El escritor Nicolás Poblete Pardo (Editorial Cuarto Propio) narra en primera persona una historia fascinante con una multiplicidad de voces, pues es capaz de situarnos en diferentes perfiles de personajes afectados por la violencia y la marginalidad.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 9.12.2020
Durante el primer semestre de este convulsionado 2020, la editorial Cuarto Propio, publicó la última novela del escritor chileno Nicolás Poblete Pardo (1971), Dame pan y llámame perro, cuyo punto de partida es un trágico acontecimiento: la muerte de dos mujeres a causa del ataque de una jauría de perros.
A partir de esta situación Poblete construye una historia políticamente incorrecta, donde entre otros aspectos, se evidencia la violencia y el desprecio con los cuales deben convivir de forma permanente algunas personas y grupos de nuestra sociedad.
El hilo conductor de la narración sigue a Clara, una universitaria que pasea por los vagones del metro de Santiago buscando recaudar fondos para una fundación animalista, que se encarga del rescate de perros abandonados.
Su trabajo voluntario, como el de la gran mayoría de mujeres que se dedican a esta labor, refleja perfectamente la situación de abandono y desprecio en dos sentidos: primero hacia los animales y luego hacia las personas que se dedican a salvar estas vidas.
El juego del espejo, donde animal y ser humano se miran frente a frente es una situación inevitable durante la lectura: ¿cuál es el papel del Homo sapiens como especie dominante por sobre el resto de los animales?, ¿es tan difícil cambiar la cultura del abandono y maltrato, tanto de animales como de seres humanos?
El sufrimiento animal como el sufrimiento humano se despliegan a lo largo de toda la narración, pues se impone una mirada política que se encarga de poner delante de los ojos del lector, situaciones cotidianas que de tanto verlas, pareciera que nos hacen indiferentes frente al dolor.
Las vidas precarias, tanto de animales como de seres humanos se cruzan, y hacen un permanente recorrido a través de sufrimientos que parecen no acabar jamás.
La madre de Clara, cuyo comportamiento es variable e impredecible, se presenta como uno de estos seres que han sufrido la violencia de su entorno inmediato y que tiene crisis en diferentes momentos: “Después de su quiebre, de su ataque en el museo precolombino, mi mamá decía que debía tener cuidado con lo que leía; la Historia, con H mayúscula, decía, ‘no más'».
Ella, al enfrentarse a la momia que se encuentra en el Museo Chileno de Arte Precolombino entra en crisis, pues al ver un cuerpo sin vida, con pelo milenario, pero cuya alma ya no está presente, como la de muchos otros, como la de miles de otras personas, enfrenta esos ojos vacíos que permanecen en el cuerpo y que han visto cuantas cosas durante todos estos años.
La violencia ha estado presente desde siempre en la historia de la humanidad, tanto entre los mismos seres humanos, que la han usado como forma de control y poder, como también ejercida hacia animales y contra la propia naturaleza. Animalidad que ha sido siempre asociada a casos extremos, de personas con ciertas patologías mentales.
Sin embargo, a través de la narración de Poblete, se produce un acercamiento hacia la violencia más cotidiana, aquella que se encuentra entre los vecinos, en los pasajeros del Metro y la que por supuesto, está siempre presente al interior de la familia.
Una violencia cotidiana que permite mantener el orden de cosas establecido. Es una forma de comunicación, una especie de lenguaje que da avisos y advertencias a aquellos que quieren apartarse de las normas establecidas.
El escritor Nicolás Poblete, narra en primera persona una historia fascinante con una multiplicidad de voces, pues es capaz de situarnos en diferentes perfiles de personajes afectados por la violencia y la marginalidad.
Un mundo plagado de carencias y quiebres, donde lo animal y su figuración son parte fundamental de este trabajo (hay cerdos, perros, monos, gatos, zorros entre otros), cuyo aporte radica en esta misma situación, que no reduce la novela a un trabajo sobre “rescate animal”, sino que más bien es una extensión, un requerimiento político que nos obliga a situarnos en el espacio de la debilidad y el abuso, que además nos abre permanentemente los ojos dentro del pozo de las miserias humanas.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Imagen destacada: Nicolás Poblete Pardo.