La obra «Cincuenta y ocho», la intervención artística «Íbamos a ser» y la mini-serie «A.K.A.B. (All Kens Are Bastards)» son las creaciones de este grupo escénico y autodidacta que busca generar espacios de discusión en torno al feminismo inserto en la dinámica de una sociedad machista y patriarcal.
Por Sofía Miranda Valdebenito
Publicado el 28.7.2020
Desde el espacio exploratorio que las artes escénicas brindan, un grupo de mujeres decidieron atravesarlo para hablar, y de paso construir, sus propias estéticas y respuestas sobre el feminismo. Así fue como la «Colectiva Las Javieras» ha ido irrumpiendo con piezas teatrales que escriben, ponen en escena, dirigen y actúan ellas mismas; una de éstas fue montada en el Museo de la Memoria a fines de 2019.
La cuarentena las encuentra activas en redes sociales con la mini-serie A.K.A.B. (All Kens Are Bastards), una obra que retrata los distintos escenarios de violencia de género en clave fotograma con barbies y que les sirve para seguir experimentando y creando espacios de discusión.
En esta entrevista el Diario Cine y Literatura conversó con las cinco integrantes de la Colectiva: Francisca, Lina, Paula, Ámbar y Camila, en un diálogo que repasa su identidad estética y artística, y acerca de lo que se han propuesto construir ideológicamente al fundamentar a «Las Javieras», también cómo vivieron el 8–M y en qué se encuentran actualmente, en plena crisis sanitaria y política a nivel país.
Igualitarias y autodidactas
—¿Qué es la «Colectiva Las Javieras»?
—Voy a tratar de responder sin dejar nada fuera, pero sin extenderme demasiado. «Las Javieras» son un grupo de cinco mujeres que se reunieron con la inquietud común de hacer algo en plan activista, desde el teatro o la cosa escénica, que abordara como tema principal la violencia de género, y posteriormente otros temas vinculados al feminismo.
No nos conocíamos entre nosotras y solo una de las integrantes iniciales tenía conocimientos formales de teatro. Comenzamos siendo diez, en septiembre del 2018, y con el paso del tiempo quedamos las actuales cinco. Entre las chicas que se fueron estaba quien tenía estudios formales en teatro, así que ahora somos solo “aficionadas” al teatro.
El que fuéramos quedando menos dentro del grupo tuvo el hermoso efecto de hacernos pasar de ‘compañía’ a ‘colectiva’, porque antes teníamos directora y dramaturga, y las decisiones no necesariamente eran colectivas. Así que todas empezamos a hacer de todo y nos transformamos en esto, una ‘Colectiva’.
Lo escénico inicial fue mutando hacia otros lados y hoy en día hacemos cosas diversas, o quizás sería más honesto decir que tenemos proyectos diversos y que todo eso ha ido surgiendo de forma súper natural, a partir de nuestras propias inquietudes.
Como Colectiva vamos a donde nos invitan otros grupos de mujeres y montamos o hacemos intervenciones. En ese sentido nos falta más movimiento: buscar nosotras espacios y crear más instancias de movimiento. Este es uno de los desafíos permanentes que tenemos. Sin embargo, en los espacios en los que hemos estado, hemos buscado “movilizar”, generar cosas a partir de las historias que contamos: emociones, reflexiones, cuestionamientos.
Creo que lo más ambicioso, en términos de efectos o impactos, es que nuestras historias puedan servir de espejo para otres, y desde ahí les pasen cosas importantes a eses otres. Lo que se ha logrado un par de veces y nos enorgullece. Buscamos que las personas se cuestionen a partir de lo que contamos, y que eso sea una ventanita para mirar de otra manera y con otra disposición fenómenos cotidianos y potentes, como lo son aquellos vinculados con la violencia de género. Y en sus distintos niveles. Si bien estamos súper emparentadas con una Coordinadora que trabaja en torno al femicidio —Coordinadora 19 de diciembre—, nos interesa poner sobre la mesa distintos niveles de violencia de género, así como opera en la vida a diario. Y otros temas también, pero creo que no es reduccionista vincularlo finalmente todo con la violencia de género.
