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[Crítica] «Los delincuentes»: Un mosaico fresco y contemporáneo

Disponible para su visionado en la plataforma de streaming Mubi, en el nuevo filme del galardonado director bonaerense Rodrigo Moreno, los personajes fueron soltados a fin de que cada uno encuentre su destino, en una obra audiovisual de brillante plasticidad, y la cual sobrepasa unas extensas tres horas de duración.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 6.1.2023

En estos días, el largometraje de ficción Los delincuentes (2023), dirigido por el realizador argentino Rodrigo Moreno (1972), es posible visionarlo en la plataforma de streaming Mubi.

La obra con productores chilenos fue el crédito elegido para representar en los premios Oscar de este año, en categoría a la mejor película extranjera, a la industria cinematográfica trasandina. Aunque el filme no clasificó a la recta final de la prestigiosa competencia es una buena muestra de lo que se hace en la actualidad, en materia audiovisual y dramática, en los estudios del vecino país.

El largometraje se basa en una premisa muy sencilla. Morán (Daniel Elías) es un empleado de banco, que un día se apropia de una gran suma de dólares. Antes de que el robo sea descubierto, visita a un colega, Román (Esteban Bigliardi), a quien le ofrece la mitad del cuantioso botín, a cambio de que esconda el dinero.

Morán le adelanta que confesará el delito, por lo cual será apresado. El administrativo piensa pasar unos años en prisión y al salir, repartir con Román los miles de dólares sustraídos con el fin de no volver a trabajar nunca más.

Desde la simplicidad de la propuesta, la narración expone los derroteros de ambos personajes. Por un lado, Morán y sus vueltas vitales antes de confesar. Y luego, su tortuosa vida en prisión.

Por otra parte, Román padece la angustia de ser descubierto en cualquier momento pues en la sucursal bancaria se inicia una investigación formal, donde su persona es uno de los sospechosos de colaborar con el millonario robo efectuado en divisa estadounidense.

Román y su vida habitual se derrumban lentamente por la presión que comienza a experimentar y de esa forma concluye por adoptar decisiones que afectarán en forma radical a su existencia cotidiana.

 

Existencialismo sudamericano

El relato se toma su tiempo, bastantes minutos, en mostrar los giros inesperados que van tomando las vidas de los caracteres involucrados en la trama de Moreno. Esta especie de serpenteo que propone el largometraje, muestra lo dúctil que es la visión del director.

Así, la personal mirada del realizador muta de un género a otro, con una plasticidad brillante. En el inicio se acerca a los relatos de cine negro. Para de repente, entrar a esas narraciones románticas e iluminadas del cine de Eric Rohmer. O en un momento, se transforma en una película carcelaria, del tipo El marginal. Solo por nombrar algunos devaneos que tiene el relato audiovisual.

Hay ambientaciones muy citadinas, pues el robo se produce en el corazón de Buenos Aires. Imágenes de los cuartos de los edificios donde trabajan y habitan los personajes, espacios donde la falta de sol es una característica estética y la cual es un reflejo de la angustia de los protagonistas.

Estos espacios cerrados contrastan con las imágenes que se aprecian cuando la cinta se traslada a las provincias del interior. Lugares abiertos, junto al sol y la naturaleza, donde los personajes se mueven a sus anchas, como si fuese un neowestern.

Hay una clara línea de desarrollo de la historia que parece conectada con el cine del realizador bonaerense Mariano Llinás y sus portentos Historias extraordinarias (2007) y La flor (2019). Esos relatos donde la narración se mete por caminos inesperados y nos conduce a sensaciones y vivencias pocas veces vistas en la industria latinoamericana.

Una experiencia donde se ponen en tensión distintas estructuras cinematográficas que entregan un mosaico fresco y contemporáneo, que no se casa con ningún tipo de composición previa, mezclando formas y temas estéticos.

Y, por lo mismo, las cintas duran tanto. Los delincuentes pasa de las tres horas, para que el espectador experimente los distintos relieves que propone el desarrollo de la trama. Y lo hace con calma, con mucha tranquilidad, como si la narración fuera un personaje en sí.

Estas obras van a contrapelo de las realizaciones de consumo rápido, que suelen enganchar desde el inicio al espectador y luego conducirlo por caminos seguros para que no se pierda. En la cinta de Rodrigo Moreno, los personajes pareciera que fueron soltados para que cada uno encuentre su destino.

Y en esa búsqueda los acompañarán los espectadores. Y como en toda indagatoria los caminos no son siempre son los esperados pero la experiencia de ser conducido por sendas desconocidas, para quienes les gusta dejarse llevar, será memorable.

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Los delincuentes (2023).

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