«Bestiario», «Final de juego», «Historia de cronopios y fama», «Último round», o «Queremos tanto a Glenda», son algunos de los libros de los cuales Aurora Bernárdez extrajo estas historias para conformar un libro único e irrepetible, gracias, además, a las ilustraciones de Isol Misenta, especialista en interpretar los cuentos del escritor argentino.

Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Publicado el 1.12.2022

Julio Cortázar no era un escritor disciplinado, cuando quedaba atrapado por un texto, lo escribía en diferentes trozos de papel, iba saliendo así, por momentos. De alguna manera: «el cuento ya está escrito, lo que necesita simplemente es convertirse en idioma, y ahí está mi trabajo».

Sí era, en cambio, un escritor con una elevada autocrítica. Se había fijado una especie de nivel, no con relación a modelos externos, como pudiera ser su admirado Borges, sino autoimpuestos. Su noción de estilo era una muy exigente, sentía que: «si tienes alguna cosa que decir y no la dices con el preciso y exacto lenguaje con que tiene que ser dicha, de alguna manera no la dices o la dices mal».

Aurora Bernárdez, nombrada albacea literaria por el escritor argentino, reunió en Animalia alguno de los cuentos de Cortázar. Reeditado ahora por la editorial barcelonesa Alfaguara, comprende un total de veintiún relatos que conforman una colección única de la: «fauna que habita el universo cortazariano. Allí conviven animales que conocemos con otros que solamente existen a través de las hermosas, divertidas y delicadas palabras del gran cronopio».

Una noción fantástica de la realidad

Bestiario, Final de juego, Historia de cronopios y fama, Último round, o Queremos tanto a Glenda, son algunos de los libros de los que Aurora Bernárdez extrajo estas historias para conformar un libro único e irrepetible, gracias, además, a las ilustraciones de Isol Misenta, especialista en la narración con imágenes y textos. La artista argentina reinterpreta de manera muy original los cuentos de Cortázar, ofreciendo una nueva lectura.

Ya en Bestiario aparece una de las características fundamentales en la obra narrativa de Julio Cortázar, lo fantástico es un elemento más de la realidad. Como recuerda el propio escritor argentino: «Mi noción de fantástico es una noción que finalmente no es diferente de la noción del realismo para mí, porque mi realidad es una realidad donde lo fantástico y lo real se entrecruza cotidianamente».

En cada uno de los cuentos que aparecen en Animalia nos encontramos hechos inverosímiles que, a través de la portentosa maestría de Cortázar, los aceptamos como cotidianos.

Cortázar, que se definía así mismo como cronopios, es decir, temperamental, entusiasta, desordenado y vacilante, aunque: «de vez en cuando me sorprendo con alguna reacción de fama», mantuvo siempre desligada su obra narrativa de su compromiso político: «Huyo de ser un escritor de los que llaman comprometidos, porque si un hombre, una persona, pone su literatura al servicio de un mensaje ideológico, sacrifica esa literatura».

Julio Cortázar falleció en 1984, y en su memoria Octavio Paz le dedicó estas palabras:

«Obra a un tiempo simple y refinada en la que lo cotidiano y lo insólito se unen con la naturalidad con que las plantas crecen, los astros brillan y giran, la sangre circula por nuestras venas. La poesía colinda con el humor, y la mirada de Cortázar —juez y cómplice— descubre sin esfuerzo el lado grotesco de las cosas y de las gentes. Fue uno de los renovadores de la prosa española, a la que dio ligereza, gracia, soltura y cierto descaro. Prosa hecha de aire, sin peso ni cuerpo, pero que sopla con ímpetu y levanta en nuestras mentes bandadas de imágenes y de visiones. Julio resucitó muchas palabras y las hizo saltar, bailar y volar».

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Eduardo Suárez Fernández-Miranda es licenciado en Derecho de la Universidad de Sevilla (España).

«Animalia», de Julio Cortázar (Editorial Alfaguara, 2022)

Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Imagen destacada: Julio Cortázar (1914 – 1984).