La nueva obra de Marco Antonio de la Parra se concibe al modo de una parodia dramática, o según lo dice su propio autor, en un thriller que se ríe del género negro y del cine policial que inundan a la televisión y a las plataformas de streaming. El problema artístico es que salvo burlarse de sí misma, las ambiciones de esta pieza teatral llegan tan solo a la audacia escénica de su director, el realizador Francisco Krebs.
Por Enrique Morales Lastra
Publicado el 24.7.2023
Si existe un dramaturgo que ha erigido el adjetivo de la cómoda liviandad, en una máxima cualitativa durante sus últimas obras, es el incansable Marco Antonio De la Parra (1952), todavía vigente desde que a mediados de la década de 1970 estrenara sus primeros créditos teatrales con una seria introspección creativa en torno a la identidad chilena, que incluso le valieron la censura, algo no tan meritorio en todo caso, si pensamos en el contexto nacional de esa época.
De ese autor, casi 50 años después, solo queda el recuerdo de una pluma punzante, por lo menos en la memoria de archivos críticos, periodísticos y hasta académicos, o cuando quien respondía a su nombre, daba vida a interesantes columnas de índole polemista en los mayores mass media de la plaza.
En efecto, el Marco Antonio De la Parra de Crime video es muy parecido al de I mostri, un contradictorio título —por las sensaciones producidas— que tuvimos la oportunidad de apreciar igualmente, en la sala Teatro Finis Terrae, en agosto de la pasada temporada, y donde las soluciones facilistas que se reiteran en la estrategia dramática de su texto matriz, tan solo exhiben «chispazos» de ese antiguo autor, el cual remecía la escena de fines del siglo pasado, a nivel local, claro está.
Su pasión literaria, por ejemplo, salvan a un libreto que recurre a constantes códigos de legitimación argumental, a fin de estructurar una obra que pese a la rescatable dirección de Francisco Krebs, naufraga en lo insustancial, y como dice una de sus mismas líneas remarcada por un diálogo protagónico, en lo «melifluo».
El problema es que no se trata de estar a medio camino entre lo cómico y lo serio, la controversia es que la dramaturgia de Marco Antonio de la Parra pasa por encima, con una liviandad llamativa, de tópicos que en sí eran lo suficientemente válidos para continuar una reflexión escénica y literaria, en esta endeble oportunidad: la poesía, el rol de las palabras, la mágica secuencia y el embrujo de su declamación, que de tanto cliché, nunca lo son.
De políticamente incorrecta, Crime video tiene poco, si por transgresor se refiere su autor a repetir el cliché antirreligioso, en este caso en contra de las monjas, pues salvo aquello, ignoramos que pudiese por entender como «confrontacional» el dramaturgo de esta hora.
Pues lejos de incomodar a algún poder actual, De la Parra se encuentra lejos de interpelar —como él dice— a los grandes estudios y plataformas de streaming que producirían el formato de las series policiales, a un número masivo, en el circuito de la mega industria audiovisual.
Hágase la luz
Qué notables las reflexiones dramáticas que hace Krebs a través de la iluminación, en un uso de este elemento que va mucho más allá de los cambios o avances del tiempo al interior de la ficción escénica, y donde la grabación de una serie dentro de la obra (en tanto relato metadiegético), se confirma con el preciso registro de sus actores, y las sorpresivas irrupciones y movimientos de los mismos intérpretes arriba de las tablas.
La estrategia de recreación de escena, debida a Francisco Krebs, robustecen con su oferta estética a la dramaturgia irregular de Marco Antonio De La Parra, extraviada quizás en qué ignorado trauma de los años 90 para nosotros, en un libreto que incapaz de detenerse en sus instantes de clara lucidez artística, prefiere explorar en largas lagunas de insustancialidad, confundida esta con la viveza de un «viejo zorro», al decir delirante de un crítico venido a menos, y un pensamiento político y social, inexistente, salvo si se desea apreciar a algún símbolo de la vacuidad posmoderna, desde bien cerca.
Con la dramaturgia de De la Parra acontece algo semejante a lo sucedido con la obra literaria de Antonio Skármeta: no podemos dejar de admirar con reverencial gesto sus primeros créditos y libros, sin evitar lamentarnos por los senderos en que ambos incurrieron, desde que legítimas problemáticas creativas, menguaron la profundidad de campo de dos talentos de primera línea y escala literaria en el país.
El trabajo de Krebs y su dominio de una verdadera territorialidad geográfica y ficticia de la reflexión lumínica, abren los espacios a fin de que un texto, insistimos, que se debate en una continua retórica de simulacros sin mayor espesor dramático, sea resucitado por esa mirada existencial y de abordaje sensitivo, efectuada por este director de escena nacional, que hasta en el ejercicio de la ópera, ofrece cautivantes símbolos, cuando tiene pocas herramientas a su haber para hacerlo, «salvo» la luz.
Crime video se exhibe hasta el próximo 30 de julio en la sala Teatro Finis Terrae.
Ficha artística:
Dramaturgia: Marco Antonio de la Parra | Dirección: Francisco Krebs | Elenco: Paola Volpato y Karim Lela | Equipo de filmación: Diana Schmidt, Florencia Contreras, Paula Cruz, Carina Poblete, Gonzalo Carrasco y Mauricio Flores | Diseño de escenografía e iluminación: Pablo De La Fuente | Realización escenográfica: Alioshka Calderón Letelier y Benjamín Ellado Soto | Diseño de vestuario: Zorravargas | Realización de vestuario: Javiera Labbé | Música: Mario Avillo | Operación de sonido: Raimundo Stevenson | Fotografía: Mila Ercoli | Asistencia fotográfica y retoque: Fernanda Ruiz | Producción artística: Sergio Gilabert | Una producción de Teatro Finis Terrae.
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Crédito de las imágenes utilizadas: Teatro Finis Terrae.