Escrita con una gran dosis de humor negro y de una tremenda riqueza narrativa y de ideas, la reedición de esta novela poco conocida es una buena oportunidad para indagar en uno los los mundos creativos menos divulgados del ya clásico autor ruso sin fronteras del siglo XX.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 6.11.2021
Quizás las circunstancias políticas por las cuales tuvo que pasar Vladimir Nabokov (San Petersburgo, 1899 – Montreux, 1977) lo marcaron a fuego, pues esta es su segunda novela donde el punto central de la reflexión apunta al sometimiento de los seres humanos frente al poder.
Su país natal, transformado en la antigua Unión Soviética ejercía un control total sobre la existencia de sus ciudadanos, al extremo de encarcelar y de exiliar a todos aquellos que pensaran o actuaran distinto a las orientaciones que señalaba el gobierno central.
Nabokov abandonó Rusia a los 19 años a raíz de la Revolución de Octubre de 1917, y se formó en el Trinity College y en Cambridge durante unos primeros años transcurridos en Gran Bretaña.
A principios de 1940, y como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, el autor tomó la decisión de abandonar Europa y de trasladarse en compañía de su esposa Vera a los Estados Unidos, en donde enseñó literatura en varias universidades norteamericanas.
Las conductas humanas asociadas al poder
El protagonista de la novela es un hombre llamado Cincinnatus C. que ha sido acusado de un crimen al parecer de manera injusta. La historia en sí misma está montada como una especie de farsa, y aparentemente también estaría reflejando todo el gran montaje que tenía dispuesto el régimen soviético contra los opositores a su mandato.
Nabokov busca dejar en evidencia ciertos mecanismos que utiliza el poder para hacer que sus ciudadanos transmitan en la misma sintonía que ellos han impuesto:
“El poder maneja o guía la comunicación en una dirección determinada, suprimiendo la posible discrepancia que hay entre el soberano y el súbdito a la hora de seleccionar la acción”, ha señalado el filosofo coreano Byung-Chul Hang, dando a entender claramente que el poder impone, de una u otra forma, sus propios intereses, sin importar los demás factores políticos en disputa.
Es decir, se produce una conducción hacia determinados objetivos. Esta situación es muy relevante, pues si bien es cierto que hoy en día los mecanismos utilizados parecieran ser más sutiles, estos siguen estando presentes.
Nabokov se encarga, con esta novela, de poner de manifiesto las conductas humanas asociadas al poder. Se produce toda una transformación de ideas noblemente concebidas. Hay toda una estructura política, de los regímenes autoritarios, que dan cuenta de lo peor del ser humano.
Mientras el discurso de estos regímenes apunta a los valores patrios y de justicia, su actuar es absolutamente opuesto a la vida y al respeto por los derechos humanos. Enarbolan las banderas de la libertad, pero es una posibilidad condicionada a cierto pensamiento, el que ellos han impuesto, ya que no hay espacios para la disidencia ni opositores.
Invitado a una decapitación (Anagrama, 2021) es la novela más “kafkiana” del autor de la controvertida y aclamada Lolita. Escrita con una gran dosis de humor negro y de una tremenda riqueza narrativa y de ideas, esta reedición es una buena oportunidad para indagar en uno de los mundos creativos menos conocidos del ya clásico autor norteamericano de origen ruso.
Es una lectura que sin lugar a duda permitirá, a pesar de la lejanía en el tiempo de su escritura, ver reflejadas varias formas de gobierno democráticos con características totalitarias, donde la represión y la falta de libertad están totalmente disfrazadas bajo formas engañosas propiciadas por discursos populistas.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por la última Casa de Estudios.
«Invitación a una decapitación», de Vladimir Nabokov (2021)
Martín Parra Olave
Imagen destacada: Vladimir Nabokov.