La última entrega del realizador Jason Woliner ha tenido su estreno —vía streaming a través de la plataforma Amazon Prime— justo el mes anterior a las elecciones estadounidenses y donde antes (en el primer título de la saga, en 2006, a cargo del director Larry Charles) había un discurso inteligente y universal, ahora el intérprete protagonista Sacha Baron Cohen aburre al presentar a unos republicanos clasistas e ignorantes, como si en el otro bando (el demócrata) los norteamericanos exhibieran una cara más amable y refinada, por lo menos para los ciudadanos del tercer mundo.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 29.10.2020
El falso documental de 2006 era un genuino intento por mostrar que al interior de Estados Unidos se podían encontrar almas afines a la idiosincrasia del supuesto Estado de Kazajistán donde campearían antisemitas, homofóbicos y misóginos, junto a un desprecio absoluto por la gente con deficiencias físicas o mentales.
Implicaba una sátira irreverente, de una ironía muy aguda, valiéndose del humor burdo encarnado por Borat, el personaje inventado por Sacha Baron Cohen para dichos efectos.
Mediante ese humor descarado, Borat era capaz de permear toda la estupidez que se expresa en las redes sociales donde, por ejemplo, es imposible criticar a una mujer, ya sea por sus ideas o su físico, sin ser tildado de antifeminista, ni hablar de pintar un cuadro o sacar una fotografía donde se aprecie el desnudo femenino. Tampoco se puede tildar a alguien de afeminado o escribir de aquello, debido a que tampoco es políticamente correcto.
Twitter es por excelencia, el lugar donde los ególatras vociferan lo que piensan en 280 caracteres. Por último, ya sabemos lo que pasa si se critican las creencias judeo–cristianas, el mundo de Hollywood ha sido el paradigma de un cielo en la tierra, un aparato que, a través de las películas, casi nunca deja traslucir ideas que perjudiquen a la elite dominante de Estados Unidos, tanto política como en términos de principales fortunas.
«Borat» (2006)
Borat (Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan) no es particularmente hilarante, sus gags no son siempre graciosos, pero vulnera la valla invisible de lo que se puede o no decir en público. La irreverencia, que Sacha Baron Cohen hábilmente disfraza de idiotez, permite que los habitantes de Estados Unidos se rían, aun a cuenta de que se está mofando de su propio estilo de vida.
Borat juega con la ignorancia de una educación centrada en los datos, que tal como la mayoría de lo que circula en Internet, carece del componente empírico y emocional que nos distingue como seres humanos. Son cientos de miles de palabras e imágenes que no se asocian a la experiencia social, sino a los “likes”. Son aquellos contenidos, a veces absurdos (fake news) que no siguen patrones de validación y que muchos descerebrados van compartiendo a diestra y a siniestra.
Qué fácil resulta estar de acuerdo con un coterráneo de Kazajistán, pulsando ese “like” que puede multiplicarse por decenas de miles e instaurar una verdad, al ser compartida “amistosamente” a través de las redes sociales.
Nosotros, los usuarios del siglo XXI (Borat convoca directamente a los estadounidenses) reímos de las ocurrencias de Sacha Baron Cohen, cuando en realidad él se está riendo delante de nuestras caras, en forma descarada, describiéndonos como seres imperfectos, llenos de prejuicios.
Pero seres que dentro del mundo digital renacemos con el dedo justiciero, con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, sin ningún esfuerzo intelectual, intentando expresar una pseudo emoción frente al contenido instantáneo que no apela a nuestras emociones profundas, sino a una emoción compartida, muchas veces por minorías que intentan persuadir a la masa de sus pseudo verdades, instrumento especialmente útil para los populistas que expresan sus ideas simplificadoras, reduccionistas y fascistas.
Ese es el mérito de Borat, no es un bálsamo de frescura, sino un personaje que permite que nos desahoguemos ante tanta hipocresía.
«Borat» (2020)
En Borat: Subsequent Moviefilm (2020), el personaje es menos universal y se viste “quizás” con los colores del partido demócrata, burlándose de ellos mismos, a través de la rigidez de sus adversarios republicanos. Estos últimos siguen apareciendo sexistas y homofóbicos, pero al hacerlos aparecer más estúpidos, la irreverencia se derrumba y parece un filme panfletario en contra de Donald Trump.
Sacha Baron Cohen podrá ser un comediante genial, pero es absolutamente redundante subrayar la ignorancia, el ego desmesurado y ese fascismo que Trump no esconde y escupe a los cuatro vientos a través de sus “tuits”.
Borat (2020) ha sido estrenada justo el mes anterior a las elecciones y donde antes (la Borat de 2006) había un discurso inteligente y universal, ahora Sacha Baron Cohen nos aburre presentándonos a unos republicanos clasistas e ignorantes, como si en el otro bando (demócrata) los estadounidenses presentaran una cara más amable.
Cuando para un latinoamericano, resulta evidente que esas diferencias no son reales, sobre todo, cuando vemos el comportamiento hacia otros países (relaciones exteriores) donde republicanos y demócratas tratan al resto del mundo con igual desprecio.
Esta segunda parte de Borat no es ni la sombra de la primera, no hay una crítica punzante a la sociedad, más bien hacia un partido político. Sacha Baron Cohen se transforma en la caricatura de su propio personaje, pierde fuerza ante la carencia de un mensaje coherente, resultando en una visión destemplada (contra los republicanos) que aburre al espectador con un contenido demasiado superficial.
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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial de la Pontificia Universidad Católica de Chile y como escritor ha publicado las novelas Fear, El rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca, Meditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).
Tráiler 1:
Tráiler 2:
Imagen destacada: Fotograma de Borat (2020).