Los poemas de Heber Rojas Barrera se instalan en la poesía chilena como un lamento honesto, donde no hay miedo a la hora de escribir y que ponen en evidencia el lugar en el que habitamos, en versos que dan vida a un lenguaje propio y honesto.
Por Cristián Brito Villalobos
Publicado el 17.3.2025
Un observador. Un hombre sentado frente al abismo mirando el vacío. Un poeta que cuestiona sus poemas y su propia existencia. El hombre que escribe se desnuda en cada verso. Un hombre que huye del sufrimiento.
No sé lo que hice (pero escribí esto) (Ediciones Askasis, 2024) de Heber Rojas Barrera (1985), es un viaje. Un recorrido por los caminos de uno mismo. Una mirada aguda hacia dentro. Conclusiones acerca de la vida, de la sociedad que cada vez es más plástica e inhumana.
El poder y sus tentáculos son aquí desmembrados por la mirada del poeta. Hay también un viaje en el tiempo. Un vistazo a la vida que se ha recorrido. Un texto en el cual se experimenta una franca conversación con los demonios.
Los monstruos que recorren estas páginas y que aún causan tormento se desnudan y atacan en los versos. El poeta Rojas Barrera nos invita a conocer sus miedos. A visitar esos rincones que evitamos. A cuestionarnos sobre lo que ha sido nuestra existencia.
Los rincones de nuestros pensamientos
Con todo, la lectura es además un tránsito. Un camino que, a pesar de lo incierto, se debe recorrer, siempre estando atento. Los mismos ríos de sangre corren por las calles que nos susurra un verso.
Una sentencia que habla por todo lo antes escrito. Heridas que no sangran y que crecen por dentro. Es la poesía el arma con la cual el autor enfrenta sus miedos y decide dar la cara, aunque el dolor sea inmenso.
Los poemas de Heber Rojas Barrera se instalan en la poesía chilena como un lamento honesto, donde no hay miedo a la hora de escribir y que ponen en evidencia el lugar en el que habitamos. Los poemas dan vida a un lenguaje propio.
Se trata de poesía simple pero profunda que se pasea en cada calle. Que transita los rincones de nuestros pensamientos. «Este poemario que lees no tiene orden ni concierto, son poemas desperdigados, reunidos para huir de lo efímero», dice Heber.
Efectivamente, en este conjunto de poemas existe una delgada línea por la cual transita la poesía. Son poemas que siguen un hilo conductor invisible. A pesar de la variedad de temas, tras una atenta lectura, es posible distinguir al poeta más allá de su obra.
Pero no todo es una introspección. Hay también una mirada crítica a la idiosincrasia de nuestro país. Es la voz del poeta la que exhibe esa lectura triste.
«Mi nombre es Salvador Augusto», recita un verso. Una bandera propia que habla del estado de las cosas, pero, además, de lo que ha ocurrido en esta nación a lo largo del tiempo.
Un libro que avanza como una lágrima que nos brota desde adentro.
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Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado en la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

«No sé lo que hice (pero escribí esto)» (2024)

Cristián Brito Villalobos
Imagen destacada: Heber Rojas Barrera.