[Crítica] «Fragmentos de una mujer»: El recipiente quebrado

Dirigido por el realizador polaco Kornél Mundruczó, este filme podría catalogarse como una disección audiovisual y psicológica al estado de pérdida emocional y dramático que sacude a un joven matrimonio, luego de la muerte inesperada de un hijo recién nacido. Se encuentra disponible en Netflix y la interpretación de la actriz inglesa Vanessa Kirby es de un nivel consagratorio.

Por Felipe Stark Bittencourt

Publicado el 26.1.2021

Casi treinta minutos tiene la larga toma continua que se encuentra en el prólogo de Fragmentos de una mujer. Con un ojo minucioso y atento, la cámara de Kornél Mundruczó registra el proceso de un parto de principio a fin. No se trata, sin embargo, de un nacimiento feliz.

Martha, la madre (Vanessa Kirby), apenas alcanza a sostener a su hija antes de que la pequeña muera. Sean, el padre (Shia LaBeouf), alcanzó a fotografiarla, pero nada más.

De ahí en adelante, la vida de la pareja se verá inmersa en una crisis insoportable, sobre todo para Martha, quien sufrirá la peor parte del duelo, no solo por tener que llevar a regañadientes el problema a tribunales en contra de la matrona, sino porque en todo este proceso estará en completa soledad.

Fragmentos de una mujer es una película incómoda y oscura. De acuerdo al medio de habla inglesa Bustle, la guionista Kata Wéber volcó en la pantalla su propia experiencia de una pérdida en el embarazo que tuvo con su pareja, el director Mundruczó.

La tragedia, sin embargo, según señalan, está ficcionalizada y no es un recuento exacto de su vida. Permanecen, en todo caso, las sensaciones que se trasladan con feroz honestidad en la pantalla a través de las interpretaciones de Kirby y LaBeouf.

Esas sensaciones no serían tan veraces si no fuera por otra constante que maneja el filme, a saber, el paso del tiempo, reflejado en un puente en construcción que tarde o temprano unirá sus extremos, acaso reflejando la propia desazón de Martha y el tedio que siente por la vida unido a los cambios que experimenta su cuerpo tras dar a luz a un bebé muerto.

En un comienzo, sin embargo, es difícil notar que las piezas se unen y, en caso de hacerlo, saber si el resultado promete esperanza. Las etapas del duelo, según refleja asertivamente Fragmentos de una mujer, se viven con una intimidad profunda e irrepetible. Todo lo demás se vuelve insignificante y la ayuda que amigos y familiares insisten en prestar, molesta.

Ese recipiente que antes sostenía a lo cotidiano y que hacía más llevadera la existencia se ha quebrado y no hay modo de repararlo.

La película explora las ideas que surgen de estas vivencias, como la posibilidad de una catarsis haciendo que un presunto culpable pague por el daño hecho por medios legales, las peleas y roces que surgen en la vida de pareja y, por supuesto, la necesidad de darle un sentido a la pérdida de un ser querido, en este caso un recién nacido.

Esto puede ser tal vez a través de una actividad o el reconocimiento de una sensación que estaba presente en el difunto, como puede ser un olor o en el negativo de una fotografía. No hay pegamento que deje a la vasija tal cual estaba antes, pero aparentemente sus piezas pueden volver a pegarse.

Esta crisis que enfrenta Martha bien puede recordar, en algunos momentos, a la que experimenta otra pareja cinematográfica reciente, pero en una dirección absolutamente distinta: Historia de un matrimonio.

Noah Baumbach llenaba el recipiente de la cotidianidad con algo que a veces podía traducirse en patetismo y quizá el resultado a veces se le escapaba de las manos, creando momentos más cercanos a un humor negro un tanto extravagante que al retrato auténtico de la pérdida (el personaje de Adam Driver cuando intenta demostrarle a la inspectora que puede cuidar a un hijo es una secuencia que ilustra esto brillantemente).

En el caso de la dupla conformada por los cineastas húngaros responsables de Fragmentos de una mujer, no hay espacio para el humor ni para extravagancias. Hay crudeza en todo y la certeza de que el tiempo sigue su curso y que cualquier carga que se deba llevar, se unirá a los futuros problemas que depare la vida.

En ese sentido, resulta vital la inclusión de un personaje que es clave en este proceso: la madre de Martha, Elizabeth (interpretada por Ellen Burstyn).

Con sus imperfecciones y desatinos es, no obstante, reflejo de otra vasija rota, la conjunción de un montón de piezas que tuvieron que pegarse para seguir adelante, enfrentando desgracias tan grandes como las de su hija.

Y es que, a fin de cuentas, a Mundruczó y Wéber parece interesarles el contrapunto que hay entre las contradicciones de las personas, aquellos momentos que nos hacen humanos (aunque no por eso buenos en términos morales), con la resiliencia y el heroísmo en medio de la oscuridad.

Es precisamente en momentos como esos en los que Fragmentos de una mujer se muestra como una película lúcida y fuerte, cargada de dolor, pero también de una ternura inmensa y auténtica.

Seguramente por esa razón, la cámara a veces prefiere la toma larga y el seguimiento discreto de los personajes a través de la distancia que guarda con ellos, destacando su soledad mediante recursos simples y bien empleados, lejos de la teatralidad que aparecía a ratos en Historia de un matrimonio.

Pero, al igual que Baumbach, la dupla de húngaros reconoce que luego de la tragedia, sobreviene la paz. La vasija quizá no será la misma, pero en ella puede florecer la esperanza, quizá como un gran árbol que cobije con su sombra a quien lo necesite.

 

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Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance.

Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción. También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Felipe Stark Bittencourt

 

 

Imagen destacada: Fragmentos de una mujer (2020).