La última novela del escritor chileno Gonzalo Garay Burnas (Trayecto Comunicaciones, 2021), es un thriller histórico de suspenso, en cuyo núcleo se exhiben el racismo, la violencia y la muerte, como tópicos dramáticos que corren en paralelo a la performance culinaria.
Por Ramiro Villarroel Cifuentes
Publicado el 21.7.2021
La comida siempre ha sido un buen catalizador de las historias de psicópatas y, en este caso, vemos repetirse esta fórmula con variaciones e ingredientes donde se cruzan distintas dimensiones temáticas, como la guerra del Pacífico, el amor, la muerte y el emprendimiento en la repostería por parte de Bastian Richter, uno de los veteranos de ese conflicto armado, quien se transformará en uno de los protagonistas de esta novela junto a Nicolás, un escritor desventurado, sin inspiración y que, en busca de un tema que tratar, decidió entrar en la pastelería de Richter llamada Die Spitze, o “La cumbre”, en su traducción al castellano: Nicolás le confesó a Bastian, “que deseaba conocer su historia personal y acercarse al conocimiento del arte culinario.
Richter se mostró alhagado y le agradeció el interés por su trabajo. Correspondió la cortesía y lo invitó a continuar la charla en un contexto más distendido y coloquial” (p.15), pero a poco andar el relato y ya involucrado en la vida de su entrevistado, Nicolás se obsesiona por lograr la maestría de Richter en la cocina, llegando inclusive a adoptar las características físicas de éste, buscando, de esa manera, homologarse a su objeto de admiración en su imagen y capacidades, lo que deja ver un impulso algo retorcido y oculto, inclusive reprimido, por parte de Nicolás, que otorga el motor al conflicto central del relato.
Por su lado, “Bastian creció en un ambiente campestre, bajo la sombra de la ruda disciplina impuesta por su abuelo, quien continuamente le recriminaba el nivel de sus amistades, convenciéndolo que era de una estirpe superior; que debía frecuentar únicamente a los hijos de los otros colonos. Los golpes con que enderezaron su conducta infantil y el racismo que inyectaron en sus creencias fueron moldeando la conducta del joven Bastian, hasta convertirlo en un ser perverso y agresivo. Cada sorbo de jarabe que bebía por las mañanas, y que su abuelo preparaba con especial dedicación, parecía agregarle algunos grados de ferocidad a un niño que veía en cualquier habitante del sector a un potencial enemigo» (p. 56); y fue en esa época donde: “el menor fue fijando como recuerdos perpetuos los novedosos estudios en que abundaban las más variadas sustancias, hierbas y productos químicos, la disección de animales y su fracción en pequeñísimos trozos, y el estudio del cadáver de un pordiosero que solía rondar por el lugar y cuya ausencia no había extrañado a nadie” (p. 57).
Según estas descripciones, nos encontramos frente a una víctima que con el avance del relato, sus secuencias y acciones, es transformada en victimaria, que lleva al límite la “tradición cocinera familiar” cultivada por su abuelo, llevándola al plano culinario, con excelentes resultados, si desde el punto de los comensales pudiésemos hablar.
Es así que esta es una novela de suspenso en cuyo núcleo se muestran el racismo, la violencia y la muerte, que corren en paralelo a la performance culinaria de Richter y a la curiosidad trocada en obsesión de Nicolás, quien termina descubriendo y siendo presa también de la macabra preparación de las requeridas producciones de la pastelería Die Spitze, instalada en el corazón del Gran Concepción, en el sur de Chile.
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Ramiro Villarroel Cifuentes (Temuco, 1974). Escritor, poeta, ensayista y crítico literario, también se desempeña en la producción ejecutiva de actividades culturales en distintos formatos y géneros principalmente en Temuco y la Araucanía.
Imagen destacada: Gonzalo Garay.