Y todo esto, en el contexto chileno actual, es de agitación y de cambio, y eso empezó antes del 18 de octubre, empezó con las feministas y estoy segurísima que sin las feministas el 18 de octubre no sería lo que fue. Este es un contexto ideal para hacer cosas, muchas cosas, ir tirando ideas y probar. Creo que la rebelión popular ha tenido un poco un efecto de libertad, de sentir que se puede probar y que si sale mal, no importa, lo intentamos de nuevo y lo inventamos de nuevo, porque hay una sensación general como de apertura, de recepción y acogida hacia les otres. Y sobre todo hacia LAS OTRAS, que son tan bonitas, ¿no? Bueno, también están quienes no se abren a nada, pero son los mismos de siempre, así que para qué nos vamos a frenar por ellos.
—¿Cuál es la relación actual entre el Estado y las mujeres?
—El Estado de Chile ha ignorado por mucho tiempo a las mujeres. Somos gran parte de la masa trabajadora y votante del país, pero los gobiernos se han aprovechado por años del menor acceso a la información y a la educación que solíamos tener, especialmente, considerando los roles impuestos por la sociedad. Por lo mismo, recién en los últimos años hemos empezado a ser visibles como una fuerza de cambio de la sociedad, y una fuerza que tiene que ser considerada por el Estado a la hora de dictar políticas públicas en diversas materias, y esta ha sido la principal labor de las organizaciones feministas.
Actualmente, seguimos siendo ignoradas o disminuidas en muchos temas, pero al menos podemos decir que el Estado se ha visto forzado a actualizar sus miradas para incluir perspectiva de género en distintos estamentos, por la influencia positiva que han tenido las organizaciones de Derechos Humanos.
Por ejemplo, si bien el Poder Judicial aún tiene mucho camino por recorrer, en el año 2017 se creó la Secretaría Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación de la Corte Suprema, que es una entidad dirigida por la Ministra Andrea Muñoz Sánchez, y que se encarga de hacer estudios dentro de los Tribunales de Justicia, para entender qué es necesario cambiar con el fin de alcanzar esa igualdad, y de qué modo se podría introducir la perspectiva de género a las sentencias, y al trato dentro de este poder del Estado.
Por otra parte, el Poder Legislativo ha logrado avanzar con proyectos de ley de vital importancia para las mujeres, en gran medida por el trabajo de senadoras y diputadas con tendencias feministas, como la Ley Gabriela, que amplió el concepto legal de femicidio. Actualmente se discuten otros temas, como la Ley que crea el Día Nacional contra el Femicidio #conJavieraenlamemoria, diversas leyes que buscan controlar el cumplimiento de las medidas precautorias en materia de violencia hacia las mujeres (desde el año 2008), y el proyecto que asegura el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
Estos dos últimos proyectos son en los que más se ha notado el desinterés del gobierno en relación con las mujeres. Si bien presentaron un proyecto de ley para permitir el monitoreo telemático del cumplimiento de las medidas precautorias y penas alternativas a la privación de libertad, lo único que se hizo fue reunir una serie de proyectos presentados desde el año 2013, y que nunca fueron patrocinados en su oportunidad.
Además, este nuevo proyecto fue ingresado con urgencia “simple”, por lo que está claro que no es una real prioridad para el gobierno. En cuanto al proyecto que asegura el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, este fue ingresado a inicios del año 2017 al Congreso, y a la fecha, pese a contar con urgencia Suma, ha sido tramitado por los congresistas de derecha, quienes siempre ven discriminación en toda la normativa que busca mejorar la situación de las mujeres, aunque con ello ni siquiera se logre la igualdad.
En cuanto al actual gobierno, basta con adicionar los nombramientos de las “NoMinistra” de la Mujer y Equidad de Género. Lo que ha sido una total burla para el movimiento feminista completo, no solo por la inexistente experiencia en políticas públicas relacionadas con el género, sino también por sus variadas declaraciones en el pasado.
Es difícil anticiparse a cómo seguirá la relación, particularmente del gobierno con las mujeres, pero han dado varios indicios de que no somos una prioridad.
