El director y guionista surcoreano -que ganó la Palma de Oro por unanimidad en Cannes 2019 con esta cinta- nos ofrece una fábula alocada, la cual es una mirada crítica sobre las a menudo vergonzosas y humillantes condiciones de los espacios (interiores y exteriores) para tanta gente con poco, frente a la exuberancia del mundo de los pocos con mucho. Una desigualdad espacial que es reflejo de la histórica brecha social en países como el suyo y que crece cada vez más en todo el planeta. La película destaca por su original guión y por el solvente reparto que encabeza Song Kan-ho como Kim.
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 29.10.2019
Preliminar
Para aquellos lectores que no hayan visto este filme y quieran hacerlo: quizás sea mejor leer este artículo tras su visionado dado que en él se explican detalles esenciales de su argumento.
Dos mundos
Se nos muestran dos clanes radicalmente distintos en cuanto a nivel económico y social. Los Kim, una familia pobre viviendo en un insalubre semisótano de un barrio muy humilde, un espacio apenas ventilado y con poca iluminación natural donde conviven un matrimonio y sus dos hijos mayores (ella Ki-jung y él Ki-woo), los cuatro sin trabajo digno malviven montando cajas de pizzas por una miseria. Y los Park una familia muy rica propietaria de una gran vivienda unifamiliar ubicada en un barrio elitista, viven a sus anchas con todo confort en una edificación de grandes ventanales al sol disfrutando de la vista de su maravilloso y extenso jardín. Ellos también son cuatro: Park quien es un exitoso empresario, su mujer dedicada a gobernar el hogar, Da-hye la hija adolescente y Da-song el pequeño de la familia. Dos familias de mundos opuestos que por su condición socioeconómica jamás se hubieran encontrado pero que van a conocerse y compartirán su día a día.
Ki-woo -gracias a un amigo y a pesar de no ser un candidato óptimo- es contratado como profesor particular de la joven Da-hye. A partir de esa entrada en el mundo rico, toda su familia –mediante engaños muy elaborados- logrará trabajar allí, lo hará gracias a la inocencia de la señora Park y a la poca dedicación de su esposo siempre tan ocupado en su trabajo fuera del hogar. Así consiguen que despidan al chófer y a la ama de llaves (quienes serán substituidos por los padres Kim) y que Ki-jung sea contratada como terapeuta particular para el pequeño Da-song , un niño muy inquieto con problemas de concentración. Son engaños de una familia desesperada que no duda en provocar el despido de dos buenos trabajadores y hacer creer a ese matrimonio rico que contratan excelentes profesionales para substituirlos. Los Park nada sospechan del vínculo entre los cuatro empleados infiltrados en su hogar, es el pequeño Da-song el que siente algo y lo suelta ante todos, él se da cuenta de que los cuatro huelen igual (los cuatro huelen a miseria, a sótano insalubre). Pero ese darse cuenta no es tomado en consideración por los padres, un guiño del realizador a como desafortunadamente los adultos tienden a menospreciar la intuición-sabiduría de los niños.
Es muy significativo el contraste entre esos dos espacios-mundos cuando la naturaleza se manifiesta con toda su fuerza en una noche de lluvia torrencial. En la mansión vemos como Da-song se ha empeñado en dormir en su cabaña instalada en el jardín y no le entra ni una gota de agua. En cambio la vivienda de los Kim se inunda por completo, impacta la imagen de las aguas fecales saliendo por el inodoro sin que nada puedan hacer; así la familia tiene que pasar la noche junto a muchas otras del barrio en un pabellón gimnástico habilitado. Tiene mejores condiciones la cabaña de juegos de un niño rico que la vivienda de una familia pobre, la dura realidad de un mundo muy injusto.
De planes y descontrol
En el pabellón, Kim conversa con su hijo: “¿Sabes qué plan nunca falla? Ningún plan. Si haces un plan la vida nunca funciona así”, y le dice que mire a su alrededor donde tanta gente se refugian apiñados: «¿acaso pensaron que pasaremos esta noche en el gimnasio?”. O la vida acontece y escapa al ansioso control humano, en cierto sentido es lo que ya expresó el mítico John Lennon en su célebre frase: “La vida es lo que sucede mientras estás ocupado haciendo planes”.
Esas palabras de Kim se producen tras haberse encontrado con imprevistos en su plan estratégico de “colonización” del mundo Park. Lo de colonización viene al pelo porque la familia titular se ha marchado unos días de casa y los Kim aprovechan la circunstancia para disfrutar del hogar soñado. Pero surgen imprevistos, la antigua ama de llaves les visita y con ella descubrirán un secreto que los Park desconocen: la vivienda dispone de un búnker en el sótano y en él vive su esposo escondiéndose de los prestamistas. Otro guiño de Bong Joon: el de los prestamistas, cuántas familias entran en espirales de deuda en este mundo, el nuestro, donde el dinero se mercadea a elevados costes tanto en la legalidad bancaria como en la ilegalidad mafiosa, ambas –en mi opinión- voraces maquinarias de pocos escrúpulos.
