Este largometraje de ficción -el «estreno» cinematográfico de la semana en Chile- no abarca, ni mucho menos toda la biografía de su personaje principal. Tampoco las secuencias son exactamente iguales a cómo ocurrieron. Es una recreación audiovisual con base histórica, que resume lo que podríamos llamar sus primeros pasos y su triunfo, y donde destacan la actuación protagónica de Rami Malek y el guión dramático escrito por Anthony McCarten.
Por Cristián Garay Vera
Publicado el 3.11.2018
Sería fácil decir que esta es un biotopic de la vida de Freddy Mercury (interpretado por el actor Rami Malek), nacido como Farrokh Bulsara, nombre de una ciudad india, en Zanzívar, hoy Tanzania. Hijo de un funcionario colonial británico, cuya familia emigró a Reino Unido cuando debieron salir de la recién emancipada Tanzania donde había sido destinado. Fue registrado como británico de etnia parsi (persa) y su familia adhirió al zoroastrismo, la religión ancestral persa: su cuerpo fue cremado según la tradición de ese culto, aunque el no fuera practicante. Sus últimos años los pasó en Suiza, y donde la soprano española Monserrat Caballé entre otras celebridades sufragó su estatua que, mirando al Lago Leman, está en Montreaux.
Pero esta película es mucho más que eso. Es la historia de un muchacho talentoso que dominaba el piano durante su época escolar, que estudió diseño y compuso el escudo de Queen usando sus habilidades, que vendió ropa de su creación para subsistir en sus años iniciales, y que para muchos fue simplemente el “paki” (pakistaní) que se ocupaba de las maletas en el aeropuerto.
Es la historia, contada primorosamente en el guión de Anthony McCarten y Peter Morgan, de un flaco muchacho que se sabía talentoso, en el seno de una tradicional familia que aceptó, lentamente, sus extravagancias y abierta homosexualidad. Es que era un personaje, en el amplio sentido de la palabra, que nunca se arregló sus dientes, con una capacidad vocal extraordinaria -que variaba entre tenor y barítono- y el cual logró hazañas en la interpretación del rock-opera, género propio de su creación (cultivado con Monserrat Caballé más tarde), expresión de su inagotable creatividad. Un artista que se definía por estar fuera de toda categoría y que hacía música sin fronteras, lo que le costó disgustos con la industria musical de su época como imponer de demo la canción «Rapsodia Bohemia» que duraba seis minutos.
Este largometraje de ficción no abarca, ni mucho menos toda la vida de su personaje. Tampoco las secuencias son exactamente iguales a cómo ocurrieron. Es una ficción, con base histórica, que abarca lo que podríamos llamar sus primeros pasos y su triunfo. Nada se dice de sus últimos años (salvo en los créditos) donde Jim Hutton (Aaron McCusker) y su ex esposa Mary Austin (Lucy Boynton) se preocuparon por él y de su memoria. Tampoco está otro momento estelar como fue su trato profesional y amistad con Monserrat Caballé, fruto de su mutua admiración y que les llevo a componer e interpretar “Barcelona” para los Juegos Olímpicos de hace algunos años (1992).
Pero dicho lo anterior, no hace falta una extensa revisión de su vida. Esto es mérito del director Bryan Singer que centra la película en los esfuerzos de un esmirriado británico de ultramar, producto de la expansión del colonialismo, de ascendencia parsi, cuya religión perseguida en sus países de origen por violencia sectaria, luchó por ganarse un lugar en los afectos de la gente. Como él dice en el filme, somos unos inadaptados que trabajan juntos para hacer música para otros inadaptados. Freddie, que así se hace llamar desde el momento en que empieza a ser conocido, evoca Mercurio como astro y destino. En él se fija Mary, quien es empleada de una tienda de ropa en Londres. Ella cree en su talento y lo acompaña en sus ideas más arriesgadas, coqueteando con el lado más afeminado del cantante, sabiendo de su larvado homosexualismo, pero aceptándolo como su amor por muchos años y giras, distante y en peligro con las muchas tentaciones de esa vida.
Pero contra todo prejuicio, su afecto por Mary no se desvaneció nunca, a pesar de sus amantes, su ruptura, y su progresiva homosexualidad desde que se pronunció acerca del tema (mediados de la década de 1970) y siempre de modo contenido porque no era partidario de ventilar su vida por los medios. Aunque él sí llegó a considerarse una leyenda, y que era la única Reina dentro del grupo, lo cierto es que era tímido con los medios, y vio a Queen como su familia. Incluso cuando ya rompe Mary con él, su comunicación fue constante y fundamental en su estabilidad emocional.
Cuando se habla de los excesos de Mercury, está ese aspecto más íntimo que le caracterizó en una relación tensa con su padre (como cuando se cambia de nombre de pila), y la cual se restablece, muchos años después, en uno de los más emocionantes momentos de la cinta cuando se dedica a participar del Festival para la ayuda en África, y cuando su progenitor le recuerda los principios del zoroastrismo, la primera religión monoteísta.
Mirado en perspectiva -o al menos así nos los presenta el guión- Freddie Mercury nunca dejó ser el muchacho tímido, que buscaba el afecto de las personas y sus amores. Paralelamente, lo único permanente en su afán de cada día fue su amor a la música. Ilustrado cuando anuncia al grupo que tiene Sida, diciendo que no quiere que lo compadezcan, sino que hagan el trabajo bien hecho, lo que se refleja en el festival Live Aid por África con un récord de espectadores y cuya participación ha sido considerada el mejor recital en vivo de la historia.
El resto son las giras, la canción, la composición musical y el ambiente de los muchachos eternos de Queen. Obviamente la banda musical (John Ottman, Brian May y Roger Taylor) es hecha para enternecer a los devotos, pero dado el amplio registro de creaciones permite visualizar la genialidad del grupo y no solo de Mercury. Un aspecto potenciado por la extraordinaria caracterización del actor que le hace ver como centro de todo el grupo. En suma, la historia de un muchacho que nunca deja de buscar la amistad y la estabilidad, donde curiosamente, frente al estereotipo, nunca dejó de estar con Mary Austin, el otro lado de la “Reina”, y de la cual siempre quiere su aprobación, incluso cuando tiene un hijo de su nuevo novio y acepta ser su padrino, aspecto que no sale en la película y que como otras adaptaciones, cambia fechas, pero no deja de mantener la épica de quien ha sido considerado sino el más grande, uno de los más grandes músicos populares del siglo XX.
Bohemian Rhapsody. La historia de Freddie Mercury. Música: John Ottman, Brian May y Roger Taylor. Dirección: Bryan Singer. Guión: Anthony McCarten y Peter Morgan. Elenco: Rami Malek, Lucy Boynton, Aaron McCusker, Gwilym Lee, Ben Hardy, Joseph Mazzello, Allen Leech y otros. Año: 2018.
Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios de la cual además es profesor titular.
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