El feminismo visto como una necesidad existencial
—¿Cómo conciben ustedes al feminismo?
—Para nosotras el feminismo es una necesidad y un proceso.
Como no nacimos feministas, y existen tantos feminismos como mujeres, cada proceso particular va tomando rasgos distintivos que cada “Javiera” incorpora en el trabajo creativo y formativo, y ese trabajo nos ha ayudado a dilucidar lo que nos consideramos y lo que no.
Al final, todas nuestras concepciones se han ido creando por una cuestión de procesos casi «hogareños», la historia personal de las integrantes del grupo ha hecho que cada una de nosotras entre a los feminismos de forma distinta y por una razón individual y desde ahí se va gestando todo. Por eso, nuestro feminismo lo catalogamos como “vivencial”, de la cotidianidad, casi sensitivo.
Estamos conscientes de las distintas variables de feminismo que existen, y la verdad ha sido todo un desafío clasificarnos dentro de una corriente teórica, porque somos súper poco academicistas (porque encontramos que todas las corrientes academicistas suelen ser excluyentes) y por lo mismo, quizá lo más fácil, en ese caso sería saber qué no somos Las Javieras: No somos radfem, ni somos terf.
Sobre el resto de las variantes, no tenemos certeza sobre si concebimos el feminismo desde la interseccionalidad, aunque sí, de que lo concebimos de forma transversal.
Para nosotras el feminismo tiene que estar en todo, tiene que opinar de todo y participar de todo, porque así como lo personal es político, lo político es personal, porque todo lo que pasa en el mundo tiene repercusiones en cada una de nuestras vidas, y al final, en esa participación es donde se va creando nuestro feminismo. Además, ya sabemos cómo funciona el mundo sin igualdad, así que buscarla es necesario.
De lo que estamos más seguras es de que para nosotras el feminismo es un proceso contante, un camino hacia. No hay feministas perfectas, y si lo creen, hay que cuestionárselo, ¿o no?
—¿Qué relación existe entre movimientos sociales feministas y medios de comunicación?
—Igual que la Revolución del 18 de octubre de 2019 (cuyo concepto ahora está muy de moda y exportado), desde el comienzo de los movimientos sociales feministas ha habido una relación muy lejana con los medios de comunicación tradicionales. Entendemos que esto pasa porque esos medios de comunicación suelen responder a lógicas de mercado y de consumo, y ciertamente, a los intereses de sus dueños, y por lo mismo, históricamente no han tenido una buena recepción de los movimientos sociales en general. Por lo mismo, para los movimientos ha sido difícil relacionarse con esos medios de comunicación tradicionales, y existe cierta desconfianza respecto a lo que se transmite, que hace que las feministas busquen otros medios para dar a conocer sus ideas y acontecimientos.
Es innegable eso sí, que con el feminismo se vivió una especie de época dorada, por lo menos desde el 8 de marzo de 2019, porque fue imposible negar la magnitud de mujeres gritando, saltando y bailando en las calles, y por lo mismo, se recibió de mejor manera. También es importante destacar que a esa fecha ya existían mujeres feministas en medios de comunicación tradicionales, que facilitaron la difusión del mensaje de los movimientos.
Por otro lado, los medios de comunicación no tradicionales han estado siempre junto al movimiento. Ese es el caso de Súbela Radio, Radio Usach, Radio JGM y Radio Villa Francia, entre otras, y medios escritos como El Desconcierto, Ciper, y periodistas independientes como Alejandra Matus. Nosotras nos mantenemos informadas con estos medios, porque en muchos casos son los únicos que hablan de temas contingentes relacionados con violencia hacia las mujeres, y, lógicamente, porque compartimos opiniones con sus líneas editoriales.
Nosotras somos mega fans de la Radio Online como medio de comunicación, y nos conectamos a diario para conocer los acontecimientos del día, compartiendo nuestras opiniones en Twitter. Además, soñamos con el día que nos inviten a “Café con Nata” y a “Súper Ciudadanas”, ambos programas de Súbela Radio.
