La apreciación de este segundo volumen de la saga autobiográfica «Las cuatro estaciones» del escritor noruego Karl Ove Knausgård es una lectura rápida, pues la prosa liviana y hábil de su autor permite a sus audiencias un avance sin mayores contratiempos, donde estructura de esta especie de crónica se repite invariablemente a lo largo de todas sus páginas.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 6.5.2022
Es imposible no referirse a la saga de novelas autobiográfica del escritor noruego Karl Ove Knausgård (1968), cuando se va a hablar de él. Aquel trabajo descomunal, Mi lucha, fue escrito a partir de la muerte del padre, donde va a narrar, de forma más o menos desordenada toda una vida, con énfasis en algunos días, semanas o meses particularmente decisivos para la configuración de su personalidad y de su vocación literaria.
Estos libros son una detallada recreación de una cantidad muy variada de acontecimientos que marcaron su vida: el miedo que en la niñez les infundió su padre a su hermano y a él, sus primeros intentos de escribir, los amores inaugurales y el difícil camino hasta la pérdida de la virginidad.
Asimismo, se añaden los abusos de alcohol y las autolesiones, su trabajo en un hospital psiquiátrico, el año que pasó como profesor de secundaria en un pueblo perdido y la temporada que vivió como alumno de un máster de creación literaria.
Narra, también, todas las dificultades que tuvo para sacar adelante su primera novela y su experiencia en el ámbito del periodismo y de la edición, el amor por Linda y su caótica paternidad, la publicación de las primeras entregas de Mi lucha y sus incómodas consecuencias.
Reflexionar sobre todo lo que tenemos a la mano
Las últimas obras de él, que sin lugar a dudas mantienen esta línea autobiográfica, son las narraciones que componen los libros denominados Las cuatro estaciones.
En invierno (Anagrama, 2021) es un título en el cual vuelve a utilizar el recurso de la descripción de las cosas que tiene y de las situaciones por las que pasa o ha vivido.
Por ejemplo, y esto ya lo hizo en el primer libro de esta saga denominado En otoño, su esfuerzo literario apunta a forzar digresiones a partir de elementos que todos vemos: la luna, el agua, los cumpleaños, las sillas, los tubos y las tuberías, el desorden, el frío, el sexo, las ventanas, etcétera, invitándonos a mirar con detención eso que a diario tenemos frente a nuestros ojos o dentro de nuestro cuerpo.
«El cerebro, que en una persona adulta pesa algo más de un kilo, consta de dos partes simétricas, medio redondas, divididas por una hendidura longitudinal, semejante a una gran nuez, también porque la superficie está como enrollada, llena de pliegues y de hoyos, y porque el cerebro, al igual que la nuez, se encuentra dentro de una cáscara dura y redonda, semejante a una caja», explica.
Este párrafo es el perfecto ejemplo de lo que nos encontramos a lo largo de este libro, una permanente descripción de elementos conocidos pero que el autor une y engancha con otros para llevarnos a reflexionar sobre todo lo que tenemos a la mano, que en este caso es el cerebro y las nueces.
La apreciación de En invierno, es una lectura rápida, pues la prosa liviana y hábil del escritor noruego, permite al lector un avance sin mayores contratiempos. La estructura de esta especie de crónica se repite invariablemente a lo largo de todas sus páginas.
La única salvedad está hecha por las cartas a la hija no nacida que el narrador escribe y que van abriendo cada uno de los meses que enmarcan estos breves textos. En definitiva, pareciera ser que la invitación es a mirar nuestro entorno con simpleza y asombro, pues a pesar que corresponden a los objetos, las situaciones y las acciones que vivimos de forma diaria, aún hay espacio para nuevos descubrimientos y asombros.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por la última Casa de Estudios antes mencionada.
«En invierno», de Karl Ove Knausgård (Editorial Anagrama, 2021)
Martín Parra Olave
Imagen destacada: Karl Ove Knausgård.