A partir de este descubrimiento todo se descontrola produciéndose situaciones tanto cómicas como trágicas. Situaciones que en principio afectan a las dos familias empleadas quienes acaban peleándose, brillante es la escena en que los Kim al completo se ven dominados por la ex-ama de llaves y su esposo quienes les amenazan con un móvil en mano cual revólver cuyo gatillo es el enviar a los Park una grabación en la cual confiesan la verdad de quiénes son.
Y situaciones que se tornan definitivamente trágicas involucrando a los mismos Park. En la celebración del cumpleaños de Da-jong, el habitante del búnker sale de su escondite encolerizado por la muerte accidental de su mujer causada por la señora Kim e irrumpe en el jardín lleno de invitados con intención de vengarse, lo hará matando a Ki-jung. A esa muerte seguirán otras que afectarán a las tres familias convirtiendo la fiesta en una alocada masacre. La venganza, esa respuesta descontrolada a un dolor, a una pérdida, a una injusticia; la venganza una forma de expandir ese dolor, esa pérdida, esa injusticia a otros, la venganza una triste forma que nada repara.
Desprecios y actitudes
El peculiar olor de los Kim que detectó el pequeño Da-jong se convierte en la visualización del desprecio de clases. El padre del clan pobre es el que más huele a insalubre semisótano a pesar de sus intentos de enmascararlo utilizando jabones personales y de ropa. Y al padre Park le resulta muy desagradable ese olor “a cuando hierves un trapo” tal y como comenta a su esposa, comentario que escucha Kim sin ser visto. Así, la mujer acaba abriendo la ventana del coche sensibilizada también ante ese olor mientras Kim la observa con gesto dolido desde el retrovisor.
Y ese olor también acompaña al desconocido habitante del sótano de la mansión. Cuando Park en la fiesta de su hijo se ve obligado a acercarse a ese hombre desconocido se tapa la nariz, Kim –a pesar de su bondad y a pesar de su respeto por su empleador- reacciona con violencia y mata al rico que no soporta el olor a pobreza. Entiendo que Park no es consciente de lo que han significado sus comentarios sobre ese olor ni su exagerado taparse la nariz en un ambiente abierto como es el jardín. Esa actitud suya es un tic reflejo de alguien que vive en un mundo privilegiado aislado del mundo real de la mayoría –alguien que nunca coge el metro, así lo confiesan tanto él como su mujer-, y ese tic más los comentarios que lo acompañan son imagen del desprecio –probablemente inconsciente- hacia esa mayoría que el ignora-desconoce. En este sentido resulta simbólico que sea con un desconocido con quien surja de forma más exagerada.
Park encarna el arquetipo -tan desafortunadamente común entre la gente rica pero no exclusivo de su clase- de persona que muestra actitud distante con quien no es de su grupo. El empresario marca límites en sus conversaciones con Kim, le advierte que no soporta a la gente que “traspasa la línea”. Para Park –y tantos como él- los otros no ricos cuentan poco o no cuentan, no valora que gracias a ellos puede tirar adelante su empresa. Como expresa el realizador al hablar sobre el título de su obra, los Park viven como viven gracias a la explotación de las gentes que trabajan para ellos, no son sólo los Kim los parásitos al aprovecharse de sus amos, el parasitar tal y como comenta Bong Joon existe en ambos sentidos aunque a menudo no se juzguen por igual en este injusto mundo en el cual nos ha tocado vivir.
Las dos familias tan opuestas en lo material son en cambio semejantes siendo parásitos dependientes y también lo son en algunas de sus características personales. A los Kim poco les ha importado el injusto despido del chofer y la ama de llaves, solo el padre muestra una cierta preocupación por ellos. Y en la escena en la que los vemos en el salón Park durante su ausencia, todos se comportan con una total falta de respeto por el hogar de sus empleadores, tan solo Kim es capaz de empatizar con ellos. El hombre habla sobre la ingenuidad de la familia empleadora, en especial de la señora –que es la más sensible y empática de su clan- a la que califica como muy amable “aún siendo rica”. A lo que su mujer replica que lo es precisamente porque es rica: “si tuviera todo este dinero también yo sería amable, incluso más”, momento en el que la vemos en su no-amabilidad apartando bruscamente a uno de los perros de la mansión –un desprecio a ella- para rematar: “el dinero es la solución”.
Pero entiendo que para nada la empatía y la amabilidad al igual que sucede con otras características personales como el desprecio están relacionados con el tener más ya sea posesiones, titulaciones, conocimientos… La obra lo deja bien claro en el retrato de las dos parejas protagonistas. La amabilidad y la empatía son características personales que tienen que ver con la sensibilidad y desnudez del corazón con el que cada cual afronta la vida, y esa es una riqueza que no crea ni líneas ni brechas.
Doy las gracias a “mi” mujer Paula por sus aportaciones, ella siempre enriqueciéndome.
Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Un fotograma de Parásitos (2019), del realizador surcoreano Bong Joon Ho.