«Somos una generación de mujeres que no se conforma con la sociedad patriarcal ni con los roles predefinidos»
—Cuéntennos sobre la experiencia de A.K.A.B y los montajes teatrales que están haciendo.
—Como Colectiva empezamos explorando en la creación teatral, y por eso lo primero que hicimos fue la obra Cincuenta y ocho, que ha tenido mil nombres desde su creación y que actualmente lleva el nombre del número de femicidios registrados durante el año 2018 (por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres), año en que fue escrita.
Cincuenta y ocho cuenta la historia de Carolina y de cómo fue aumentando la violencia en su caso hasta llegar al femicidio. El relato se hace desde la propia historia de Carolina, y también desde una serie de mujeres que la conocieron, y que a su vez han sido víctimas, o partícipes de la violencia ejercida contra las mujeres. Todas las historias de esta obra responden al “violenciómetro”, que mide la violencia desde lo más simple, hasta el peor acto de violencia que se puede ejercer en contra de una mujer.
Además, este año estamos empezando a tramar alrededor de una nueva obra, en la que pretendemos tratar otras temáticas del feminismo que nos llaman la atención. No queremos adelantar mucho, pero la cuarentena nos ha servido para estudiar temas que siempre nos han interesado, y esperamos que la obra nos ayude a plasmar un montón de esas situaciones.
Durante el proceso de creación y presentaciones de Cincuenta y ocho, nos dimos cuenta de que, además de tener un montaje teatral extenso, necesitábamos contar con intervenciones más cortas, más urbanas, que pudieran insertarse en otro tipo de contextos, porque lo que más nos importa es llevar el mensaje a los territorios, y de preferencia, a lugares donde estos temas no se han tratado. Por eso hemos hecho adaptaciones de la obra, para que pueda ser presentada en juntas de vecinos, plazas y calles.
Con ese objetivo en mente nació “Íbamos a ser”, que es una intervención artístico y cultural, creada en base a diversas herramientas artísticas, utilizando medios audiovisuales y por supuesto, interpretaciones teatrales. Estas se crean a partir de los textos del libro de la Coordinadora 19 de diciembre, Por nuestras muertas, toda una vida de lucha. Relatos de violencia patriarcal, que cuentan las vidas y sueños en primera persona de mujeres que fueron víctimas de femicidio. Hasta ahora hemos logrado montar seis historias base, y una principal, que presentamos en el Museo de la Memoria, el 19 de diciembre de 2019, durante la Conmemoración del Día Nacional contra el Femicidio.
Aparte de todo eso, y con un nacimiento casi anecdótico, creamos la idea de A.K.A.B., o All Kens Are Bastards, por la necesidad de abordar temas que consideramos realmente importantes, y de llegar a un mayor número de personas. La idea nació de la experiencia previa de una de nosotras en la creación de fotogramas con barbies, por hobbie de cabra ociosa estudiando una carrera fome, y consideramos que era una herramienta bien potente y flexible, así que nos pusimos a jugar con las ideas, y creamos este proyecto, que básicamente consiste en una historia contada a través de fotos, con un video de presentación y capítulos contando historias de las protagonistas. La historia base es la de cinco barbies y sus diversos caminos hacia el feminismo, motivados en muchos casos, por sus propias experiencias, y por un programa de radio que las une.
Ahora, en pandemia, hemos tratado de no bajar los brazos, aunque a ratos ha sido difícil. Por lo mismo, nos enfocamos en lanzar nuestra página web, y llenarla de contenido, grupal e individual. Además, hemos estado trabajando en proyectos que podemos hacer desde nuestras casas, como bordados feministas que puedan servir de escenografía en nuestras obras, y un registro auditivo de algunos textos que nos gustaría compartir.
Desde la creación de la Colectiva ha sido todo entretenido, y esperamos llegar a más personas en esta etapa enclaustrada, porque creemos que el feminismo debería estar en todos los escenarios posibles.
«Ya no estamos obligadas a tener pena»
—¿Cómo vivieron este 8–M?
—En la calle, felices, excepto por la Po-Javiera que tenía amigdalitis.
