La nueva y esperada obra literaria del premiado narrador mexicano Juan Villoro es una alarma en torno a la descomposición moral, una enfermedad que irrumpe desde el interior mismo de la sociedad azteca, y la cual durante décadas ha ido creciendo y avanzando sin que nadie y nada la pueda detener.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 20.9.2021
La Ciudad de México es un mundo en sí mismo. Es una ciudad país, una ciudad planeta. Es la ciudad donde la muerte se manifiesta en todas sus formas, es el lugar donde la violencia anida en cualquier esquina, en cualquier casa. La muerte en ciudad de México es una fiesta nacional.
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) ha escrito su última novela que habla sobre esta gran ciudad, sobre el narcotráfico y sobre la realidad y el arte. Tomando el nombre de la película homónima del director polaco Andrzej Wajda, el escritor mexicano construye un relato a partir del día en que la cineteca nacional del país azteca se quema mientras están pasando aquel largometraje.
Autor de un innumerable grupo de textos de todo tipo, Juan Villoro explica la génesis de esta, su última novela:
“El origen fue un relato que yo estaba escribiendo con posibilidades de que fuera un guión de cine para un director brasileño. Y este relato escrito hace nueve años me puso en la pista de lo que sería después La tierra de la gran promesa. Fue un trabajo acumulativo de mucho tiempo. Y surgió como tantos proyectos, de manera casual. Siempre tuve presente que cuando se incendió la Cineteca se exhibía esta película con este título, que resultó profundamente irónico. Entre otras cosas, además, porque la película de Andrzej Wajda trata del ascenso del capitalismo, del optimismo que hubo en ese momento y desembocó en un incendio porque uno de los protagonistas no asegura su fábrica contra incendios y un rival le prende fuego. Entonces es como una película que alude a cómo arden y se destruyen las ilusiones”.
De obligaciones vitales y morales
Es además, la imagen de como son los mismos hombres quienes van destruyendo a los otros, pues en un afán de permanente competencia se quiere hacer desaparecer a quienes pueden generar dificultades para crecer. Es una máxima que rige el comportamiento de los carteles de drogas y del capitalismo en general, es decir, destruir la competencia para acaparar todo el mercado para sí mismo.
En México pareciera que los carteles de las drogas han tenido la capacidad de crecer e inmiscuirse en muchos de los ámbitos de la vida social, ejerciendo la violencia como una forma de expansión.
Esta novela es una escritura que se alimenta de la tragedia, pues es gracias a ella que se resaltan los elementos más llamativos de aquella sociedad y donde el mal parece ser un protagonista más.
“No hay novelas sin sufrimiento”, dice el autor, cuya narración se adentra en las complicaciones que tiene el documentalista que se entrevista con un líder del narco, pues teme estar siendo cómplice de las cosas que le cuentan.
A partir de esta situación su vida privada no volverá a ser la misma. La encrucijada sobre actuar para mejorar el mal que se está conociendo o ponerse a crear, son las disyuntivas morales que afectan al protagonista.
¿Debe el arte inmiscuirse activamente en las situaciones que cuenta? ¿Basta con crear un libro o una película que relaten lo sucedido? ¿Hay una obligación moral para el artista que escribe, pinta o crea?
Interrogantes que quedan abiertas luego de la lectura del La tierra de la gran promesa, una novela que no solamente retrata las vicisitudes de un ser humano, sino que además da cuenta de las lamentables formas de sometimiento en las que ha caído parte de una sociedad azotada por el poder de la droga y de los carteles del narcotráfico que la comercializan.
Sin embargo, esta novela es, además, una alarma sobre la descomposición moral, una enfermedad que viene desde adentro mismo de la sociedad mexicana, y la cual durante décadas ha ido creciendo y avanzando sin que nadie la pueda detener.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura de la última Casa de Estudios.
Imagen destacada: Juan Villoro.