El filme del mítico realizador estadounidense de origen austriaco Billy Wilder —y el cual data de 1950— constituye una feroz crítica moral y audiovisual a los grandes estudios de Hollywood, que endiosaban a sus artistas más importantes, para luego dejarlos caer en el más espantoso y miserable olvido.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 11.1.2021
Probablemente sea la película que mejor representa al cine dentro del cine, particularmente la época dorada de Hollywood, mediante un largo racconto en la voz de un muerto (Joe Gillis) dirigiéndose al espectador en tercera persona para luego interiorizarnos con su relato en primera persona.
«Nadie abandona a una estrella», dice Norma Desmond (alter ego de Gloria Swanson), frase significativa de una actriz del cine mudo de los años 20, que contrata a un guionista mediocre para pulir una historia que ella misma ha escrito y supuestamente marcará el regreso a sus días de esplendor.
El guion y diálogos de Charles Brackett son fabulosos, en parte un homenaje al cine clásico, pero a la vez un cruel retrato de la industria, de los egos desmesurados, de las cárceles que rondaban a esos mundos ilusorios.
Resulta paradojal que la historia sea relatada por un guionista, ser invisible para el espectador, quizás el menos indicado para entender a una diva encerrada en su mansión llena de barrotes, coleccionista no sólo de objetos sino de personas (el mayordomo fue el director de sus primeras películas y también su primer marido) a las que Norma Desmond desea mantener orbitando alrededor de su vida.
En el presente (1950) ella ha cumplido los 50 años y el cine sonoro la ha enterrado en el olvido. «Las estrellas no tienen edad», insiste, sumida en ensoñaciones que serán la antesala de sus delirios.
Todavía se siente el centro del universo, mientras el mayordomo se ha rebajado a un papel secundario (incluso alentando la relación amorosa con Joe Gillis) debido a que para Max von Mayerling (alter ego de Erich von Stroheim) ella sigue siendo su musa.
El director nunca abandonó a su estrella y alienta la fantasía de que Norma Desmond volverá a rodar con Cecil B. DeMille, productor que la llevó al estrellato y que en la actualidad continúa haciendo cine, ahora sonoro y en colores.
Gillis, en cambio, ha renunciado a sus sueños (incluso al amor que siente por una joven) debido a que más que guionista se ha convertido en un gigoló, un mero objeto extirpado de la realidad. Gillis se rebela e intenta huir de la cárcel impuesta por la actriz (la mansión decadente), pero ella le dispara y cae muerto en la piscina.
Su intento por abandonar a la estrella ha sido aniquilado por el ego y los celos de Norma Desmond. Acude la policía y la diva, ante la presencia de las cámaras de reporteros, imagina que está en el plató de un estudio. El posesivo mayordomo (titiritero de esta macabra función) ha instalado las luces y filma los últimos instantes de este enfermizo amor por el pasado.
La película de Wilder constituye una feroz crítica a los grandes estudios de Hollywood, que endiosaban a sus artistas para luego (ni siquiera el dinero podía impedirlo) dejarlos caer en el olvido.
El primer plano final a Gloria Swanson (con su impronta exagerada de cine mudo) es de un sadismo despiadado. Su fisonomía perturbada nos impide despertar de esta pesadilla que podría haber sido filmada por el propio Erich von Stroheim, director megalómano que siempre se excedió en el metraje de sus películas.
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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.
Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014), El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015), además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).
Su último libro puesto en circulación es la novela Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020).
Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Gloria Swanson, en El crepúsculo de los dioses (1950).