chile un país sumamente fecundo para la producción poética.
Me despido de ustedes con los últimos dos versos del penúltimo de sus poemas:
porque yo que creí en la felicidad
Habré vuelto a ver de nuevo las radiantes estrellas.
Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.
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