En este volumen, que reúne al total de su creación poética, encontramos una obra, la del autor chileno Erick Pohlhammer, que se caracteriza por la ironía y el humor, y donde la espontaneidad del habla común y corriente se funden generando textos de gran profundidad literaria.
Por Cristián Brito Villalobos
Publicado el 9.2.2023
Es una de las voces más originales de la generación de los 80. La poesía de Erick Swen Pohlhammer Boccardo (1955) es sencilla pero directa. Nacido en 1955 ha desempeñado una multiplicidad de actividades, como cuando de joven soñaba con ser jugador de fútbol y practicaba el boxeo.
También ha sido panelista y productor de programas televisivos. Dentro de su obra destacan En tiempos difíciles (1979), Es mi segundo set de poemas (1985) y Gracias por la atención dispensada (1986). En 1993 ganó el codiciado galardón que entrega la Fundación Pablo Neruda, a los autores nacionales menores de 40 años.
Su siguiente poemario, Vírgenes de Chile (2007), se adjudicó el Premio de Literatura de Santiago de esa temporada. Entre sus últimas publicaciones están Me que la vaca mu (2013), Bajo la influencia de la poesía (2017) y la antología Primera y última (2014).
Un nivel de continua meditación
La obra de Pohlhammer se caracteriza por la ironía y el humor —rasgos estéticos poco frecuentes en nuestra lírica—, y donde la espontaneidad del habla común y corriente se funden mutuamente, generando textos profundos. Se trata por sobre todas las cosas de un arte vital:
«Nada más útil que lo inútil, socio, /Lo inútil a mediano y largo plazo/ Da utilidades insospechadas/ El oficio de ser respirado es fabuloso», señala el poeta dando a conocer su visión del mundo y de las cosas, tan alejado de la realidad y tan real a la vez.
De esta forma, el arte de Pohlhammer está habitado por diversas voces, tonos e interrogantes, donde sus versos dialogan lo concreto de una experiencia con una visión que busca el sentido trascendente. Esa mirada más allá de nuestros ojos ha acercado su obra a un nivel de continua meditación por sobre lo mundano.
Sobre el título de este volumen el poeta señaló en una entrevista que solía ir de niño al aeropuerto Tobalaba a ver flotar los aviones, hasta que llegaron los helicópteros. Entonces, la lectura y el timbre de esa palabra adquiere en el poema resonancias sociales contra un fondo histórico, entre otras variables sonoras, subtextuales, contextuales, pluritextuales, etcétera. Las hélices sugieren etcéteras, confesó.
También destaca el humor que en todo momento se filtra en sus versos: «Sálvanos del ceño fruncido de los médicos internistas».
Pohlhammer afirma que sin humor: «el intelectual más lúcido se torna y se trastorna en tonto solemne. ‘No falta de qué reírse’, frase del campo chileno, supera en sabiduría a Lin Yutang y a Confucio juntos. Me río todo el día y salto y bailo celebrando ese dicho».
«Escribir hasta la muerte me motiva mucho a vivir», sentenció Erick Pohlhammer, un poeta que respira poesía, y el cual se explaya a sus anchas en este libro más que necesario.
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Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado en la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Imagen destacada: Erick Pohlhammer.