El primer concierto de la temporada 2019 de este cuerpo estable del Ceac de la Casa de Bello (jueves 4 de abril) destacó por el fino manejo de los matices y de los finales en la interpretación de cada una de las partituras ofrecidas. La totalidad de las voces lograron un desempeño notable, descollando notoriamente las sopranos. Su sonido claro y delicado, ajustado perfectamente al estilo coral, superó por mucho a las, a veces, engoladas voces masculinas.
Por Ismael Sánchez Rojas
Publicado el 7.4.2019
Ha pasado mucho tiempo desde la gestación de lo que se entiende hoy como Canto Gregoriano. La riqueza melódica y simbólica que lo caracteriza nació como servil ofrenda a los textos de la misa, como una oración enriquecida por el deseo fervoroso de alcanzar la buenaventura divina. Con el paso del tiempo, esta música ha servido de modelo de composición y nueva fuente de inspiración para innumerables músicos. También ha entrado en la historia del cine con un significado completamente opuesto al propio de este canto, pues se ha puesto al servicio de escenas de terror, fantasmas y de posesiones demoníacas.
Este último factor ha contribuido grandemente a que una gran parte de la gente sienta rechazo a este tipo de canto, pues les produce escalofríos, un cierto temor que, finalmente, ha sido provocado por una educación estética guiada por la pantalla grande. Con todo, es más que justo y merecido destacar su valor histórico, cultural y, sobre todo, su noble belleza.
En este espíritu se movieron muchos compositores del siglo XX, entre los cuales podemos mencionar a Jehan Alain, Maurice Duruflé, Frank Martin y, por supuesto, al gran Francis Poulenc; quienes contribuyeron a la revaloración de la música gregoriana y su incorporación en un discurso musical moderno y con una complejidad formal muy diferente a lo que pudieron haber imaginado sus gestores. Y en este mismo espíritu se reunió este jueves 4 de abril para apreciar el primer concierto de la temporada 2019 de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile y su concierto Influencias del canto gregoriano en la música del siglo XX.
El concierto destacó por el fino manejo de los matices y de los finales. Es de notar que esta música se compuso para los distintos momentos de la Misa, efectivamente, como parte del culto sagrado. Sin embargo, aún fuera de las cuatro paredes de una iglesia, la Camerata Vocal de la Universidad de Chile logró conmover a su público con la interpretación de cantos que, por desgracia, suelen estar fuera del alcance del público en general. Pese a la acústica algo seca del lugar, la delicada fuerza de las voces logró un empaste excelente y cada una de las partes cantadas destacaba entre la multiplicidad de colores que otorga esta música. El Kirie inicial del Réquiem de Jehan Alain eleva inmediatamente el silencio del público a una contemplación cuasi religiosa. Cada una de las voces logró un desempeño notable, descollando notoriamente las sopranos. Su sonido claro y delicado, ajustado perfectamente al estilo coral superó por mucho a la, a veces, engoladas voces masculinas.
Si hubo momentos que destacar en este concierto, se puede decir que los Agnus Dei fueron siempre la parte mejor cantada de las misas (el concierto constó de una misa de réquiem y una misa a doble coro). El carácter que imprimió el coro a cargo del maestro Juan Pablo Villaroel se ajustó perfectamente al que imprime este momento del acto ritual; momento en que el sacerdote parte la Hostia consagrada y pronuncia las palabras: “Ecce Agnus Dei, Ecce qui tollis pecata mundi” (Este es el Cordero de Dios, Este es quien quita los pecados del mundo). El motete Tu es petrus, de Maurice Duruflé, fue, sencillamente brillante. Uno de los momentos cúlmenes de la tarde, seguido por un Tantum ergo, compuesto magistralmente con la melodía original en la soprano (momento en el que más se destaca la influencia del canto gregoriano).
Un maestro, dijo una vez que solo hay dos momentos realmente importantes en un concierto: el inicio y el final, puesto que es lo que más queda en la memoria. Este principio se siguió muy felizmente en esta jornada, pues terminó con una magistral interpretación de la Misa a doble coro de Frank Martin. El Kirie con un inicio algo complicado se ajustó prontamente y logró una calidez excepcional, seguido por un Gloria magníficamente cantado y terminado de magistral manera. Nuevamente, como ya se mencionó anteriormente, el Agnus Dei fue la parte mejor interpretada, con finales delicadísimos, respuestas precisas y una composición donde Frank Martin muestra su pericia al unir el sentido del texto con el sentido de la música. Definitivamente, el mejor final que se pudo escoger.
La música es un continuo histórico que unifica el espíritu moderno con los tiempos de antaño y mantendrá vigente muchos años más la sabiduría arcana de los grandes maestros.
El Concierto 2 de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile se desarrollará el próximo jueves 18 de julio, a las 19:40 horas, en el Teatro de la Casa de Bello, ex Baquedano, en un programa que será dedicado íntegramente a la figura del compositor francés del género, Francis Poulenc (1899 – 1963).
Y en esa ocasión, como siempre, dirá presente el Diario Cine y Literatura.
Ismael Rolando Sánchez Rojas (Santiago, 1992) es licenciado en literatura de la Universidad de los Andes (Chile) y compositor amateur. En 2017 estrenó su obra para orquesta de cuerdas Siesta de una sirena y el año 2018 su elegía para orquesta de cuerdas Cuarzo, en ambas ocasiones bajo su dirección.
Esa misma temporada (2018) tuvo la oportunidad de dirigir Cuarzo en L´école de musique Vicent-d’Indy, y en el Conservatorio de Música de Montreal, en Canadá.
Crédito de las imágenes destacadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile.