En esta novela, el escritor italiano ficciona la historia del verdadero héroe palermitano que fue el sacerdote Pino Puglisi, y lo hace con la pasión propia de alguien implicado en la trama, pues cuando era estudiante, el narrador estuvo en la sala donde daba clases el presbítero asesinado por la mafia siciliana en 1993.
Por Juan Ignacio Izquierdo Hübner
Publicado el 14.1.2025
¿Podría alguien decir que está preparado para dejar este mundo? El padre Pino Puglisi lo dijo, aunque más con los hechos que con las palabras. Se trata de antiguo párroco de Palermo que fue asesinado por la mafia. «No le tengo miedo a la muerte. Tengo miedo a morir» (p. 311).
Don Pino se dedicaba a rescatar a los niños de las redes de la droga en el barrio pobre de Brancaccio. Les organizaba actividades para que ocuparan el tiempo y, sobre todo, les daba tiempo y afecto. Para tantos pequeños abandonados, él fue un padre. Quería construirles una escuela. Pero la Cosa Nostra estaba incómoda con sus esfuerzos; necesitaban a los niños para perpetuar la miseria del pueblo y seguir ampliando sus posibilidades de dominación.
Así que le mandaron un aviso. Luego otro. Hasta que, el 15 de septiembre de 1993, lo mataron delante de la puerta de su casa. Era el día de su cumpleaños.
Cinco años después del asesinato, Salvatore Grigoli, el sicario que apretó el gatillo decidió colaborar con la justicia. Después de una larga entrevista, le preguntaron por qué se había arrepentido. Entonces responde diciendo que en esos cinco años no se he arrepentido por haber matado a ese hombre (ya lo había hecho con otros 45). Sino por la forma en que ese hombre me sonrió cuando estaba a punto de dispararle.
Copio un fragmento de la entrevista que le hicieron al asesino. La conversación tuvo lugar en septiembre de 1999, en la cárcel de máxima seguridad donde estaba interno:
—¿Estaba nervioso, cauteloso?
—No. Él estaba tranquilo. Más tarde nos enteramos de que era su cumpleaños. Spatuzza (un miembro del comando que lo mató, ndr.) le quitó la cartera y dijo: padre, esto es un robo. Él respondió: Lo esperaba. Lo dijo con una sonrisa. Una sonrisa que quedó grabada en mi memoria.
—¿La sonrisa de un santo?
—No tengo experiencia con los santos. Lo que puedo decir es que había una especie de luz en esa sonrisa. Una sonrisa que me dio un impulso inmediato. No lo puedo explicar: ya había matado a varios, pero nunca había vivido algo parecido. Siempre recuerdo esa sonrisa, aunque me cuesta mantener en mi memoria los rostros, los rostros de mis familiares. Esa noche me puse a pensar en ello, algo se había movido.
Esta historia no te soltará
El asesino no volvió a dormir desde que apretó ese gatillo. Pensó que sería un disparo más en su historial de fuego. Pero se enfrentó a una víctima distinta, una víctima que sonreía mientras lo emboscaban. Por eso el padre Pino fue proclamado beato el 25 de mayo 2013 por el Papa Francisco. Es el primer mártir de la Iglesia Católica asesinado por la mafia.
Con todo, Alessandro D’Avenia (1977) ficciona la historia de este héroe palermitano. Lo hace con la pasión propia de alguien implicado en la trama. Cuando era estudiante, estuvo en la sala donde daba clases el padre Pino. Fue nada menos que alumno suyo en el Liceo, en clase de Religión. Y ese niño llegó a ser el escritor más leído por los jóvenes de Italia.
Además de ese compromiso del corazón, D’Avenia escribe valiéndose de la belleza de la poesía. Su prosa es brillante. Por ejemplo, para describir un escenario de Brancaccio, podría decir que: «habían televisores encendidos».
Pero él rehúye las frases triviales, por eso dice, en cambio: «Alguna televisión encendida balbucea luces y sonidos por las ventanas abiertas» (p. 165).
O, en otro momento, en que además de la tensión del silencio quiere hacer notar el calor, escribe: «Desde las televisiones encendidas se deslizan hasta la calle restos de palabras que se evaporan en el acto» (p. 190).
Termino con una advertencia. Cuidado cuando la empieces a leer, porque esta historia no te soltará hasta que la hayas terminado. Y cuando te libere, te habrá robado unas cuantas lágrimas. Así que piensa bien cuándo puede ser el momento oportuno para adentrarte en esta aventura.
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Juan Ignacio Izquierdo Hübner es abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, licenciado en teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) y doctor en teología de la Universidad de Navarra (España).
Es sacerdote desde el año 2023. Además, es autor de la novela Todos los caminos conducen a Claudia, con la cual ganó el VII Concurso del género de la editorial Didaskalos en 2024.
Imagen destacada: Alessandro D’Avenia (por Marta D’Avenia).