[Crítica] «Anatomía de una caída»: A la merced del suspenso

Desde el título hasta la sinopsis, este es un largometraje con un fuerte magnetismo alrededor, pues su argumento de thriller judicial lo convierten en uno de los filmes más logrados de la temporada 2023, gracias a la sólida y correcta narrativa desplegada en su desarrollo, por la cámara de la realizadora francesa Justine Triet.

Por Rafael Jaramillo Avellán

Publicado el 21.1.2024

Recuerdo mucho la frase de Christof en The Truman Show (1998): «Aceptamos la realidad del mundo al que somos presentados».

En Anatomía de una caída (Anatomy of a Fall, 2023) no estamos insertos en un mundo de ciencia ficción, entonces sin enfrentar una realidad distinta a la que la mayoría de las personas vive, encaramos algo mucho más peligroso: la verdad. ¿Aceptamos las certezas que queremos, cuando no hay otra salida?

Aquel es un planteamiento sumamente interesante y vital, además de ser la tesis sobre la cual se desenvuelve esta compleja película francesa. Justine Triet junto a su pareja (Arthur Harari), logran armar un guion inteligente y brillante, con el potencial de convertirse en un rompecabezas inconcluso pero que permite, sin embargo, visualizar la imagen del misterioso conjunto.

Junto a ello, la realizadora gala logra forjar ese rompecabezas inconcluso con una retórica audiovisual de excelencia, al hacer que las emociones, la incertidumbre y los flashbacks cobren tal protagonismo, que a su espectador lo tiene como un testigo a medias: te encuentras a la merced del suspenso.

 

Un «efecto Rashomon» a la europea

La clave en la historia es justamente eso: un testigo a medias. El personaje más importante del argumento termina siendo un alma tan inocente respecto a todas las tormentas adultas que se exponen en el largometraje.

Hablamos de un análisis de las relaciones en pareja, la vida frustrada de los artistas y obviamente, el funcionar curioso que puede tener a veces el concepto o idea que se tiene de la «verdad». Aquel leit motiv y sus matices —tanto emocionales como dramáticos—, constituyen el eje central del filme.

Justine Triet logra todo eso, pero no sola. Son Sandra Hüller y Milo Machado Graner quienes brindan vitalidad a este cuento imparcial con actuaciones de primer nivel. Resulta impresionante la interpretación del actor de 15 años, pero es la protagonista la que nos tiene en el vaivén con ese carácter que la hace mantenerse firme, angustiada y vulnerable, cuando debe manifestarse bajo esos diversos estados de ánimo.

La dupla femenina de autora y protagonista logra tantearnos y jugar con nosotros tan bien, que es imposible no recomendar este rompecabezas, pues es simplemente irresistible. La evidencia se va presentando y tiene sus maneras de mostrarse inconclusa, a beneficio de uno y a veces del otro, y de tal manera, que para nosotros hay detalles particulares, que evocan el análisis y un pensamiento estético profundos.

Tan buenos son el inicio y el desarrollo, que me hubiese encantado sentir un final más impactante. No es malo, pero es muy simple y sencillo con respecto al resto del largometraje. No obstante, esto es un «efecto Rashomon» a la europea que vale la pena visionar, a fin de descubrir a que conclusiones llega cada una de sus «víctimas».

Anatomía de una caída obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes 2023, galardón destinado a la Mejor película en competencia —dentro de la grilla— de esa prestigiosa cita de la cinematografía a nivel mundial.

 

 

 

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Rafael Jaramillo Avellán (Guayaquil, 1994) estudió ingeniería civil en el Tecnológico de Monterrey (México) y actualmente cursa una maestría en innovaciones pedagógicas en la Universidad Casa Grande (Ecuador).

Amante del audiovisual desde muy pequeño, lleva siete años escribiendo crítica de cine y ha colaborado con revistas tanto físicas como digitales. Sus escritos pueden encontrarse en su blog personal.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Rafael Jaramillo Avellán

 

 

Imagen destacada: Anatomía de una caída (2023).