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«Colette»: La fundación del nombre propio

Todavía presente en la cartelera local, el filme del director inglés Wash Westmoreland (conocido por «Siempre Alicia», con Julianne Moore) es abordado por nuestra colaboradora argentina desde una perspectiva abiertamente crítica, en cuanto a que su guión subestimaría la importancia de la escritora francesa dentro del canon de la literatura gala en general, sin desmerecer la lograda reconstrucción de época y de escena de la cinta, además de la notable actuación de Keira Knightley en el rol protagónico.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 6.1.2019

 

«El cine no tiene ningún contacto con la literatura…».
Colette

«¿Habrá, inserto en la vida misma, un dispositivo secreto, una música capaz por sí sola de desplazar la existencia hacia esa línea de batalla que llaman deseo…?».
Anne Dufourmatelles

Wash Westmoreland, director de Colette (2018) y guionista junto a Richard Glatzer y Rebecca Lenkiewicz ponen en pantalla technicolor a la multipremiada Keira Knightley en la piel – yo diría en la lengua, en el cuerpo deseante y deslenguado- de Sidonie-Gabriell Colette. Giles Nuttgens con una fotografía digna de todo filme inglés que se plantea una recreación de época y la música de Thomas Adès llevan a la protagonista a contar cómo se llega a ser la autora de las polémicas novelas de Claudine. Acaso, el otro nombre que encuentra Sidonie-Gabrielle para contarse en su primera auto reencarnación parisina. Después vendrán «Gigí», «Sido», la autora estrella de la capital francesa de los comienzos del siglo XX junto a Proust, Picasso, Jarry, Ravel, Sartre, Cocteau, Genet, Simone de Beauvoir: la créme de la créme… Esto excede en mucho lo que Wesmoreland nos muestra.

Volvamos al inicio…

Je suis…

Yo soy Sidonie-Gabrielle Colette, una adolescente enamorada de Henry Gautheir-Villas: Willy (Dominic West lo encarna). Él sabe moverse á la mode: transgrede sin riesgos, el compromiso está fuera de cualquier agenda. Incluso la nuestra: somos marido y mujer. Una transacción comercial más de las que vendrán: escritor bon vivant desposando a la campesina sin dote, vividor de talentos a los que utiliza como fantasmas/negros de la «su» impostura.

» ¿También estás escribiendo para él? Ya te ha convertido en uno de sus fantasmas…».

Sí. Fui quien le cedió a «Claudine». Todos mis recuerdos de infancia y juventud transfigurados literariamente. Escribo/me escribo para sentirme viva, para vivir. No tengo opción. Las deudas de la buena vida en sociedad alguien las tiene que pagar. Mi pluma libre, como mis deseos estallan en los cuadernos que otro firmará. Cuando me rebele seré sometida a prisión domiciliaria, detrás de una puerta cuya llave manejará, no por mucho tiempo, él. A él vivarán los lectores, él recogerá los dividendos, él seguirá siendo el escritor que nunca fue. Yo seré la comparsa en la/esa sociedad de artistas y arribistas. Pero por debajo de mi mano, por debajo de la fama hay quienes ven… Mi escritura crea otra lengua y descubre otros cuerpos… Ya no importa quién se adjudique lo que no le pertenece, que juegue al marido infiel… Yo estoy aprendiendo a moverme y a descubrirme…

«La mano que sostiene la pluma escribe la historia…».

Sin cuarto propio, descubro que «Claudine» me libera y me lleva a los brazos de otros y otras que me muestran que el deseo no se deja domesticar… el amor, tampoco… como el talento. Escribir es sólo mi primera salida a/de escena, también soy actriz y soy fiel… a Colette, sí, llegué a Ser.

«Nadie puede arrebatarte lo que eres…».

Mi lucha está en las tablas y en mis cuadernos. Willy ya no es más que una marca falsa, un hombre vencido por las deudas. La mía se la cobré. Mis lectores, mis amantes, sus negros, todos, incluso la justicia jugaron de mi lado…

Hasta aquí el filme. Prolijo. Reconstrucción de época. Vendible en tiempos del Me too. Bien pensante, de cabo a rabo.

Colette fue más que una joven que descubre París, utilizada y humillada por un marido. O la artista que escandaliza sobre el escenario besándose y desnudándose junto a su amante transexual. Colette fue una mujer de su época que abrió cauces a la lengua francesa, que inventó un género que hoy se sobreentiende como autoficción o literatura del yo. Que cruzó los géneros en su carne. Y también hay que decirlo: las críticas fueron menores, fue una privilegiada (sólo los pacatos reaccionaron, y en esa época y en París…). Pero aquí el quid: Colette es leída y filmada en Inglaterra, protagonizada por actores que hablan en inglés y desde allí hay un recorte y un aporte que, imagino, en Francia y en francés tendría otros colores, además de otros protagonistas.

Me pregunto por qué intelectuales como Barthes, Kristeva o Sollers la leen, la indagan y la promueven: artista polifacética que supo aunar sus sensaciones, sus deseos, sus miedos y redescubrir el mundo natural en la piel de todos nosotros. Una feminista avant la lettre, avant-garde. Pienso a Catherine Deneuve o Catherine Millet junto a Colette. Porque ella iba y en serio contra todos sin eufemismos y sin justificarse. No se dejaba pensar: pensaba y actuaba. No se dejaba domesticar por las modas y modos, ni siquiera las y los de sus pares. Y allí sí fue criticada y allí el pase de facturas que sigue hasta hoy. Ser autónomo y pensar y sentir per se, todavía, tiene costos. El de la exclusión del canon, es uno…

Espero que la película sirva no sólo de barniz cultural sino como acicate a los próximos lectores. Porque inventó un alfabeto y un estilo: «tan intensamente amoral y animal como precisa», dice Kristeva.

Veremos qué dicen los espectadores especializados. La industria, intuyo, la celebrará.

Colette seguirá siendo no sólo parte del Genio femenino que Julia Kristeva (atención: ¡una extranjera en su propia lengua!) rescata. La excepcionalidad artística de una mujer de carne y hueso, sigue cruzando fronteras y poniendo en cuestión toda «realidad».

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

 

Las actrices Denise Gough y Keira Knightley en «Colette» (2018)

 

 

 

 

 

La crítica argentina Alejandra M. Boero Serra (1968)

 

 

Tráiler:

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