Basada en un controvertido tópico de tanta actualidad e interés público como lo son los relaves mineros y las llamadas zonas de sacrificio insertas en el territorio nacional, esta obra de la compañía Lafamiliateatro y dirigida por el dramaturgo Eduardo Luna se exhibe hasta este domingo 17, en el escenario de la sala Finis Terrae.
Por Enrique Morales Lastra
Publicado el 17.7.2022
El montaje de la compañía Lafamiliateatro es un certero alegato dramático en torno a las consecuencias ambientales, arqueológicas, y culturales ocurridas luego de la construcción del tranque de relaves de desechos mineros El Mauro, por parte de la minera Los Pelambres (propiedad de la transnacional Antofagasta Minerals y del Grupo Luksic), en la castigada precordillera de la Región de Coquimbo.
Sin embargo, y pese a lo que podría pensarse como un acto meramente denunciatorio, la obra pone en el debate también, las relaciones de poder y las tensiones que surgen al interior de un movimiento sindical y de protesta, en la cotidiana magnitud de sus facetas íntimas y estructurales.
Asimismo, su argumento exhibe las contradicciones identitarias a las cuales se ven sometidos los participantes del citado conflicto social y político, luego de verse enfrentados al cambio radical en su espacio vital que significa convertirse en los habitantes de una llamada zona de sacrificio.
Las actuaciones del elenco integrado por Felipe Lagos, Nicole Morales, Alexis Moreno Venegas, Paly Pavez y Sebastián Silva Rodríguez, además de mantener en su conjunto las emociones referentes a una situación límite como lo es persistir en una huelga de hambre, a fin de presionar a los trust financieros y empresariales a cargo del inmenso tranque de desechos tóxicos y mortales, reflejan un compromiso ético que los espectadores amén de observar, acogen en la hondura de su prendamiento estético.
En efecto, el histrionismo interpretativo de ciertos pasajes aumenta el realismo y la comprensión sensitiva e intelectual acerca del proceso de degradación cultural y psicológica al cual han sido sentenciados los lugareños de la zona, a causa de un proyecto minero que, de acuerdo a la acusación enunciada en el libreto, jamás ha respetado las normativas ambientales ni legales vigentes desde su instalación, decidida por lo demás, entre gallos y medianoche en su momento.
Tan fuerte como la muerte
Mauro es un montaje cuyo argumento quizás es demasiado angustiante y gris en la fuerza literaria de las implicancias de diversa índole que la componen. Eso repercute, sin duda, en el ánimo del espectador, quien abandona la sala entre pasmado, triste pero a la vez agradecido de no ser parte de las lacras y de las desventajas de respirar en los límites siquiera, de una zona de sacrificio.
En efecto, habitar esa geografía del horror conlleva para un grupo humano una pérdida de la dignidad fundamental e inherente por su condición de tales, en la existencia de cada uno de sus integrantes. Y el futuro se divisa oscuro, absurdo y sin sentido, y el presente una sucesión de pérdidas, enfermedades y debacle vitales, de las cuales solo cabe huir y escapar, bien lejos de esa casa destruida, que ya no es de nadie.
«La rabia es la protesta del pobre», dice resignado uno de los personajes, y rescatar ese sentimiento efímero y ácido, en la trascendencia colectiva de una recreación escénica, se transforma en la principal fortaleza artística del título debido a la afiatada y valiente compañía dirigida por Eduardo Luna, donde siempre se debe situar y enjuiciar al guerrero por la estatura de los contrincantes durante la batalla enfrentada, antes que por su victoria o eventual derrota.
El escenario del Teatro Finis Terrae y sus características técnicas configuran a una de las mejores salas del circuito local, con el propósito de apreciar un montaje dramático hoy en el país, y una obra como Mauro sale fortalecida en sus cualidades formales gracias a ese inconmensurable apoyo y finalmente un generoso aliado.
La sofisticada iluminación, el diseño de sonido, la construcción de esa enajenada soledad en un verdadero espacio diegético de la desolación, y las proyecciones a las cuales recurre el relato dramático, procuran y hacen crecer la contundencia y la honestidad de esta denuncia artística, pero que también es cívica y política.
Mauro se exhibe hasta este domingo 17 de julio, a las 19 horas, en las acogedoras butacas emplazadas en la calle Pocuro, justo antes de llegar a la esquina de la avenida Pedro de Valdivia en la comuna de Providencia.
Ficha artística:
Dramaturgia y dirección: Eduardo Luna.
Asistencia de dirección: Pamela Alarcón.
Diseño integral: Javiera Severino, Karla Rodríguez y Javier Alvarado.
Elenco: Felipe Lagos, Nicole Morales, Alexis Moreno Venegas, Paly Pavez y Sebastián Silva Rodríguez.
Diseño sonoro y música original: Francisco Moreira y Vicente Cuadros.
Músicos invitados: Angela Acuña (violoncello), Javiera Aguayo (contrabajo), Camilo Aliaga (teclados y piano).
Composición Bolero hambriento: Alexis Moreno Venegas.
Rancheras: Los Reales del Valle.
Mezcla de sonido: Barry Sage.
Sonidista: Pablo Ramírez.
Grabación y postproducción audiovisual: Diego Elgueta.
Fotografía y video publicitario: Diego Pezo y Marcos Ríos.
Una coproducción de Lafamiliateatro y del Teatro Finis Terrae.
Coordenadas:
Funciones presenciales desde el 30 de junio hasta el 17 de julio. Jueves, viernes y sábados a las 20:30 horas, domingos a las 19:00 horas.
Entradas, solo a través de compra online.
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Tráiler:
Imagen destacada: Lafamiliateatro y Teatro Finis Terrae.