Pero lo que más llama la atención de este título debido a Denis Villeneuve es el tono lento y reflexivo que hizo de esta película, desde 1982, una obra de culto. En esta continuación, con quizás menos belleza que ese fin de antología de la primera, cuando el androide recuerda ver arder maquinas en el espacio, batallas inclementes, que forman sus recuerdos como lo más importante, pero que son apenas “lágrimas sobre la lluvia” frente a la muerte.
Por Cristián Garay Vera
Publicado el 9.10.2017
“Algunas veces el amor implica convertirnos en extraños”.
Esta segunda parte, debida al director canadiense de «La llegada» (2016), comparte con respecto a la cinta de 1982 el tono grandilocuente y la cuestión de la identidad de los androides. Es que era inevitable, ya que «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», de Philip K. Dick, texto en el que se basó la película original, era una anticipación del dilema futuro de la independencia posible de la inteligencia artificial. Cuestión bastante espinosa, ya que la programación posible de una autonomía de decisiones podría llevar a juzgar a la humanidad como imperfecta y suprimible.
La idea del error humano ha sido desarrollada en varios largometrajes, de las cuales las más populares son «Terminator» (James Cameron, 1984) y las versiones de Galáctica («Astronave de combate», 1978, y «Battlestar Galactica», 2004) donde los androides quieren suprimir el error de “Dios”. Pero, para nuestra tranquilidad, el desarrollo de la informática y de la información ligada mutuamente está regulada por las «Tres leyes de la Robótica», formuladas por Isaac Asimov –el escritor de Ciencia Ficción- en su relato «Círculo vicioso», que data de 1942, para el mejoramiento de la computación de manera prudente, y las que parten con que un robot no hará daño a un humano ni por acción u omisión.
El tono distante y lluvioso de un Los Ángeles, menos toxico en 2049 que el de 2016 (¡!), es recreado en los instantes cumbres, a la vez que la fotografía mantiene ese tono opaco y decadente de la primera versión, donde la lluvia es el estado normal del relato.
Pero lo que más llama la atención es el tono lento y reflexivo que hizo de esta película, desde 1982, una obra de culto. En esta segunda parte, con quizás menos belleza que ese fin de antología de la primera, cuando el androide recuerda ver arder maquinas en el espacio, batallas inclementes, que forman sus recuerdos como lo más importante, pero que son apenas “lágrimas sobre la lluvia” frente a la muerte.
Y mientras su vida se va, el androide al sentir la inminencia de la muerte salva de la de su persecutor, interpretado por un extraordinario Harrison Ford (Rick Dekard). Para entonces, lo insondable de la existencia humana se vuelve lo que se busca: aquello que nunca estuvo en la programación de cada replica que busca acercarse a la humanidad.
Si el sentido de la muerte y de la vida fue el tema de la primera parte, de esta segundo es el amor. El amor entre replicantes, posible y real a pesar de las apariencias. Ana de Armas (Joi), en el rol de un holograma femenino cuya femineidad es abismante. Así, se transforma en la amenaza más grave para Niander Wallace, el fabricante de alimentos y de replicantes más sumisos, que compró los derechos de la quebrada Corporación Tirrell, luego de algunas rebeliones de sus modelos Nexus.
La rebeldía hace que nuevos modelos, más sumisos, tomen la función de eliminar a sus parientes androides, y ese es el papel y tragedia de KD6-3.7 (Ryan Gosling) que da al tiempo la vaciedad y el instinto para un androide menos dotado de preguntas que el antiguo oponente de la primera versión.
Las investigaciones que se desarrollan toman como eje la sospecha que hay un hijo entre replicantes, y que ello podría amenazar a la humanidad. Esta vez los replicantes saben del poder subversivo de una maternidad más que preguntarse acerca de la muerte y la extinción que tensionaban la primera versión. Y la memoria que se debate.
Desde luego, mirada en comparación, esta versión no alcanza los niveles metafísicos de la primera, pero mantiene la tensión entre hombres y máquinas que buscan su propia humanidad. Esta vez se sugiere como una rebelión en regla, y no solo como la aventura final de un grupo de replicantes en la hora casi final de su vencimiento biológico.
Blade Runner 2049 (2017), dirige Denis Villeneuve. Elenco: Ryan Gosling, Ana de Armas, Sylvia Hoeks, y Harrison Ford. Estados Unidos, Reino Unido y Francia. 163 minutos.
Tráiler: