A raíz de cumplirse el centenario del natalicio del escritor andaluz (producido en 2020), la editorial El Paseo, en colaboración con la colección Biblioteca de Autores Meridionales de la Universidad de Sevilla, ha reeditado ese hermoso libro donde la infancia y la añoranza son el tema central de sus páginas.
Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda
Publicado el 16.4.2021
Con ocasión de la celebración del centenario del poeta sevillano Rafael Montesinos (1920-2005), la editorial El Paseo, en colaboración con la colección Biblioteca de Autores Meridionales, de la Universidad de Sevilla, ha publicado recientemente su libro Los años irreparables.
Como señalaba José Luis Cano, poeta y amigo de la Generación del 27, Rafael Montesinos pretende con esta obra: “rememorar, evocar esos años irreparables de la niñez perdida, perdida sólo como vivencia directa, no como tesoro permanente y emocionado del alma, como fuente misteriosa de poesía”.
Ya en sus versos de los años 40 hay un recuerdo a esa infancia lejana:
Sevilla entonces para mí no era
ciudad de amargo recordar. Tenía
cada calle su luz, y cada día
un mismo amanecer de primavera.
Los años irreparables, publicado en 1952 en la «Colección Ínsula», coincidió en esa época con la aparición de diversos libros donde la infancia y su añoranza era el tema central.
De 1951 es La vida nueva de Pedrito de Andía, de Rafael Sánchez Mazas, publicado en Editorial Plenitud; también en 1952 se edita esa breve joya literaria que es Helena o el mar del verano, del escritor y diplomático gijonés Julián Ayesta (1919-1996).
Ayesta y Montesinos se conocieron en el Madrid de la posguerra y, de la mano de José García Nieto, publicaron sus primeros textos en «Garcilaso», revista que en aquella época dirigía el poeta ovetense.
Montesinos entra en contacto con los poetas de la Generación del 27, y forma parte de las principales tertulias madrileñas de la época, la del Café Gijón o la Tertulia Literaria Hispanoamericana, de la que sería director hasta su muerte.
Actualmente la Tertulia continúa activa gracias a la labor de su viuda, Marisa Calvo y de su hijo, Rafael César Montesinos.
En Madrid conoce a Manuel Machado, quien prologará su primer libro de poemas, el titulado Resurrección. Entre ellos surge una gran amistad que se prolongará hasta la muerte del creador de Castilla.
En un artículo aparecido en el semanario El Español de 25 de enero de 1947, y titulado “El domingo pasado”, Julián Ayesta relata ese encuentro final con Machado:
El domingo pasado por la noche nos reunimos un grupo de amigos en casa de Rafael Montesinos. Rafael y Charles David Ley han estado hace poco en Londres, y han traído un whisky bastante bueno. Una reunión muy simpática: se bebió, se charló, se discutió, y todo el mundo parecía tener ediciones en perspectiva. De repente, la hermana pequeña de Rafael abre la puerta y dice: ‘Rafael’, ‘Qué’, ‘Don Manuel Machado que se ha muerto’. (…) La viuda de D. Manuel está allí, y nos da una mano muy suave, sin llorar, mirándonos serenamente a los ojos. Allí, a metro y medio de la mesa-camilla, como un contertulio más está D. Manuel Machado.
A principio de los años 60 se inicia en el estudio de la vida y la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, convirtiéndose, con el tiempo, en un gran conocedor del poeta sevillano.
Además de varios libros publicados de tema becqueriano —entre los que destacan Bécquer. Biografía e imagen o La semana pasada murió Bécquer—, se ocupó de la edición crítica de las Rimas, publicadas por la editorial «Cátedra».
En 1981 el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla recuperó aquellos fragmentos de Los años irreparables que no habían aparecido en la primera edición. Y es aquella la que sigue la editorial El Paseo en la publicación de la obra de Rafael Montesinos. Estamos ante una prosa tal como fue imaginada por el poeta sevillano, donde su infancia y su ciudad cobran protagonismo en su recuerdo:
Largos atardeceres de la calle Santa Clara cuando el farolero pasaba con su larga pértiga encendiendo las luces de gas; cuando las campanas de las monjitas me llenaban el alma de una leve tristeza; (…) cuando los hombres aquellos, con su pregón al aire, pasaban llevando un pequeño cajón de madera en sus manos:
¡Niña, los jazmines!
El libro incluye, además, otros textos de carácter personal, bajo el título de Otras prosas autobiográficas. Se completa con las colaboraciones que llevó a cabo Rafael Montesinos con distintos medios de comunicación, principalmente sus artículos en el ABC de los años 80.
Los años irreparables cuenta con un interesante estudio introductorio a cargo de Roblas Caride, al cuidado de quien ha estado la edición de esta obra.
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Eduardo Suárez Fernández-Miranda es licenciado en Derecho de la Universidad de Sevilla (España).
Crédito de la imagen destacada: Universidad de Sevilla.