Después de leer completo este libro tan bello —más que nada por su honestidad— puedo decir que me sentí representada, era como verme en el amor y la soledad desde una ventana en pleno centro de la ciudad, mirando cómo estallan las hogueras.
Por Noemí Carrasco Castro
Publicado el 19.12.2021
Para mí es todo un honor presentar este libro de poesía, emociones y catarsis. Está segmentado en nueve partes, todas diferentes, pero conectadas a un solo cuerpo que armoniza con una realidad ineludible.
En “El alma del relámpago”, por ejemplo, el escritor se sumerge en las incógnitas de la existencia y las ansias de abandonarla, pero aun cuando la muerte coquetea, la energía consciente lo hace volver, volver a las realidades incandescentes de una sociedad encostrada:
He abandonado todo.
Todo ha sido abandonado por mí.
¿Cuántas veces he vuelto?
¿Cuántas más he desaparecido?…
Y agrega:
La vida escasea.
Las calles convulsionan de fetos y sombras.
Los viudos buscan libros ignotos.
Y una lágrima está temblando hace mucho,
en la misma mejilla hace mucho.
Poeta, tus “Lugares comunes” son únicos, pues lo paradójico de lo cotidiano es que suele desembocar en demencia social, unas veces borracha, otras lúcida. Y ¿quién no? Si los creadores están con las vísceras al aire, para sobrellevar la máquina de papeles. Puede ser que, por esa razón, el autor afirma:
Me he desprendido de todo…
En la selección de poemas titulados “Pájaros negros sobre la cabeza”, podemos imaginar a fantasmas oscuros sobre las sienes, gritándonos unas cuantas ideas de estrellarnos, sin embargo, el reto es desafiarlos.
Francisco incluye en este grupo de escritos, el poema “Fiesta de cumpleaños”, que nos hace rememorar esas celebraciones infantiles, que suelen ser, más bien, una excusa hipócrita para el jolgorio de los adultos.
Diríamos, que más que un recuerdo, es una escena surrealista, de un capricorniano un tanto misántropo, cuya mente, suele subir más allá de los tejados, en medio de la muchedumbre.
Y desde ahí, desde ese mismo punto el poeta va a ese hilo transparente, que nos suspende, nos hace humanos…, los sentimientos. Es así que, en esta parte de su libro, denominada “Misterio animal” escarba en sus emociones, que bien pueden ser las de cualquiera de nosotros, porque, aunque nos cuesta reconocerlo, en algún momento de la vida, somos románticos, fatalistas y cursis.
La candidez se abraza con la sensualidad erótica, en una amalgama salvadora de tanto automatismo monótono, dándole pulso a la humanidad.
En “El invierno del estudiante” Francisco parece tomar un catalejo imaginario, que se asoma a los recuerdos, situados en la ciudad de Valparaíso, pero puede ser en cualquier otra parte, donde se emplacen estudiantes, que, con pocas lucas, mucha energía y harta bohemia, habitan pensiones pasajeras, graficada en esta clara escena:
…las murallas roídas
y los libros abiertos, no leídos.
Temblaba la estufa, mi única patria;
bailaba el alcohol y las pocas fortunas.
Cómo no vagar con él a esos recuerdos.
Una pesimista perspectiva de la muerte
Yo diría que el fragmento “Colección”, es el miocardio de este libro, sus poemas se asemejan al ritmo sinusal, subiendo al latido poético y bajando a la pesimista perspectiva de la muerte, mientras los gatos juegan con las bolas de papel, que abortan los escritores.
De pronto chocamos en este libro, con “Fosa común” que nos revela una analogía, donde la estirada geografía de un país, bien puede asemejarse a una gran zanja, que aloja muertes injustas, amontonadas por el paso del tiempo.
El escritor nos estremece con esta frase:
Chile más que costa es costra.
Costra de sangre regada.
Francisco Marín Naritelli apunta a esas muertes injustas que persiguen a nuestra historia, con su guante de garras implacables, contagiadas de impunidad y miedo, como queriendo revivir el dolor para sanarlo de una vez por todas.
Las palabras incendiadas de Aguante!, parecen haber salido de una barricada, dejando al descubierto un sistema político, religioso y social nauseabundo, al que el escritor advierte:
Tengan cuidado, pues de nada les servirán sus barrios,
Sus paraísos fiscales, sus joyas y sus privilegios
Cuando la juventud estalla y entusiasma.
En fin, después de leer completo este libro tan bello, más que nada por su honestidad, puedo decir que me sentí representada, era como verme en el amor y el desamor desde una ventana en pleno centro de la ciudad, mirando cómo estallan las hogueras, tantas veces me dije: ¡Aguante!
Y tantas otras, el sentimiento se hacía masa en la lucha, donde el grito se ahoga en la garganta… ¡Aguante!
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Noemí Carrasco Castro (Santiago, 1968) es artista autodidacta, y ha participado de diversas antologías literarias en Chile y en el extranjero con su poesía. Escribió su primer libro de prosa poética y bocetos, titulado La Mirada. Como creadora visual ha participado con su obra plástica en Chile, Argentina, Puerto Rico y Francia en exposiciones presenciales y en exhibiciones virtuales transmitidas en los cuatro continentes.
Imagen destacada: Francisco Marín-Naritelli.