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[Crítica] «El último duelo»: Un invierno violento y apasionado

La última entrega cinematográfica del famoso realizador estadounidense Ridley Scott, se encuentra disponible en la plataforma de streaming Star+ Latam, y en su elenco destacan las actuaciones de los famosos intérpretes Ben Affleck, Matt Damon y Adam Driver.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 26.1.2022

El último filme de Ridley Scott, El último duelo (2021), se enmarca en las películas de época a las que el cineasta inglés de vez en cuando acude: 1492: la conquista del paraíso (1992), Gladiador (2000), El reino de los cielos (2005), entre otras.

Además, coincide en el tema con su debut cinematográfico, la adaptación de un texto de Joseph Conrad, Los duelistas (1977), otra gran cinta de época, en este caso, de los tiempos de Napoleón. Así, no es aventurado decir que es un lugar en el cual el realizador se siente cómodo.

El último duelo es una película que relata la historia real del último lance legalmente sancionado en la historia de Francia. El hecho ocurrido en París, en el año 1386, después de un juicio en el que Jean de Carrouges (Matt Damon), reta a un combate su escudero y amigo hasta entonces, Jacques Le Gris (Adam Driver) porque éste habría violado a su esposa Marguerite de Carrouges (Jodie Comer).

Le Gris niega el hecho y Carrouges exige justicia por el flagelo. Como es la palabra de un caballero contra la palabra de la esposa de un caballero, Carrouges exige su derecho a defender su verdad en un enfrentamiento. El vencedor será quien tenga finalmente la razón.

El relato se inicia en una invernal mañana parisina, donde se ha congregado toda la corte, para ver el duelo. Al iniciarse el combate, el relato hace una digresión y muestra un cartel que indica que narrará “La verdad según Jean de Carrouges”.

Luego, llegará el turno para “La verdad de Jacques Le Gris” y finalmente, “La verdad de Marguerite de Carrouges”, y el sintagma “la verdad” se queda pegado unos segundos para difuminarse como el resto del rótulo. El recurso narrativo recuerda inmediatamente a Rashomon (1954) de Akira Kurosawa.

Por lo que cada fragmento no solo presenta la verdad del protagonista de cada sección narrativa sino que también exhibe la personalidad del protagonista, según ellos mismos.

 

Una ambientación soberbia y lograda

En el relato de Jean de Carrouges, él se muestra como un fiel vasallo, combatiendo para el rey y su señor, el conde Pierre d’ Alençon (Ben Affleck). En su construcción narrativa, él también se presenta como un leal amigo, valiente en los combates, buen esposo. Ante las injusticias y veleidades que vive, reacciona de manera moderada.

Hasta que llega el punto de inflexión que es la violación de su esposa, donde exige justicia ante el rey. En su mirada, su esposa es comprensiva y devota. Solo el hecho de no tener un hijo es el único pero en su matrimonio.

En el relato de Jacques Le Gris comienza en un combate de guerra. En este, Jean le salva la vida por lo que queda eternamente agradecido con él. En su narración Jacques se muestra un fiel amigo, pese a que Carrouges se muestra caprichoso y un tanto irascible con él, por decisiones que pasan por el conde.

De esta forma, y en relación a Marguerite, cuando la conoce, comienza a sentir una especial atracción por sus virtudes. Esto unido a la mala relación que comienza a tener con su amigo, lo lleva a actuar contra su esposa.

En su relato, Marguerite se opone a la violación pero sin la fuerza que el momento exige. Hay detalles que insinúan el viejo decir “no, pero sí”. Jacques, según su historia, no sería el antagonista de su amigo sino el conde.

El relato de Marguerite, se inicia cuando es cedida en matrimonio a Jean. El hecho ocurre como un negocio entre el padre de ella y el caballero. Por esto, la conversación sobre la dote es lo importante y ella esté silenciosa en segundo plano.

En su historia, Jean es presentado como un hombre rudo, desconsiderado y en algunos casos, déspota con ella. Después de la brutal violación siente la humillación de él y también de las mujeres que la juzgan. El relato de ella para el filme, no da espacio a la interpretación, como dice al inicio del fragmento, “la verdad”.

Lo mejor de la película es su ambientación. Ese eterno invierno que se asocia a la Edad Media. Las escenas de batalla así como el duelo, están filmados de manera soberbia. Un realismo que exacerba la crueldad de los combates. Y determina la conducta de estos hombres que se mueven en esos tiempos.

Un mundo dominado por la violencia, y donde los individuos se definían por la valentía en el campo de batalla y ahí se ganaban sus prerrogativas.

 

La interrogante de Ridley Scott

En este ambiente, las tierras, los animales y las mujeres solo eran un apéndice de los triunfos de los guerreros. Todo se determinaba en el campo de batalla: el coraje, la hombría y el derecho a poseer bienes.

De ahí que al volver derrotado de Inglaterra, Carrouges, el conde se sienta con derecho a quitarle una capitanía que ostentaba su familia y Jacques de tomar impunemente a su esposa.

Ahora bien, la mujer en este mundo solo debía acatar los designios que los hombres les imponían. Por eso, Marguerite al denunciar la violación primero a su esposo y luego en el tribunal se comporta como una mujer valiente que intenta torcer el destino de tantas mujeres en ese tiempo.

Ella representa la dignidad en este mundo patriarcal dominado por guerreros. En esto, la narración cinematográfica en general no es nada de sutil para marcar este punto.

Por esto, la película, que ya se siente un poco repetitiva en algunos aspectos, pierde fuerza cuando se abandera decididamente por una de las versiones. No tiene la ambigüedad y el escepticismo de Rashomon, cinta de la cual bebe, con respecto a lo esquivo de la verdad, pues para el filme existe “la verdad” que es el punto de vista de la víctima.

En este aspecto, hay cierta moralina que exuda la película enganchándose al movimiento feminista de “me too”. Se siente como si hubiera dos películas. El relato cinematográfico que se prodiga en mostrar los brutales detalles de los combates y el relato que, pese a los detalles, da lecciones sobre el cruel comportamiento de los hombres contra las mujeres.

Pero la pregunta es dónde está la mirada del director. La respuesta puede ser un enigma más de esa oscura certeza que se llama “la verdad”. Bien para los tiempos que corren, pero ¿se recordará algo más que el combate final? La historia se encargará de dilucidar esta interrogante.

 

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Cristian Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional «General José Miguel Carrera», y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile, y también es un profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y el cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: El último duelo (2021).

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