La última presentación de la temporada 2018 para este conjunto estable del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Casa de Bello, ofreció la ejecución de un bello y logrado repertorio a través de la historia de la música inglesa dedicada al género docto y coral.
Por Jorge Sabaj Véliz
Publicado el 2.8.2018
El jueves 12 de julio escuchamos a la Camerata Vocal de la Universidad de Chile en un generoso programa que estuvo dedicado a la música inglesa desde el Renacimiento pasando por el Barroco, el Clasicismo hasta llegar al Siglo XX. Por orden de nacimiento se interpretaron obras corales de: Thomas Tallis (1505 – 1585), Robert White (1538 – 1574), William Byrd (1543 – 1623), John Dowland (1563 – 1626), Henry Purcell (1659 – 1695), Robert Lucas Pearsall (1795 – 1856), Edward Elgar (1857 – 1934), Gustav Holst (1874 – 1934) y Benjamin Britten (1913 – 1976).
De Robert White se interpretó su Regina Caeli
Cantado por una polifonía de 8 voces masculinas.
Tempo acelerado llevado bien por tenores más ligeros y por pedal de los bajos. Divididos en dos bajos primeros y dos bajos segundos; los primeros dictaron la oración mientras que los segundos se manejaban en un registro más acotado de notas graves, en una típica polifonía a cuatro voces. A los tenores les costó acoplarse el color, volumen y dinámica impuesta por los bajos. Entre los tenores se oían más a los dos primeros y no tanto los segundos.
Thomas Tallis – O sacrum convivium
Se interpretó con cuatro voces solistas entre las que destacó la bella voz del bajo Arturo Jiménez. El volumen de los hombres era más alto que el de mujeres lo que producía desequilibrio, por otra parte, fraseaban menos que las mujeres. A la soprano Hanny Briceño le faltó cuerpo y volumen en su voz, a la mezzosoprano le faltó presencia. Destacaron claramente las voces masculinas. El director llevó adecuadamente el tempo a través de un difícil canto continuo.
John Dowland – Clear or cloudy (Despejado o nublado)
Esta vez la agrupación estuvo compuesta por cinco voces incluyendo dos tenores.
Desde el principio destacó el sonido y el color de las voces extremas de soprano y bajo. Los tenores, con un timbre correcto, estuvieron un punto más bajo, en cuanto al volumen, lo que produjo desequilibrio en la polifonía. La mezzosoprano no tuvo la misma presencia sonora que el resto. Su canto, sin vibrato, la perjudicó, restándole color y fuerza. Hacia el final de la obra las cuatro voces igualaron su volumen lo que permitió apreciar, adecuadamente, la polifonía de las cinco voces.
John Dowland – Humor say
Se repitió la formación en quinteto, con distintas voces y con dos sopranos. Fue la agrupación que mejor funcionó en su conjunto. Las sopranos primera y segunda dosificaron el volumen y fraseo a la perfección. El bajo, Esteban Sepúlveda, marcó presencia pero sin opacar con su volumen. El tenor, con un timbre intermedio, aportó musicalidad y fraseo al conjunto. La mezzosoprano, con una voz y timbre de excelente musicalidad supo sacar partido a sus dotes vocales, logrando posicionarse ante el resto. Obra más fraseada con crescendos y diminuendos. Perfecto final.
Thomas Tallis – O sacrum convivium
Coro completo de 16 voces. Buena polifonía con los bajos controlados en cuanto su volumen y las sopranos dosificando el fraseo, dando así la oportunidad de oír el canto de los tenores primeros. La cuerda de mezzos estuvo menos definida, le faltó fuerza y presencia. Buen final.
William Byrd – Salmo 112
Los colores vuelven a superponerse privilegiando el vibrato y volumen de bajos y sopranos por sobre los tenores y las mezzos. Los bajos se mantuvieron en un mezzopiano no llegando al mezzoforte. Se escucharon diferencias de peso y consistencia entre las cuerdas.
William Byrd – Ave verum corpus
En el pianíssimo del inicio las cuatro voces se complementan perfectamente. El carácter contemplativo y sacro favorece la polifonía, pues al contenerse los bajos y las sopranos surgen los timbres de tenores y mezzos. En general las cuerdas se escucharon más unas a otras logrando el equilibrio. El hecho de eludir el vibrato ayudó a esta complementación. Una de las obras mejor logradas.
Henry Purcell – If music be the food of love (Si la música fuera el alimento del amor)
Los voces tienden a expresarse más, en todas las cuerdas, al ya estar perfectamente templadas. Esto hace que tanto mezzos como tenores canten con mayor seguridad y muestren sus registros. Sopranos y bajos muy preocupados de la pronunciación y del fraseo, cantaron escuchando al resto del coro llevando el peso de la musicalidad general.
Robert Lucas Pearsall – Lay a garland (Deposita una guirnalda)
Una bellísima letanía que dio la oportunidad de lucirse a cada cuerda con sus crescendos respectivos. El coro se entregó plenamente el fraseo y musicalidad de la obra. Los bajos dosificando el volumen. Los tenores buscando un sonido de cuerda conjunto. Las sopranos arrebatadas por la música. Las mezzos con desequilibrios. Fue la obra más fuertemente sentida.
Edward Elgar
– Serenata. Gran efecto el logrado con el marcatto inicial de las tres voces con las sopranos cantando la melodía. Sopranos y bajos definitivamente encontraron el color y volumen que más acomoda al conjunto, eso permitió escuchar más a las mezzosopranos.
– Dead on the hills (Muerte en las colinas). Comienzo perfectamente integrado. Voces dúctiles a los cambios dinámicos y expresivos. Este repertorio le acomoda a la Camerata. La mezzos tuvieron más presencia haciendo excelentes dúos con sopranos y tríos con sopranos y tenores.
– Lux Aeterna. Bellamente cantado por soprano el tema principal contra las variaciones de las otras voces. Uno de los bajos tuvo un acceso de tos en medio de la interpretación. A veces se exageraron los forte súbito, pudiendo ser más graduales. El tempo fue eficazmente dirigido por el director. Bello el pianísimo final de la soprano.
Gustav Holst – Ave María
Cantaron sólo voces femeninas, colocadas intercaladamente, sopranos y mezzos. La cuerda baja de sopranos y mezzos segundas se complementaron mejor entre sí que las cuerdas altas de sopranos y mezzos primeras, en éstas últimas sobresalieron las sopranos primeras por su timbre y color. El piano y pianísimo fue abordado correctamente. En el crescendo faltó más evolución en las voces segundas. La soprano Claudia Pereira oficio de solista en algunas notas agudas. Se le notó incómoda tratando de lograr un piano aún más piano en el registro agudo tratando de no sobrepasar el equilibro dinámico del resto de voces.
Benjamin Britten – Himno a Santa Cecilia, Op. 27
Obra con cambios de carácter e intensidades, en el medio tiene una fuga efectivamente llevada por las 4 voces, cada una destacó en su parte. Los tenores estuvieron especialmente activos en la fuga, la ligereza y rapidez del tempo los favoreció en su presentación. Los bajos con notas muy graves mientras el resto del coro declama. En sus frases finales los bajos estuvieron impecables, marcando presencia. Claudia Pereira cantaba bellamente las frases solistas mientras las mezzos y tenores llevaban una nota en unísono, luego entran los bajos.
En esta última obra se acrecentaron las características expuestas en el resto del concierto, aunque hubo una performance más alta de los tenores. Los bajos con notas gravísimas se escucharon al final. Obra de difícil ejecución.
Tráiler:
Crédito de las imágenes utilizadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile