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«Bajo el volcán», de Malcom Lowry: Genialidad etílica

El análisis a la novela apocalíptica del autor británico, y la cual se entronca con las grandes obras literarias que abordan el conflicto mexicano desde un punto de vista estético y artístico: la presencia inexorable de la traición emocional y de la muerte.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 28.11.2019

Dicen los críticos que Bajo el volcán es la novela que mejor expresa el estado etílico, y en este sentido esta novela se emparienta con Delirium tremens del escritor mexicano Ignacio Solares. Pero más allá de la influencia del alcohol en la construcción de la novela, hay que destacar el valor literario que tiene su prosa, y la ambigüedad que existe en el texto lo vuelven una excelente creación literaria, que no sé por qué razón hemos dejado de leer.

Bajo el volcán es un libro denso y en él se cuenta la historia del ex cónsul británico en México, Geoffrey Firmin, un hombre que no puede dejar de beber y que ha sido arruinado por los fantasmas que produce su mente, por las memorias de su pasado y por extraños sentimientos de culpabilidad que alimentan su voluntad de autodestrucción. Incapaz de reaccionar ante el regreso de su mujer, Yvonne, el cónsul deja que ella se acerque de nuevo a su hermanastro Hugh, quien también está de regreso en Cuernavaca.

La novela ocurre en un solo día, el Día de Muertos de 1938, en la bella ciudad de Cuernavaca, la ciudad de la “eterna primavera”, como se la conoce en México. Aun para alguien que no conozca el lugar, el paisaje está vívidamente descrito y en él predomina la imagen de los dos volcanes: el Popocatepetl (don Goyo) y el Iztaccihuatl (la mujer dormida); además de los cerros típicos de esa región, localizada apenas a cincuenta kilómetros al sur de la Ciudad de México.

Desde un principio, la novela parece girar como en una noria, lo cual anuncia la inevitable tragedia de Geoffrey Firmin. En la novela asistimos fracaso tras fracaso a los intentos de recuperación del personaje principal y en cada capítulo asistimos a una recaída cada vez más dramática; un descenso a los círculos del infierno que es la vida del personaje principal, quien lo expresa así desde el principio de la novela: “El nombre de esta tierra es el infierno”. Es esta imposibilidad de poder escapar lo que hace que los personajes de esta obra vivan como en una pesadilla de la que no pueden despertar.

La novela tiene doce capítulos y el lector puede vivir plenamente los diferentes ritmos que la componen; el ritmo de la historia va cambiando, se va intensificando, en la medida que la tragedia se hace más evidente: poco a poco, los límites entre la realidad y el delirio en la mente alcoholizada del personaje principal se borran dejando ver la angustia, el resentimiento y la decepción que se van apoderando de todos y cada uno de los caracteres.

Bajo el volcán es una historia de pasiones básicas y de personas que no consiguen, aunque lo intenten, romper con el círculo de dependencia en el cual se encuentran atrapados; todos están a su modo condenados a la muerte o al sufrimiento. Y en este sentido la novela se nos presenta como un laberinto donde los personajes no logran dar con el hilo de Ariadna para poder escapar a su destino.

Así, Bajo el volcán es la historia de tres estados de ánimo, de tres personajes: el del cónsul, incapaz de detener su caída hacia el abismo de la muerte, el de su medio hermano Hugh, ambiguo personaje que simpatiza con la causa de la izquierda, que ha regresado de España, medio escritor, y que rivaliza con su hermano, pues no está clara su relación con Yvonne, la esposa del cónsul, que ha regresado para tratar de «salvarlo» y de esa forma intenta recomponer varias veces el estado de su marido durante el día de muertos (otro de los muchos elementos simbólicos: la presentación de la película Las manos de Orlac, el indio medio muerto que está tirado al lado del camino, la imagen de la Virgen de la Soledad), sin que pudiera ser de otra manera, el modo en que transcurre el argumento.

En toda la novela, el cónsul es el antihéroe, la figura que se arrastra hacia la muerte y que le reprocha a Hugh Hugh su romanticismo y al hacerlo vemos que este no es tan distinto del cónsul, pues detrás de sus esfuerzos por ayudar a su hermano se esconde un personaje consentido, mimado y que vive soñando una salida que no existe más allá de su imaginación.

Bajo el volcán es una novela triste, extremadamente pesimista, que cuenta no solo un fracaso sentimental, sino sobre todo el fracaso de una vida echada a perder y en el cual resuenan otras tragedias políticas e históricas (la Guerra Civil española, el nazismo, la Segunda Guerra Mundial) pero es que no podía ser de otra forma (la vida es esencialmente triste, llena de pesares y penurias, al menos para la gran mayoría de la gente).

La novela nos va dando conforme evoluciona una serie de símbolos y de premoniciones que anuncian el desenlace trágico que se avecina, pero particularmente la fecha en que ocurre la novela: El día de los muertos, una de las celebraciones más importantes de México, que revela ese otro México, el México indígena, el México profundo, lleno de simbolismos y de rituales que revelan la dualidad de la vida y de la muerte, de la modernidad y de las tradiciones en un país que en aquel momento acababa de pasar por una revolución que transformó sus estructuras sociales y que dejó cerca de un millón de muertos.

Pero Bajo el volcán no es sólo una novela alegórica también es una novela narrada desde las extrañas y el desgarre con que el propio Malcom Lowry (1909 – 1957) construye el drama de sus personajes.

Si el lector no puede tener acceso a la novela, al menos vea el filme (1984) con el mismo nombre y protagonizada por Albert Finney y Jacqueline Bisset y dirigido por John Huston.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Jacqueline Bisset y Albert Finney en «Bajo el volcán» (1984), de John Huston

 

 

Sergio Inestrosa

 

Crédito de la imagen destacada: Posta.

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