Este año fue especialmente rico, porque ya sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar en la marcha, y por lo mismo, fuimos preparadas para las multitudes felices. Caminamos un rato con nuestras amigas de la Coordinadora 19 de diciembre, y después nos terminamos separando porque la cantidad de mujeres en las calles hacía imposible mantener grupos muy grandes al mismo ritmo.
Además, llevamos nuestras máscaras con el logo de Las Javieras, que nos hizo el parejo de la Ambi-Javiera, Pablo, que es un diseñador y comediante muy seco. El logo es una niña enojada, que representa a la nueva generación de mujeres que no se conforma con la sociedad patriarcal ni los roles predefinidos, y que creció gritando por las injusticias que ve.
Fue muy interesante ver la reacción de las mujeres en la marcha, porque muchas querían sacarse una foto con la niña enojada, sin saber de qué se trata, y creemos que es porque de cierta forma se sintieron identificadas con esa rabia. Ya no estamos obligadas a tener pena. Tenemos derecho a tener rabia, y eso es maravilloso.
Además, en la marcha andábamos con el antagonista principal de nuestro A.K.A.B., que es un Ken muy “rusio-tradicional-clase alta”, que engloba todas las cosas malas que pueden tener los kenes en la vida real.
Fue muy emocionante salir a la calle el 8 de marzo, y agradecemos haber tenido la oportunidad de salir por última vez ese día, antes de que se agravara la pandemia. Es un recuerdo que quedó plasmado, y que nos mantiene expectantes sobre las mil marchas que se vienen cuando termine la pandemia.
—La noción de las paredes como medios de comunicación es muy interesante porque es un espacio al que tiene acceso toda la gente. Además, se utiliza un mensaje corto y directo que sirve para sacar a la luz la lucha constante de las mujeres y para demostrar que hay espacios donde nosotras podemos intervenir y donde nosotras podemos gritar al mundo que aquí estamos y que estamos cansadas del poder patriarcal. ¿Cuál sería el grafiti que ustedes pintarían en todas las calles?
—Estuvimos mucho rato discutiendo el grafiti porque hay dos temas que nos interesan mucho.
El primero es “el derecho a la rabia”, que es la concreción de todo lo que nos habían enseñado a NO ser desde niñas, porque la rabia no es un sentimiento de señorita bien portada… creemos que uno de los cambios más necesarios en las nuevas generaciones es que las niñas sepan que tienen derecho a enojarse, porque de ese derecho derivan otras cosas demasiado importantes, como la posibilidad de expresar el descontento con todo lo que no nos guste, o simplemente nos incomode. Por eso, una de nuestras ideas era hacer un grafiti, usando el logo de la niña ‘enojá’, que diga: ‘¡ENOJÉMONOS TODAAAAAS!’.
Después derivó en esta otra sensación, un poco de guata, que es hacerle caso a nuestra desconfianza y cuestionar a la autoridad, las reglas preestablecidas y todo en realidad. El cuestionar es un ejercicio constante que te mantiene alerta. Tiene relación con la idea de «Chile despertó», llegó un momento en que colectivamente pensamos: ¿Por qué tenemos que aceptar esta vida de mierda? En términos generales las mujeres también comenzamos a cuestionarnos por qué ganamos menos, por qué tenemos que sentir miedo, por qué nos violan, por qué nos matan, etcétera. Desde ahí comienza la elaboración de ideas, de acciones, también de la rabia.
Por último, pensando en un futuro feminista, cuestionar las ideas, las propuestas, las formas del feminismo nos parece fundamental para que no se transforme en un totalitarismo, cosa que nos aterra pero que ha pasado con movimientos revolucionarios en el pasado.
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Sofía Miranda Valdebenito (1983) es escritora, editora y traductora. Cursó licenciatura en literatura hispanoamericana (Universidad de Chile) y traducción inglés-español (Instituto Chileno Británico). Actualmente, se dedica a la edición académica para revistas de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Talca. Su primera obra literaria —El orden de la tierra— se publicará en la editorial Libros del Amanecer.
Crédito de las fotografías utilizadas: Loreto Naverrete.