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[Crítica] «La secreta obscenidad de cada día»: Derrocar el poder de los opresores

El clásico montaje estrenado por el dramaturgo y escritor chileno Marco Antonio De la Parra en 1984, tendrá sus últimas funciones, por lo menos con su elenco original (integrado por el autor y su amigo, el también psiquiatra León Cohen), este fin de semana, en la sala del Teatro Finis Terrae.

Por Patricio Altamirano Arancibia

Publicado el 22.10.2024

Si usted quiere leer y revisar el guion de la La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de la Parra, puede acceder a este enlace. Si desea tenerlo en formato de libro impreso puede recurrir a la librería Lom. Si desea ver la actuación en su casa puede recurrir a Escenix o si desea que le lean el guion puede acceder a FVLTV.

Existen todas esas posibilidades de acceder virtualmente, o por escrito, a la obra comentada. Sin embargo, es de seguro que tendrá una gran audiencia presencial en el Teatro Finis Terrae, donde se puede asistir hasta el próximo sábado 26 de octubre, además en la promoción indican que serán las últimas presentaciones del elenco original, formado por los connotados psiquiatras chilenos Marco Antonio de la Parra y León Cohen, lo cual resulta muy atrayente, casi imperdible.

La secreta obscenidad de cada día es una de las obras chilenas, desde el año 1984, que varias veces ha sido representada en nuestro país, también una de las pocas que se ha difundido fuera de Chile.

Esto se debe a que la obra logra una identificación muy rápida entre la temática con la audiencia, y el mensaje conceptual es decodificado muy rápidamente por el público. Esto se da cuando la escenificación y la actuación son explicables en sí misma, pues es «aparentemente» casi innecesario tener un acerco intelectual previo para comprenderla.

Con todo, el carácter auto explicativo de las siguientes escenificaciones y actuaciones de la obra, explica su capacidad de ser totalmente comprendidas: la presencia de dos adultos mayores en vestimenta de exhibicionistas, la disputa por la banca para poder perpetrar el acto de exhibicionismo, el placer que les produce su perversión, el acuerdo para la consumación de un acto realizado en conjunto.

El acto de exhibicionismo, es solo una actuación dentro de otra actuación, es un meta teatro, es como una caja de muñecas rusas, que da lo mismo, si se percibe como tal, porque resulta de todas maneras. Esto se expresa en que el exhibicionismo solo encubre su acción secreta, pues en el interrogatorio al cual se auto someten, crean nombres ficticios, que son Freud y Marx, y para justificarlos se dan monólogos muy significativos sobre discurso e ideas de esos personajes.

Así, y en otro nivel del meta teatro, aparece otra muñeca rusa, ya que los supuestos Freud y Marx solo encubren a dos seres, víctimas de la tortura de los aparatos represivos de la dictadura militar de clase alta chilena, esta es la medula de la obra, y producto de sus secuelas están hoy día sentados en esa banca.

De esta manera, ambos se consultan si se quebraron, confiesan que colaboraron. Su secuela se activa cada vez que pasa un vehículo, se recuerdan de su torturador, el guatón Romero, y de las técnicas que aprendieron, para engañar, las cuales se exhiben con una destreza total.

El mayor uso de la técnica del meta teatro, de una obra dentro otra obra, en cuando los supuestos Freud y Marx consuman su mayor engaño al público, cuando en distintos momentos de la puesta en escena exhiben su «herramienta» para consumar el exhibicionismo frente a hijas de ministros y de subsecretarios del régimen cívico y militar.

Se generan mofas, y risas, por los distintos tamaños de sus «herramientas», con esto consolidan la idea de que son simples exhibicionistas, pero que solo los ven Freud y Marx, ya que la audiencia no ve nada, pues se vuelve el secreto obsceno acontecido entre Freud y Marx.

Al final de la obra dejan en evidencia que son dos seres humanos que van a disparar dos revólveres a las hijas, o a los ministros y subsecretarios del gobierno dictatorial, sin embargo, el desenlace no es posible determinarlo, porque la obra termina abruptamente.

Esta última escena es la explicación de la temática subrepticia de la obra.

 

De la mano empuñada en alto al brazo que lleva la bolsa del supermercado

La obra logra la total atención y compresión de su audiencia, en la articulación de un meta teatro sucesivo, que va desde una obra a la otra, y pasa por una muñecas rusa a otra.

Parten siendo dos víctimas de la dictadura, que simultáneamente y sin conocerse planean un atentado a la salida de un colegio de clase alta, y que para ocultar sus verdaderas intenciones fingen ser dos exhibicionistas, que luego a fin de despistarse mutuamente, crean a Freud y Marx, y descubren sus elementos comunes: ser unas víctimas físicas y políticas de la dictadura, y luego tener idéntico plan, que terminan por perpetrar juntos.

La secreta obscenidad de cada día es una fascinante obra dentro de otras obras, que cautiva a cualquier público, cuya audiencia podría ir a verla muchas veces, inclusive en diferentes momentos de su vida, teniendo un público estable en cada reestreno, que de seguro irá al Teatro Finis Terrae con ese objetivo.

