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[Ciclo en MUBI] «Yella», de Christian Petzold: El amor después de la muerte

Una muestra del imprescindible realizador alemán, titulada «Los fantasmas entre nosotros», y la cual además incluye a los largometrajes «Seguridad interior» (2000), «Jerichow» (2008) y al corto documental «Süden» (1990), se exhibe en la cartelera actual de la referida plataforma de streaming.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 8.6.2021

El cine de Christian Petzold (1960) responde a los parámetros de una madura reflexión audiovisual acerca de las posibilidades comprensivas de la existencia, y el cual no elude ni el fenómeno de su finitud ni tampoco el nihilismo que la acecha a cada instante.

Así, Yella es una de sus mayores obras y el segundo crédito en orden temporal donde se evidencia el gran vínculo de colaboración interpretativa que tiene el realizador con la actriz Nina Hoss.

Seres pasmados y casi inexpresivos, marcados por el peso de la vida, se advierten en el argumento de este thriller, una desconcertante metáfora acerca de las diversas dimensiones que parecen poblar al tiempo y a su transcurso hacia la nada.

Pero en ese vacío, el amor puede surgir como una realidad capaz de cambiar cualquier rumbo, inclusive el de la indiferencia vital y despertar deseos de permanencia que se sentían olvidados por parte de sus aplastados protagonistas.

Bellamente filmada en ambientaciones rurales y en pequeñas ciudades frías y casi despobladas de lo que era la antigua Alemania Oriental, su montaje refleja un nivel de abstracción superior en torno a la fluidez del montaje, en una noción plástica que construye en imágenes la idea de marginalidad y periferia por el cual transitan los seres a la deriva que se registran en este crédito, y también una de las ideas estéticas más importantes para la cinematografía de su autor.

Golpeada, abatida y sin rumbo, el rol de Nina Hoss (Yella) encuentra una ilusión que parecía perdida en su horizonte, y recupera la fuerza de luchar por la supervivencia, con esa carga propia de amoralidad y egoísmo necesarios a fin de propiciar finalmente ese impulso.

Como en una novela de Nikolái Gógol, el director Petzold se interna por esa dimensión que separa a la realidad tangible y a esa otra hecha de sensaciones y de intuiciones que fundamentan a la superstición, a las creencias religiosas y a la no aceptación por parte del hombre, de sucumbir en su presunción egocéntrica, para luego derivar de forma incontrarrestable en la precariedad de un átomo más del universo.

Las secuencias transmiten esa melancólica certeza, la soledad inabarcable de cada uno de sus personajes, esa ausencia terrible, y la constatación de que la vida cotidiana sólo se sostiene en la ganancia de uno y en las pérdidas y las dolorosas carencias de otros.

El realizador inunda de detalles simbólicos su metraje: la luz que roza el blanco de sus cielos, la obtención de primeros y medios planos perfectos en su composición, unidos por comas digitales, y el tranquilo sosiego de las aguas del río Elba, a modo de testimonio parsimonioso de un lente de reflejo acuático, presente más allá del tiempo y de las emociones que enlazan a los seres humanos, y la música de una sonata de Beethoven y la letra de la canción Road to Cairo, de David Ackles.

Y ese total, es coronado por la recordable actuación de Nina Hoss.

 

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Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Yella (2007).

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