Leer esta novela de la escritora estadounidense Sigrid Nunez es como asomarse al soliloquio de alguien con una mente que no para de divagar, en un flujo intelectual interesante, o bien como ser parte de una de esas conversaciones con amigas —con las cuales se tiene tanta confianza— que no importa saltar de un tema a otro en una velada interminable.
Por Alejandra Repetto Seeger
Publicado el 13.2.2025
Qué liviandad, qué alivio, qué calma, qué belleza tan poco estridente. Esa es la sensación que me embarga a medida que me adentro en la lectura de la última novela de la estadounidense Sigrid Nunez (Nueva York, 1951), publicada en español por Anagrama en 2024.
Escrita en primera persona y con toques de lo que se ha llamado autoficción, la protagonista, una mujer de edad mediana, escritora y muy lectora, nos invita a acompañarla en sus reflexiones que mezclan recuerdos, conversaciones con amigas, lecturas, recuerdos de la infancia e introspecciones diversas y muy personales, algunas.
Si es que hay alguna acción en el sentido clásico de la palabra, esta ocurre en medio de la pandemia cuando la narradora se instala en la casa de la amiga de una amiga para cuidarle a su loro amado y disputar, al poco tiempo, el territorio de la casa y el cariño del ave con un joven, hijo de otra amiga.
Con una mente que no para de divagar
Las observaciones sobre el joven y su propio estado de ánimo, el paso del tiempo, los cambios en la ciudad y en los hábitos a propósito de la pandemia, así como la literatura, el oficio de escribir, anécdotas de escritores, reflexiones sobre personajes y repasos a novelas y a ejercicios literarios aparecen en el relato, tanto como anécdotas propias o ajenas que ameritan reflexiones y cuestionamientos.
Toda esa retórica argumental se despliega en medio de disquisiciones sobre la masculinidad y sus estereotipos, el consentimientos o las dificultades de pareja matizadas por las disímiles opiniones de su grupo de amigas con quienes se ha juntado luego del funeral de una de ellas («te das cuenta de que las cosas van mal cuando un funeral te parece una escapada», comenta una de ellas, vulnerable como todas), amigas a las que ha llamado con el nombre de flores y a las que muestra complejas, variadas, efímeras y bellas.
Leer este libro es como asomarse al soliloquio de alguien con una mente que no para de divagar, interesante, o como ser parte de una de esas conversaciones con amigas con las que se tiene tanta confianza que no importa saltar de un tema a otro, dejar una historia a medias para comenzar o escuchar otra, o incluso acompañarse en los ánimos cambiantes con motivos o sin ellos.
El resultado, es la sensación de haber compartido profundamente con alguien con quien se tiene a ratos acuerdos y a ratos no, pero que se siente tremendamente estimulante, entretenida, cercana y querible. Y esta sensación tan agradable no deja de ser importante en una novela que parte con la siguiente reflexión:
«Cuando era joven creía que era importante recordar lo que sucedía en cada novela que leía. Ahora sé la verdad: lo que importa es lo que experimentas al leerla, los estados de ánimo que evocan la historia, las preguntas que te vienen a la mente, no tanto los hechos que se describen».
Un placer de lectura, no un placer inocente, porque en la sencillez y en la delicadeza de esta escritura hay una mirada crítica, política y preparada que cuestiona y cuestiona.
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Alejandra Repetto Seeger es una psicóloga clínica titulada en la Universidad ARCIS, enfocada en su labor profesional tanto en la terapia de adultos, como de niños, adolescentes y familias.
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«Los vulnerables», de Sigrid Nunez (Anagrama, 2024)
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Alejandra Repetto Seeger
Imagen destacada: Sigrid Nunez.