La séptima presentación de la agrupación laica y universitaria presenció una reaparición sonora y musical inédita: la «Rapsodia para días de duelo y esperanza» del desaparecido compositor nacional Darwin Vargas, en la ejecución del intérprete local mencionado en el título de este texto, en un desarrollo estético que obedeció claramente a la fuerte expresividad y a la gran expertiz técnica exhibidas por el solista chileno.
Por Jorge Sabaj Véliz
Publicado el 13.7.2018
El séptimo concierto de la temporada del Teatro de la Universidad de Chile, ocurrido el 6 y 7 de julio de 2018 estuvo cargado hacia los compositores franceses nacidos en el siglo XIX. Esta vez se escucharon obras de Cesar Franck (1822-1890) “El cazador maldito” (1883); Claude Debussy (1862-1918) “Petit Suite” (1907); Maurice Ravel (1875-1937) “La Valse” (1920) y un chileno Darwin Vargas (1925-1988) “Rapsodia para días de duelo y esperanza” (1962). El director de orquesta fue el estadounidense Francois López-Ferrer, cuando originalmente el conductor designado para esta presentación era el maestro peruano David del Pino Klinge.
I) Petit Suite (Claude Debussy)
Nutrida orquesta. El arpa y la flauta traversa dan el carácter suave a la entrada con un tema melancólico. Los contrabajos le dan la entrada a violines en un segundo tema. Están los habituales cambios dinámicos como oleadas de sonido propios de Debussy. El clarinete tome el tema principal con las cuerdas en piano. Logrado el carácter del primer movimiento.
El primer tema llega a un clímax en un tutti con timbal, triángulo y platillos. Luego se re- expone el tema con activa participación de la sección de vientos. Se arriba al mismo tutti con un final en fanfarrea.
Introducción del oboe y clarinete para la presentación de los de violines primeros, el tema lo desarrollan luego las violas y el fagot. Constante diálogo entre cuerdas y vientos de madera. Acotadas intervenciones de cornos y arpa. Termino en piano.
Debussy aprovecha el máximo el colorido de la orquesta haciendo uso de pizzicatos de cuerdas, percusión y cornos en sordina. Hay un equilibrio temático en las intervenciones de las distintas secciones orquestales. Re-exposición del tema de violines segundos y violas pasando a cornos y trompetas. El Pandero, el triángulo, el platillo y los timbales le dan un color característico a la obra, al igual que el arpa. Es un ejercicio de colorido orquestal.
II) Rapsodia para días de duelo y esperanza (Darwin Vargas)
Solista de guitarra, Luis Orlandini
Orquesta más reducida. Cuatro chelos y dos contrabajos, sección de bronces y percusión abundante.
Comienza con pedales de bajos y contrapunto de violas. Obra contenida, de fuerte expresividad. El tema es desarrollado por distintos instrumentos de viento. Los bronces establecen disonancias con los violines y luego la guitarra toca una melodía suave. La tensión entre la disonancia en forte de la orquesta con la cálida intervención de la guitarra solista es evidente. El solista, de gran expertiz técnica, utiliza recursos como golpear la caja de la guitarra como un instrumento de percusión más. La orquesta retome el carácter suave del comienzo luego de una larga intervención a capella del solista para finalizar la pieza.
III) El cazador maldito (Cesar Franck)
Gran orquesta. Fanfarria inicial de cornos. Los chelos desarrollan el tema con campanas de fondos, los violines con un contra tema. Los cornos recuerdan el llamado a la caza. El tema de caza lo retoman, en una fuga, la sección de bronces, trompetas y trombones. Ostinato de violas que nos llevan a un segundo estado. La obra pasa constantemente del piano o mezzopiano al mezzoforte y al forte usando a los bronces como remarcadores con abundantes fanfarrias. Se observan muchos cambios de ritmo, uso de pizzicatos y ostinatos de cuerdas, escalas ascendentes y repeticiones de temas cortos. La orquesta llega al piano para terminar con un golpe súbito en forte.
IV) La Valse (Maurice Ravel)
Gran orquesta. Destacan dos arpas y una tuba.
La obra se inicia en pianisimo con pizzicato de contrabajos en 2 notas, entra el fagot y lentamente van exponiendo el ritmo de vals. La melodía la toman los violines primeros con acompañamiento de arpas hasta un primer fortísimo que resuena en un tanto abrupto. Se juega con la idea del vals vienés.
El bombo nos lleva a una exageración festivalera del vals. Los violines desarrollan el segundo tema mientras el resto de las cuerdas y vientos realizan innumerables escalas ascendentes y descendentes. Uso de castañuelas, excesivo volumen del flautín. Los solos de chelo y violín tratan de retomar el antiguo vals. La flauta traversa, en mezzo piano, hace juegos sobre el ritmo.
El tema se descompone entre distintos instrumentos. A veces el ritmo se hace poco claro. En los tutti en Forte, con participación de trombones, se tiende a perder el ritmo del conjunto. Cuando aparece el Gong ya sea desintegrado todo el ritmo del clásico vals, los temas se vuelven burlescos y grotescos justo antes del exagerado final.
La temporada oficial de la Orquesta Sinfónica Nacional prosigue el próximo viernes 10 y sábado 11 de agosto en una presentación en la cual se abordará el «Stabat Mater», de Gioacchino Rossini, en lo que será una conmemoración a los 150 años de la muerte del célebre autor italiano.
Tráiler:
Crédito de las fotografías utilizadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile