La versión en concierto de la cantata del alemán Carl Orff entregada por la agrupación laica y universitaria en su cumpleaños, si bien le restó la vistosidad teatral y dramática que aportan elementos como el vestuario, el baile, la escenografía, la actuación y la iluminación, le otorgó a esta interpretación un mayor protagonismo e importancia al elemento netamente musical y, dentro de éste, al factor rítmico de la composición. El final de la velada fue coronada por una larga ovación de pie como hace tiempo no se veía en el teatro.
Por Jorge Sabaj Véliz
Publicado el 10.1.2018
Como ya es tradición en las temporadas del, ahora en propiedad, Teatro de la Universidad de Chile, se representó, en versión concierto, la cantata dramática o escénica Carmina Burana (1935-1936) creada por el compositor alemán Carl Orff (Múnich, 1895 – Múnich, 1982). Las funciones tuvieron lugar el viernes 5 y el sábado 6 de enero, en el escenario del ya citado recinto.
La versión en concierto, si bien le restó la vistosidad teatral y dramática que aportan elementos como el vestuario, baile, escenografía, actuación e iluminación; le otorgó un mayor protagonismo e importancia al elemento netamente musical y, dentro de éste, al elemento rítmico de la composición.
El concierto se vio engalanado por la celebración del 77º aniversario de la Orquesta Sinfónica de Chile, fundada en 1941 durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941). Asistieron autoridades como el ex Presidente Ricardo Lagos y su señora Luisa Durán, así como el Rector de la Universidad de Chile Ennio Vivaldi Véjar. Este último pronunció un breve discurso, así como también lo hicieron el concertino de la Orquesta Sinfónica de Chile, Alberto Dourthé Castrillón y el Director del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile (CEAC), el abogado Diego José Matte Palacios.
Desde el comienzo del concierto se pudieron apreciar las virtudes que se mantendrían a lo largo de éste: buena dicción de los integrantes del Coro Sinfónico, equilibrio de las cuerdas de voces y un acompañamiento de la orquesta que en ningún momento opacó el desempeño vocal. Así en el O Fortuna, los stacatto de cuerdas y los vientos en piano dieron el marco perfecto para la introducción coral. En el tutti forte destacaron las sopranos.
En el Fortune plango vulnera, los bajos demostraron ese color que han mantenido en sus últimas presentaciones y una orquesta unificada y precisa en los tiempos, destacando el fagot. En cuanto a las trompetas les faltó un poco más de presencia y claridad. El Veris leta facies se inicia con un recitativo de las voces bajas con bronces en piano, para seguir con tenores y sopranos en efectivos “dúos” de cuerdas, excelente dicción. Omnia sol temperat el solista barítono, Patricio Sabate, realizó una versión de cámara muy lírica y pronunciada, cantando en un registro cómodo, se extrañó que aprovechara más la línea melódica por sobre la declamación. Ecce gratum, entrada tímida de los tenores, la segunda entrada fue más segura, más marcada, correcto el doblaje de los bronces a las voces. Tanz, hubo algunas descoordinaciones rítmicas en la entrada de los violines. Buen dúo de la flauta y el timbal, gran sonido de los trombones.
Floret silva, dentro del sonido timbrado y redondo alcanzado por mezzos y sopranos, destacó un pianísimo en nota aguda de las sopranos. Chramer, gip die varwe mir; logrado bocca chiusa del coro así como el sonido de la cuerda de mezzosopranos. Para terminar todo el coro en una nota sostenida en piano. a) Reie b) Swaz hie gat umb c) Chume, chum, geselle d) Swaz hie gat umbe, gran entrada de tenores aportando fuerza luego del staccato de cuerdas, en general el coro en gran forma en sus mezzopiano, se mantuvo el tempo de todo el conjunto hasta el final gracias a una atinada dirección. Were diu werlt alle min, destaco al inicio la entrada de bronces, el coro no perdió fuerza y la percusión mantuvo el ritmo hasta el final.
Estuans interius, orquesta comienza a gran ritmo, al barítono solista le falto un poco de volumen en el registro medio, en el registro alto, se desenvolvió con soltura alcanzando sonoridades de tenor con la voz plena, interpretación teatral, aunque estuvo al borde del quiebre logró airosamente su objetivo. Olim lacus colueram, el turno del joven tenor solista, Brayan Ávila, con voz de contratenor y agudos timbrados que no sonaron forzosos. Buen registro medio, tal vez con un poco más de volumen que el requerido, mantuvo un timbre parejo en todo el registro, interpretación más lírica que teatral, buena pronunciación. Ego sum Abbas, declamación efectiva de Patricio Sabate, hizo gala de toda su experticia teatral, agudos timbrados pero sacrificando armónicos.
In taberna quando sumus, la parte de los hombres un poco mecánica aunque efectiva en los tempos, la orquesta con un tiempo y volumen adecuado, controlado por su director, un número muy bien logrado. Amor volat undique, el primer número del Cour d’amours, es entregado en otras versiones a un coro de niños, en la presente versión se optó por sopranos pero en un número más acotado. La soprano Claudia Pereira se movía por aguas conocidas, voz lírica ligera bellamente timbrada y bien acompañada por la orquesta.
Dies, nox et omnia, Sabaté pasa con facilidad y destreza de la voz plena al falsete del sobreagudo, con una buena línea de canto, gran manejo vocal del falsete para que no pierda su color y su línea, hace ver fácil lo que es difícil. Stetit puella, Claudia Pereira, la soprano solista, exhibe una voz más lírica en los agudos, destaca, como siempre, la belleza del color. Interpretación sentida y disfrutada, la orquesta sólo debía acompañar discretamente.
Circa mea pectora, nuevamente el barítono solista, conoce bien sus límites y no se extralimita en el volumen aunque la interpretación lo requiera, conoce su material, se observa una marcada complicidad con el director. En cuanto al coro se oye más cómodas a las voces femeninas en sus partes, los varones se escuchan pesados y lentos. Si puer cum puellula, bien los tenores y bajos en su acompañamiento del barítono solista.
Veni, veni, venias, gran diálogo de cuerdas femeninas y masculinas, la orquesta en segundo plano para finalizar con un tutti sonoro a cuatro voces. In trutina, la soprano solista comienza en pianísimo absolutamente compenetrada con su canto. Notable el mezzopiano que sostuvo en toda la frase musical la línea de canto sin desmerecer la interpretación. Tempus est iocundum, efectiva aceleración de solistas y percusión, buena presencia coral aunque faltó un poco de fuerza en las entradas del coro, correctos en el tempo y la pronunciación.
El director completamente entregado. Dulcissime, la voz de la soprano solista no falló en los sobreagudos en pianísimo, gran dominio vocal, tal vez un poco más de presencia habría resaltado aún más su solo. Ave formosissima, el coro llegó con energía al final, gran entrega, aún más allá de sus posibilidades, pero bien dosificado, no se desinfló. O Fortuna, coro responde al final con gran sonido y fuerza, la orquesta como en todo el concierto, aplicada, concentrada y siguiendo al director.
El final del concierto fue coronado por una larga ovación de pie como hace tiempo no se veía en el teatro.
Crédito de las fotografías: Patricio Melo, del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile