[Crítica] Documental «Colonia Dignidad»: Netflix desafía a los poderes fácticos del cine chileno

Los tres primeros episodios de la serie de no ficción estrenada por la mundialmente popular plataforma de streaming cuestiona a la historia oficial del país y a su complicidad institucional, frente a los delitos de la secta criminal liderada por el pederasta Paul Schäfer, y cometidos en el territorio nacional. Eso, al revés y en contraposición de los argumentos que han exhibido las producciones audiovisuales gestionadas por la industria local y relativas al tema hasta la fecha, las cuales omiten (léase «ocultan») esa controvertida parte de esta vergonzosa trama, al presentar en cambio, al enclave alemán, como un hecho aislado y casi fortuito en su continuidad tanto política como temporal en la trayectoria de la República durante el siglo XX.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 3.10.2021

«Los Larraín han sido muy solidarios, abiertos, tienen un sentido colectivo muy fuerte».
Giancarlo Nasi Cañas, presidente de la Academia de Cine de Chile en La Segunda

Salvo la honrosa excepción del largometraje documental Cantos de represión (2020), de los realizadores chilenos criados en el extranjero, Marianne Hougen-Moraga y Estephan Wagner, las producciones nacionales que se han propuesto denunciar la historia delictual de la otrora Sociedad Benefactora y Educacional Colonia Dignidad, han propuesto una visión circunstancial y coyuntural en torno al fenómeno, que ronda con el «negacionismo».

En efecto, esas obras audiovisuales se desenvuelven dramáticamente como si el establecimiento criminal del enclave germano en un fundo de la Séptima Región del Maule, se debió a una situación puntual, eventual y singular, debida al encuentro casi cósmico entre las voluntades del exconvicto Paul Schäfer Schneider y del gobierno autoritario dirigido por Augusto Pinochet Ugarte.

Fallecidos estos, en la lectura de ese cine chileno, especialmente del largometraje de ficción Un lugar llamado Dignidad (2021) del director Matías Rojas Valencia, se acabó y desapareció meteóricamente el origen y la vida del mal allí radicados.

Bajo esa lectura, no hubo cómplices que cumplieron órdenes ni que le facilitaron las cosas al pederasta y fanático religioso Schäffer, y un solo hombre (más encima tuerto) corrompió la voluntad de decenas de colonos, y de centenares y millares de civiles, políticos, diplomáticos, empresarios y militares chilenos, a fin de fundar un imperio criminal, según lo han confirmado sentencias ejecutoriadas, dictadas oficialmente por el Poder Judicial del Estado de Chile.

«Paul Schäfer y Pinochet se arrancaron con los tarros», puede entenderse a través de esa óptica audiovisual que soslaya a la poderosa red de protección y de encubrimiento conformada por civiles y que posibilitó la impunidad y la existencia de la actual Villa Baviera desde 1961 hasta el día de hoy.

No es menor, para entender esa reflexión y veto simbólicos, precisar que la institucionalidad de la industria audiovisual local —esa estructura que es financiada directa e indirectamente mediante recursos públicos— y que hoy beneficia a los intereses empresariales y políticos de una fructífera oligarquía comercial (radicada en CinemaChile y en la Academia de Cine de Chile) ha sido diseñada y fundada en el contexto de los sucesivos períodos gubernamentales del Presidente Sebastián Piñera Echeñique (2010 – 2014, y 2018 – 2022).

 

Una bitácora filmada por sus propios actores

La serie documental —en su primera temporada— consta en total de seis episodios, de cerca de 1 hora de duración en su metraje, y los cuales ya se encuentran disponibles desde el viernes 1° de octubre en la plataforma digital de Netflix. Aquí reseñaremos a los tres primeros: los titulados «La misión», «La tierra prometida» y «El fantasma del comunismo».

Dirigida por los directores alemanes Wilfried Huismann y Annette Baumeister, e inspirados por una idea original del cineasta chileno Cristián Leighton, el principal aporte de este proyecto es que recupera, ordena y difunde 400 horas de material de archivo que grabaron los mismos colonos desde los orígenes del grupo formado por Paul Schäfer en Alemania hasta mediados de la década de 1990, a fin de registrar los logros y la vida de su comunidad.

Así, esas imágenes inéditas, entregadas a modo de expiación por los colaboradores sobrevivientes de Schäfer a los realizadores —ocultadas por éste en su momento—, determinan el montaje y a la plasticidad visual de la serie, que mezcla entrevistas, material de archivo, y algunas secuencias recreadas y las cuales reproducen las situaciones descritas por las diversas fuentes consultadas.

En ese ítem, el diseño de sonido, a través de la utilización de música incidental (acordes de guitarra) y de pistas de estilo minimalistas para los momentos de mayor emocionalidad, constituyen un recurrente recurso artístico a fin de impregnar sensaciones específicas en la experiencia estética de los espectadores.

La técnica —casi retórica en su despliegue— sobresale por su efectividad, y ayuda a mantener el estilo cinematográfico de la obra, la cual por sus implicancias argumentales y desarrollo investigativo, jamás cae en un formato y género de narratividad periodística, en un hecho creativo que se valora y se agradece.

En ese sentido, el despliegue de la voz en off del icónico Salo Luna, convertida en un elemento sonoro que relata y explica la trayectoria y las minucias vitales del núcleo duro de Paul Schäfer desde sus inicios en Alemania, modulada y verbalizada al estilo de un radio teatro.

De hecho, algunos cuadros de la serie documental muestran en esa acción al ahora adulto que en la década de 1990 y cuando era un joven se escapó de la Colonia junto a Tobías Müller, en un detalle escénico que ayuda en el logro y en la formulación de aquel propósito dramático y a la vez diegético.

 

La veracidad de una historia oculta

Impactan las revelaciones historiográficas de este filme.

Que a Paul Schäfer se le permitió huir de Alemania pese a que gravitaba una orden de detención en su contra, por denuncias de abusos sexuales cometidos en contra de menores de edad, procesadas por un juez germano.

Y que no obstante esa información, el embajador chileno de la época, Arturo Maschke, le facilitó a su grupo la compra del fundo de 3 mil hectáreas llamado El Lavadero, y en conjunto con la cancillería de la antigua Alemania Federal, arreglaron los pasajes, los permisos, y los pasaportes, y toda la logística necesaria para trasladar a más de 300 personas entre adultos y niños, a una zona de difícil acceso en la precordillera de la Región del Maule.

Asimismo, y puntualmente, la embajada alemana en Santiago de Chile depositó, hizo entrega y transfirió mensualmente (desde 1961 y hasta hace poco) el dinero correspondiente a la manutención por los niños a cargo de Schäfer  y las prestaciones debidas a los colonos y a él mismo, en las diversas cuentas bancarias de la Sociedad Benefactora, dirigida personalmente por el pederasta y sus más estrechos colaboradores.

Se confirma que los escándalos mediáticos de la década de 1960 en contra de la Benefactora (con deserción de un joven alemán incluida), comprueban desde esa época el poder fáctico de Schäfer y de su red de protección para torcer las situaciones a su favor —procesos judiciales incluidos— y que ya contaba con una posición firme, establecida y segura en el país, muchas temporadas antes del año de gracia de 1973.

Por último, un detalle digno de una novela de Roberto Bolaño: el exsecretario general del terrorista Frente «Nacionalista» Patria y Libertad, revela los detalles de las reuniones secretas en la Colonia junto a Schäfer para conspirar en contra del gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende y de esa forma coordinar atentados explosivos dirigidos a destruir infraestructura de orden esencial en el funcionamiento del país y así provocar el colapso del mismo, y que la farsa de su mediática muerte durante el primer semestre de 1973, fue orquestada en conjunto y con la ayuda íntima, del fallecido convicto.

En un próximo texto analizaremos a los tres capítulos restantes de esta serie documental: los titulados «Un pacto con el Diablo», «El intocable» y «La caída».

 

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Tráiler 1:

 

 

Tráiler 2:

 

 

Imagen destacada: Colonia Dignidad. Una secta alemana en Chile (2021).