[Columna] Gabriel Boric, ese pantano histórico y sin esperanzas

¿Cómo se resuelve tamaño problema? Modificando todas las estructuras, desde aquella de la Justicia hasta el Parlamento, desde la Constitución y el modo de pensar de los constituyentes, desde la reorganización de las Fuerzas Armadas y sus roles de seguridad interna, desde la educación básica hasta las universidades.

Por Hernán Ortega Parada

Publicado el 10.1.2022

En verdad, al parecer, he recuperado dócilmente mis herraduras y una perdida emocionalidad de mis sentidos de percepción. Estamos comenzando la temporada de verano (enero 2022) y siento necesidad de reunirme con mis textos inéditos —tras una dura experiencia— pero también el modo de escribir nuevas páginas porque mi alma no es la de ayer.

Me atrae el drama de la vida central de nuestro pueblo, aunque no lo vea o no lo encuentre jamás; pero es un caso ilimitado y con posibilidades muy remotas de que yo no me comprenda, salvo que yo mismo me cuente una sencilla verdad. Como la majestuosidad del Cerro La Campana.

Sin embargo, pensando sobre otra veta enmohecida para mí yo siento que el presente y el futuro de mi pueblo no tienen un veraz entendimiento salvo la profunda revelación de su suerte. Después de Piñera y, tal vez, de Boric, no veo cómo salir de este pantano sin esperanzas.

Diviso a la entrada del Congreso una manada de perros negros dispuestos al mordisco aleve; y tras ellos una parvada de gallos sin estacas.

 

La extensa tarea del nuevo Presidente

El avance tecnológico de los EE.UU. (y de Rusia y China) es inconmensurable. Pero, admirable. Como país nos hemos quedado atrás sólo como “fruticultores” y criadores de salmones. Hasta el cobre está parcialmente revendido.

El país es un sitio para pasear extranjeros. Es decir, plataformas rentables para unos pocos. Las posibilidades de que el cobre y el litio nos levanten —y con ello la tecnología y la inteligencia pueblerina—, ellos nos proporcionan gratuitamente un paro cardíaco para muchas décadas. Nótese: para muchas décadas.

Será necesario re-educar a los jóvenes desde la sala cuna hasta la universidad. Las universidades sólo proporcionan —a las pocas clases de primera—, una ceguera espantosa. Desde la caída de la Dictadura, el negocio de estos establecimientos “superiores” sólo viven para incrementar una pátina de cultura.

Los jóvenes que logran salir para aterrizar en el extranjero no están capacitados para crear una nueva mentalidad en Chile. Los jóvenes liceanos de las “hornadas” anteriores —digamos irresponsablemente— hasta el año 2000 tienen humanidades fallidas y sin profesores estables y bien remunerados.

Estos educadores apenas vienen alienados desde Inglaterra y de los EE. UU. (lejos de la investigación y la novísima tecnología); tal vez algunos de Francia y de Alemania. Otros se fueron a Australia ni siquiera para aprender de otra cultura sino para ganarse el pan de cada día. Conozco chilenos que vegetan en Francia porque ya tienen asegurada la marraqueta y son felices.

¿Cómo se resuelve tamaño problema? Modificando todas las estructuras, desde aquella de la Justicia hasta el Parlamento. Desde la Constitución y el modo de pensar de los constituyentes. Desde la reorganización de las Fuerzas Armadas y sus roles de seguridad interna.

Desde la educación básica hasta las universidades: acortando y afinando las carreras superiores. Edificando poblaciones nuevas y más decentes: ciudades articuladas con vida comercial propia. División del país en estados económicamente estables, auto-administrables.

Esta intromisión de mi espíritu crítico es porque sé de lo invivible que es nuestra capital; la ciudad está atochada de gente que no tiene razón de vivir… apenas para robar y estafar. Por lo tanto esta ciudad actual me es absolutamente desconocida. Muros y buses pintarrajeados que son una vergüenza.

El tipo que escribió una obscenidad en las paredes, ¿la escribiría en la puerta de su casa? Esa falta de cultura, ¿esconde una rabia como la del perro que está enfermo y con el hocico lleno de espumes?

La tarea es más extensa que la que imagina el nuevo presidente. Tiene que ver cómo se levanta el país piedra por piedra.

¡Viva Chile!

 

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Hernán Ortega Parada (1932) es un escritor chileno, autor de una extensa serie de poesías, cuentos, notas y ensayos literarios.

 

Hernán Ortega Parada

 

 

Imagen destacada: Gabriel Boric Font.