Si juntamos el carácter auto explicativo de las escenificaciones y actuaciones que hemos detallado, junto a un acervo cultural propio de las capas medias del planeta Tierra, tendremos que la obra llega a cualquier país. ¿Cuántos psiquiatras, como Marco Antonio de la Parra o León Cohen habrán tenido que atender a víctimas de las dictaduras de las clases altas en el mundo?

Esas víctimas de las dictaduras en el mundo, creadas por Marco Antonio de la Parra en el año 1984, quien desde la óptica de un psiquiatra exacerba el delirio de creerse Freud o Marx, a la vez recurren a la formación de la enseñanza media y universitaria propia de las capas medias, de cualquier lugar de la humanidad, logrando una identidad conceptual con ellas.

De esta forma, y en entrevistas posteriores que ha dado Marco Antonio de la Parra, como en publicaciones que analizan a esta obra, se puede decir que la crea en el momento más álgido de la dictadura militar de la clase alta chilena, en la acumulación del terrorismo de Estado, desde el año 1973 hasta el año 1984, que él percibe desde su rol de psiquiatra a sujetos de izquierda que fueron hechos añicos por la represión.

Así, De la Parra los caracteriza como: «dos exprofesores de Estado sometidos a un delirio decadente bajo las figuras de Freud y Marx», que expresan: «la soledad y la vagancia de sus personajes a las grandes ideas que han sido abandonadas».

En suma, son: «dos chiflados, son dos profesores que fueron torturados y quedaron convertidos en dos guiñapos de seres humanos que les queda un poco el verso», son personajes derrotados que: «han dejado atrás cualquier intento por pensarse críticamente. Y bueno, en eso el mercado para que decir, ya sabemos el rol que cumple porque como dice Arturo Fontaine en forma metafórica ya hemos pasado de la mano en alto empuñada a la mano que lleva la bolsa del supermercado».

 

La estética de un proceso social, político e histórico

En estos dos sujetos, pese a estar en añicos, al fragor de la dialéctica de la vida, siguiendo el yin y yang, a la vez que persisten en ellos un esfuerzo: «están situados frente a un colegio de niñas privado en donde se inicia el año escolar. Ahí hay un guiño de este mundo de chicas guapas o niñas bien. Es a esa sociedad a la que atacan los personajes, a una sociedad que ha desplazado al pensamiento crítico a la calle, a ser vagabundos, perversos y por lo mismo peligrosos».

Y sin ir más lejos, estos dos sujetos pese a estar hechos «añicos», en el año 1984, ellos mismos deciden hacer un acto en contra de sus opresores, sin conocer el resultado del mismo, este es el gesto al final de la obra, que condensa históricamente el inicio de la fase de las protestas que tuvo Chile, cuyo comienzo fue en el año 1983, y durará hasta el año 1986, que debilitó al régimen cívico y militar, y el resultado final de ese proceso es la actual fase de postdictadura, que se inicia en el año 1989 y que prosigue hasta la fecha.

Muy importante es considerar que al interior de la postdictadura —1990 a la fecha— se ha dado una fase de protestas, que tuvo su peak con el denominado estallido social, en el año 2019, que por un lado debilitó al régimen postdictatorial, pero por el otro hizo que el mismo estallido entrara en repliegue, sin embargo, esa coyuntura logra establecer una crisis del pacto de gobernabilidad, que todavía no logra crear una nueva estabilidad.

Hasta ahora, en la historia de Chile, y de muchos países, siempre habrá sujetos que, por un lado, la represión de la clase alta los transformará en añicos humanos, que los situará en condición de calle, de vagabundos, que serán calificados como perversos, como peligrosos, aunque ellos siempre, por otro lado, llevarán la secreta obscenidad de derrocar a la clase alta, siempre debilitando el poder de sus opresores.

 

Ficha artística:

Dramaturgia: Marco Antonio de la Parra. | Dirección y actuación: Marco Antonio de la Parra y León Cohen. | Iluminación y producción: Teatro Finis Terrae.

 

 

 

 

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Patricio Altamirano Arancibia realizó sus primeros estudios en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, para luego ingresar a la carrera de sociología en la Universidad ARCIS, donde se especializó en la investigación académica sobre la clase alta chilena. En esa misma casa de estudios obtuvo el grado de doctor en procesos sociales y políticos en América Latina.

Desde entonces, ha publicado y presentado diversos trabajos en congresos de sociología tanto en el país como en el extranjero, por citar: «La ruta de la modernización agraria chilena: capitalista, reaccionaria y extranjerizante», «El capitalismo ilustrado del siglo XXI» y «Las ocho sombras de los mayorazgos modernos en el siglo XXI», entre otros.

En septiembre de 2021 presentó la monografía La casta Larraín en la burguesía chilena (Ojo Editores).

 

Los psiquiatras León Cohen y Marco Antonio De la Parra protagonizan «La secreta obscenidad de cada día» en el Teatro Finis Terrae

 

 

Teaser:

 

 

 

Patricio Altamirano Arancibia

 

 

Imagen destacada: La secreta obscenidad de cada día (2024).

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