Coronavirus y pandemia: El curioso efecto Dunning-Kruger

Los científicos estadounidenses Justin Kruger y David Dunning publicaron en 1999 un estudio donde comprobaron que como resultado de un sesgo cognitivo, algunas personas suelen convertirse en «ultracrepidianos»: es decir, en seres que opinan sobre todo sin tener conocimiento de casi nada.

Por Rodrigo Barra Villalón

Publicado el 6.5.2020

El efecto Dunning-Kruger, puede resumirse en una frase: cuanto menos sabemos, más creemos saber, y nos muestra que las personas con pocas capacidades o conocimientos, creen que tienen más capacidades y conocimientos que quienes efectivamente lo poseen, y viceversa: quienes son más competentes, tienden a subvalorarse.

Justin Kruger y David Dunning publicaron en 1999 las conclusiones de su estudio en el paper “Sin habilidades e ignorante al respecto: Cómo las dificultades en reconocer la propia incompetencia conducen a una autoimagen exagerada”. Concluyendo que, como resultado de este sesgo cognitivo, las personas suelen convertirse en ultracrepidianos: los que opinan sobre todo sin tener conocimiento de casi nada. Son esos perfiles que no dudan en corregirnos, en minimizar nuestras valías para destacar en cualquier circunstancia y en medio de toda conversación.

Los que no dudarían en explicarnos que en inglés se dice ultracrepidarianism, en francés ultracrepidanisme, en bosnio ultrakrepidarianizam…, aquellos que desarrollan una tendencia casi obsesiva a opinar y dar consejos sobre áreas de las que generalmente no siempre se conocen ni controlan.

Ahora bien, queda claro que todos tenemos pleno derecho a dar una opinión sobre cualquier aspecto. Pero si das tu opinión sobre las imágenes de la cara oculta de la Luna hechas por la sonda china Chang’e-4, los ultracrepdianos intentarán darte un comentario propio de Neil de Grasse Tyson. Asimismo, si alguien opina de política, subirán a su atril y aspirarán a dar un discurso que pondría envidioso al mismísimo Winston Churchill. Si hablas de fútbol, economía o física cuántica, ellos aspirarán siempre a demostrarte cuánto saben. Está demás decir cuanto y qué tan profundo son sus conocimientos sobre coronavirus, Covid-19.

Si el universo es infinito en espacio y tiempo, no lo podremos saber; porque somos finitos. Esta sola idea nos lleva a explorar una hipótesis: saber cosas que sabemos que no sabemos pero que sabemos que no vamos a saber nunca.

La anterior consideración nos permite adentrarnos en los conceptos de enigma y misterio. Ambos son confundidos y se enfrentan al problema de los límites del conocimiento humano y de la razón, como su principal instrumento. Enigma se trata del dicho o de la cosa que no se puede comprender o que aún no logra interpretarse. Un enigma también es un conjunto de palabras de sentido encubierto para que el mensaje sea de espinoso discernimiento. Se refiere a lo desconocido, pero que puede descubrirse, aclararse, conocerse y darnos respuesta cierta de los hechos, los sucesos o acontecimientos. Es lo desconocido que podemos llegar a comprender mediante el saber, con la ayuda del intelecto y de nuestros conocimientos científicos y técnicos.

El enigma es un desafío a la inteligencia para que se esfuerce en descubrir el sentido confuso y ambiguo de las cosas. Es, por su propia naturaleza, un estímulo cerebral para correr el velo a un conjunto de imágenes de sentido confuso cuyo mensaje es difícil entender. Un algo de significado intencionadamente oscuro y ambiguo. El enigma se refiere, siempre, a algo de difícil interpretación; pero que el entendimiento humano puede, con inteligencia y esfuerzo, aclarar, descubrir, resolver las dudas o equívocos que contenga.

Existen varios enigmas que aún no han podido ser descifrados y han despertado numerosas investigaciones, por siglos. Uno de los enigmas más populares está relacionado a la construcción de las pirámides de Egipto, otro con la fortaleza de Saqsaywaman; en donde los historiadores no logran confirmar cómo se trasladaron los materiales hacia el desierto ni qué mecanismo se utilizó para acarrear rocas de cientos de toneladas y conformar aquellas estructuras.

Algunos enigmas surgen con el tiempo, como es el caso de la existencia o no de William Shakespeare. Un siglo después de su (supuesta) muerte, comenzaron a surgir versiones que afirman que nunca existió, sino que era el seudónimo de algún otro escritor de la época.

Otro enigma sin resolver es la identidad de Jack El Destripador, el asesino en serie que sembró el pánico en el East End de Londres durante 1888 y cuyo modus operandi estuvo caracterizado por cortes en la garganta, mutilaciones en las áreas genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro​ de prostitutas. Hay teorías que hablan sobre un cirujano, un médico o un carnicero, ya que las cinco víctimas que se le atribuyen al criminal presentaban ablaciones realizadas con precisión.

El misterio, sin embargo, a diferencia del enigma: es cualquier suceso, acontecimiento sorprendente e inexplicable, no sujeto a leyes físicas, naturales ni racionales. Es aceptar un efecto cuya causa se ignora o desconoce y que —para los creyentes—, sólo es atribuible a la intervención de una Divinidad. Los enigmas, por naturaleza, pueden resolverse y explicarse; los misterios pertenecen al ámbito de la fe y, por ello, sólo pueden ser creídos; pero no razonados ni explicados por la vía del intelecto.

¡Cuidado, entonces!, con tanto ultracrepidiano suelto opinando a diestra y siniestra sobre el virus; estamos frente a un simple enigma, y es cosa de tiempo para que sea descifrado; pero no a un misterio.

 

***

Rodrigo Barra Villalón nació en Magallanes, zona austral de Chile, en 1965. Cirujano dentista titulado en la Universidad de Chile, ejerció durante algunos años para luego dedicarse a la actividad empresarial en un ámbito del que recién se comenzaba a hablar: Internet. La literatura siempre fue una pasión, pero se mantuvo inactiva por razones de fuerza mayor. Hasta que en 2018, alejado ya de temas comerciales, tomó la decisión de convertirla en un imperativo.

Durante ese año sometió su escritura al escrutinio de diversos editores, talleres y cursos: lanzó su primer libro de cuentos y de crónicas políticas del período de la dictadura (1973-1991), Algo habrán hecho (Zuramerica, 2019), el cual obtuvo una positiva reacción por parte de la crítica especializada y del público lector.

Luego vendría Fabulario (Zuramerica, 2019), una colección de 37 narraciones de ficción alegóricas y se encuentra trabajando en su primera novela: Un delicioso jardín. Es socio activo de Letras de Chile.

Asimismo es redactor estable del Diario Cine y Literatura.

 

Rodrigo Barra Villalón

 

 

Imagen destacada: El Presidente brasileño Jair Bolsonaro.