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[Crítica] «Priscilla: Una Sofia Coppola desdibujada

Otro de los importantes estrenos que tuvo fuera de competencia la reciente versión del Festival de Cine de Zúrich, correspondió al último largometraje de ficción de la realizadora estadounidense hija de Francis Ford, y cuya protagonista, la actriz Cailee Spaeny, obtuvo la Copa Volpi en Venecia debido a su interpretación, tan solo hace unas semanas atrás.

Por Rafael Recuenco Gutiérrez

Publicado el 12.10.2023

Priscilla es la nueva película escrita y dirigida por Sofia Coppola, basada en las memorias Elvis and Me de Priscilla Beaulieu Presley (quien también es productora del film), publicadas en 1985 y que relatan el largo noviazgo y turbulento matrimonio de la pareja, desde una base militar alemana hasta su finca de ensueño en Graceland.

La acción empieza en el Berlín Occidental de 1959, cuando la adolescente Priscilla Beaulieu (Cailee Spaeny) conoce a Elvis Presley (Jacob Elordi) en una fiesta. Él ya es una meteórica superestrella del rock and roll, pero se convierte en alguien totalmente inesperado en momentos privados: un apasionante flechazo, un aliado en la soledad, un vulnerable mejor amigo.

Ella convence a sus padres para que la dejen ir a visitarlo a Memphis y tras su paso por Las Vegas regresa a Alemania, donde los años pasan sin recibir respuesta de él. Finalmente, Elvis la llama, le dice que no la ha olvidado y le pide que vuelva a Estados Unidos para vivir juntos. Los padres acceden a que se traslade a la ya mítica mansión de Graceland y que ingrese en un colegio católico para acabar sus estudios.

Priscilla representa a esa adolescente que se convierte en el foco de la prensa y que tiene que soportar la soledad de vivir en su palacio de sueños rotos mientras él está de gira constantemente. También tiene que convivir con el inestable carácter de Elvis y sus continuas infidelidades con sus mil y una amantes que retrata la prensa.

Desde el inicio de la cinta nos presentan a Elvis como un adicto a las pastillas —tanto somníferas como estimulantes— y ella se contagia de este vicio. No sólo eso, nos muestran como él trastoca su personalidad para mostrarla al mundo como una parte suya.

La joven enamorada cambiará su maquillaje, su color de cabello, la forma de su pelo y su manera de vestir para contentar a su amado. Además, tendrá que vivir sus repentinos cambios de humor violentos como el lanzamiento de una silla para dar paso a su disculpa inmediata.

En otras palabras, machismo en su estado más puro.

 

La dirección de arte: una «joya»

El retrato de Elvis consiste en el cliché de todo artista atormentado: adicto, mujeriego, chulesco, agresivo, bipolar y violento. Tan sólo en 1964 vemos un intento fallido de un Elvis yogi, que acaba quemando sus libros zen. Ese propósito pseudo intelectual lo acaba de dibujar como una persona con pocas luces.

¿Qué podemos decir de bueno? Cailee Spaeny interpreta genuinamente a la mujer del artista que más discos ha vendido en todo el mundo. Su mirada, con esos ojos que hablan por sí solos, transmiten de una forma transparente su estado de ánimo. La inocencia y la dulzura de una cría que saltó a la fama quedando en la sombra del foco de su marido. La Copa Volpi por mejor actriz en el Festival de Venecia está más que justificada.

También su diseño de producción, dirección de arte, vestuario, maquillaje y peluquería son joyas visuales, que ya forman parte del imaginario de la directora como vimos en otras películas suyas: Marie Antoinette, por ejemplo. Otro de los elementos que no podían faltar en una película de Sofia Coppola es un soundtrack calculado y preciso que combina a la perfección con la secuencia de las escenas.

¿Lo peor? Un final muy guillotinado, donde falta narrativa y elementos que ayuden a acrecentar el ritmo de la trama. La primera parte es de una calidad superior a la segunda. Mientras vemos el cambio «de niña a mujer» que diría Julio Iglesias, no tenemos constancia de la mujer que fue Priscilla sin Elvis.

La sensación de decepción es grande, aparecen los créditos y vuelves a casa pensando: ¿es esta la misma directora que me conquistó el alma con The Virgin Suicides y Lost In Translation?

 

 

 

 

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Rafael Recuenco Gutiérrez es graduado en periodismo por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Rafael Recuenco Gutiérrez

 

 

Imagen destacada: Priscilla (2023).

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