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[Crítica] «La medición del mundo»: Desde la comodidad de un sillón

Esta novela del autor alemán Daniel Kehlmann corresponde a las señas de una potente historia que retrata con ironía el ambiente cultural y científico que existía en Europa durante la época de la ilustración, a través de las existencias de dos de sus más conspicuos personajes: los científicos germanos Alexander von Humboldt y Carl Friedrich Gauss.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 3.7.2024

Daniel Kehlmann  (Münich, 1975) es un destacado escritor alemán con un abundante cuerpo de creación literaria. De la totalidad de su producción han sido traducidos al español Yo y Kaminski, La medición del mundo, Fama, La noche del ilusionista, Tyll y Deberías haberte ido.

En su país ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio de Literatura de la Fundación Konrad Adenauer, el Premio Kleist, el Premio Thomas Mann o el Premio Frank-Schirrmacher.

Su última novela traducida al español es la ya citada La medición del mundo (Random House, 2024) una potente historia que retrata con ironía el ambiente cultural y científico que existía durante la época de la ilustración. Es decir, es una narración que da cuenta de las ideas y corrientes de pensamiento que circulaban y primaban en la segunda mitad del siglo XVIII, e inclusive principios del XIX.

Así, la trama se encuentra inspirada en dos figuras muy relevantes de la época, cuyos trabajos de investigación tienen una fuerte repercusión hasta el día de hoy: Alexander von Humboldt y Carl Friedrich Gauss, este último conocido como el príncipe de las matemáticas, quien con apenas veintiún años publicó un tratado llamado, Disquisiones aritméticas, sobre la teoría de los números.

 

Una capacidad especial para retrasar el asombro

Sin embargo, la historia que se relata en La medición del mundo no versa sobre los éxitos intelectuales que ambos tuvieron y que son mundialmente conocidos (nos referimos a Von Humboldt y a Gaus). Sino que en lo que se adentra Kehlman es en presentar la naturaleza humana de sus existencias, sus contradicciones y las voluntades que guiaron a sus singulares vidas.

Ambos, cada uno a su manera, intentaron medir el mundo. Una especie de desafío intelectual o de sueño mágico que guío sus propias ambiciones. Humboldt fue un conocido viajero y un gran clasificador, cuyo conocimiento intentó plasmar en algunos de sus libros. Parte de este aprendizaje lo obtuvo al recorrer América del Sur, un viaje que se describe a lo largo de estas páginas.

¿Qué es lo que más gusta de la narración de Kehlman? Una capacidad especial para retrasar el asombro y la curiosidad infantil que de una u otra forma fue un motor que mantuvo activos y muy inquietos a estos personajes.

El encuentro de ambos se produce en Berlin en 1828, donde ambos comienzan a realizar un repaso por sus vidas: Mientras Humboldt fue un viajero permanente, Gauss, por el contrario, realizó sus pensamientos desde la comodidad de un sillón.

En un tono de comedia, pero una de las que se deben tomar en serio, este narrador alemán se encarga de delinear a estos dos personajes con sus carencias, sus defectos, y sus debilidades, incluidas algunas que los documentos históricos no respaldan del todo, pero eso en ficción para nada es relevante, puesto que son parte del proceso y la libertad creativa de quien da vida a esta obra.

Con todo, La medición del mundo es una obra que narrativamente funciona, con una estructura amigable y una prosa que obedece a la categoría de los best sellers, por lo que seguramente va a ser del gusto de los lectores que se entusiasman y desean conocer la otra parte menos difundida de la vida de científicos, y personajes de la historia universal.

 

 

 

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por esa última casa de estudios.

 

«La medición del mundo», de Daniel Kehlmann (Random House, 2024)

 

 

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Daniel Kehlmann (por Heike Steinweg).

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