En este largometraje, donde Branagh desempeña dos papeles, director y actor principal, se ha sabido descargar el peso escénico en el grupo de actores reclutados. Todos son sospechosos, todos parecen ser culpables. Por tanto, el peso de los interrogatorios, las dudas, se acrecientan además con una Michelle Pfeiffer notable (la señora Hubbard), un villano Johnny Depp (Edward Rachett), y una serie de personajes con sus propios énfasis como la pareja de condes húngaros, el doctor afroamericano, la predicadora convertida, etcétera.
Por Cristián Garay Vera
Publicado el 27.11.2017
Dirigida por Kenneth Branagth, quien además interpreta al detective Hercule Poirot, es una película estadounidense con un ambiente multinacional y multicultural. Ambientada en 1934, mismo año de su publicación como libro de ficción, se empieza con una secuencia que va desde los Lugares Santos hasta Estambul, y desde el exotismo de Oriente a un vagón que sería la Liga de las Naciones, incluyendo a una princesa rusa sin Estado (Judi Dench, la princesa Dragomiroff), personajes norteamericanos y un elenco raramente multirracial de los Estados Unidos. A diferencia de otras obras dirigidas por Branagth esta no tiene trazos visibles de teatro u ópera, y aborda acertadamente las encrucijadas de la acción policial.
Las entrevistas, las coartadas, un nevazón providencial para la investigación, presentan un arco de personalidades en las cuales es dudoso encontrar un culpable con exactitud. Pero Poirot representa la ciencia y también la fría objetividad, la obra simboliza uno de los íconos de la investigación detectivesca que busca en las acciones de Poirot encontrar aquello que sobresale y rompe el equilibrio. Si bien pareciera que en un principio se trata incluso de algo físico, más adelante vemos que se refiere al balance entre el bien y el mal, entre la justicia y la verdad, y como es la justicia superior a la verdad que postula Poirot en cuanto norma. Es que como dice el protagonista, hay bien y hay mal, eso es indudable e irreversible, pero luego no está tan claro que los malos lo sean dentro de ciertas circunstancias.
Imposible no recordar que esta película tiene un precedente de prosapia (Asesinato en el Orient Express, del gran Sidney Lumet, en 1974). Tal como aquella obra, la presente versión recluta actores de los más reconocibles para dar vida nuevamente a uno de los clásicos de Agatha Christie, que coloca a Hercule Poirot, el detective belga, en el centro de una investigación cuando se dirige a Calais y de ahí a Gran Bretaña partiendo desde Estambul.
Si Poirot es obsesivo tal como su inspiración, y humorístico por fuerza de la notable exageración y auto referencia del personaje. Pero, además, el largometraje ha logrado captar las varias personalidades y encrucijadas investigativas de un asesinato cometido en el más lujoso y famoso tren, en un ambiente donde el ethos internacional de la clase alta sirve de telón de fondo a las viejas tentaciones de la venganza, el odio, y de muchas otras pasiones. Un trasfondo que el director conoce a la perfección en su calidad de intérprete de obras de William Shakespeare y que le entregan ese tono y rictus solemnes.
En este largometraje, donde Branagh desempeña dos papeles, director y actor principal, se ha sabido descargar el peso escénico en el elenco de actores. Todos son sospechosos, todos parecen ser culpables. Por tanto, el peso de los interrogatorios, las dudas, se acrecientan además con una Michelle Pfeiffer notable (la señora Hubbard), un villano Johnny Depp (Edward Rachett), y una serie de personajes con sus propios énfasis como la pareja de condes húngaros, el doctor afroamericano, la predicadora convertida, etcétera.
La suntuosidad de su fotografía ( responsabilidad de Haris Zambarloukos), el cuidado de los vestuarios, el aire de decadencia y de nostalgia, no se superpone a los diálogos. De hecho, el tono dramático se refleja en la fotografía en blanco y negro en los raconttos generando un in crescendo acorde al dilema que se plantea. Y que hace más grande la obra de la escritora y la adaptación de su guión. Una película que sin duda arrastra y mantiene a la audiencia en un gozo del mejor cine policial, aunque tenga ese tono grandilocuente que ronda a toda la filmografía de su director y que hace la diferencia con la producción de 1974.
Asesinato en el Orient Express. Dirección: Kenneth Branagth. País: Estados Unidos, 2017. Elenco: Kenneth Branagth, Johnny Depp (Rachett), Judi Dench, Daysi Ridley, Penelope Cruz, Michelle Pfeiffer, Josh Gad, Leslie Odom, Willem Dafoe, y otros. Música: Patrick Doyle.
Tráiler: