Dirigida por la realizadora australiana Sophie Hyde, esta obra audiovisual protagonizada por la actriz inglesa Emma Thompson y el intérprete irlandés Daryl McCormack, constituye el gran estreno de la cartelera nacional durante la última semana.
Por Enrique Morales Lastra
Publicado el 30.7.2022
Por pasajes parece un filme trivial, pero a medida que se desenvuelven sus minutos, Buena suerte Leo Grande (Good Luck to You, Leo Grande, 2022), adquiere los contornos y la profundidad de un largometraje que indaga en la búsqueda de conexión emocional por parte de una viuda que sobrepasa los 50 años, y las ambiciones de un trabajador sexual que arrastra una existencia de abandonos fundamentales.
Quizás la insustancial banda sonora de las primeras secuencias conspira en contra de las intenciones dramáticas de la realizadora Sophie Hyde y de su guionista Katy Brand, por entregar una ficción que interpele a la reflexión, y asimismo dotada de rasgos de comedia erótica.
En efecto, las escenas mejor logradas del filme corresponden a las confesiones en torno a la propia biografía, que se suceden y se conceden, los personajes personificados por Emma Thompson y Daryl McCormack.
La actuación de Emma Thompson sin ser de antología (le hemos visto interpretaciones con mayores resultados), exhibe los registros adecuados según los diversos requerimientos del guion, destacándose su composición, precisamente, en esos minutos de tensión afectiva y argumental, ya referidos.
Por otra parte, cuando Thompson debe asumir los bemoles o tonos que le impone una comedia sexual, tanto sus cualidades como desempeño interpretativo, decrece una enormidad. Al revés de su compañero Daryl McCormack, quien ofrece una disposición innata para ese género siempre desafiante y exigente (el de las risas tristes), de cara a los matices profesionales de cualquier actor.
Un espacio blanco y ordenado
La banda sonora crece en su calidad musical (gracias a las pistas de Stephen Rennicks), durante el transcurso del largometraje, en un elemento estético y cinematográfico que se hace evidente cuando la relación entre los protagonistas se intensifica tanto en sinceridad como en su claridad de intenciones diegéticas.
Durante esas secuencias, Buena suerte Leo Grande inclusive referencia a filmes cercanos en su propuesta dramática. Así, las citas a la hermosa The Sessions (2012) de Ben Lewin, o a la recordable Fading Gigolo (2013), de John Turturro resurgen en la memoria audiovisual al modo de una comparación artística válida, cuando el deseo de un encuentro sexual, cede finalmente el paso y a la aspiración, por vincularse de una forma sentimental (y honesta) con el otro u otra.
En ese sentido, la construcción escénica de una habitación como espacio de ese dispositivo de resonancias psicológicas, en este largometraje de ficción, deviene casi en la brillantez conceptual.
Así, entre la tercera y la cuarta cita (la última) programadas por Leo y su clienta, y luego del clímax surgido entre ambos, la cámara realiza un lento recorrido, en primeros y medios planos, sobre esa cartografía en torno a la conciencia de la soledad, que conlleva cualquier búsqueda del amor.
Somos víctimas de nuestros deseos e ilusiones a la hora de fantasear acerca de la posibilidad de una pasión, y al decir del escritor francés Marcel Proust, siempre pintamos lienzos blancos, semejantes a esa habitación vacía, ordenada e impoluta, sin ninguna precaución, a la hora de disponernos a alcanzar esa abstracción, en resultados finales que la mayoría de las veces, solo responden a los espejismos de nuestras carencias.
La medianía y el desenlace de Buena suerte Leo Grande, entregan la sensación de que si el filme hubiese transitado desde un comienzo por esos plausibles senderos estéticos y audiovisuales, nos estaríamos refiriendo a una obra mayor de ese siempre difícil formato dramático, el de las risas livianas que devienen en profundidades sin fondo.
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Tráiler:
Imagen destacada: Buena suerte, Leo Grande (2022).