Con su nueva novela el autor magallánico transita magistralmente por sentimientos que son universales, y desde allí se vuelca a la otredad y nos insta a reflexionar, nos acerca a la muerte, a ese trascendente estado, pero, asimismo, surca por caminos más invisibles que escapan a la comprensión intelectual.
Por Gioconda Martínez González
Publicado el 9.6.2022
Estamos en presencia de una obra que está muy cerca de temas que siempre nos interpelan: la vida y la muerte. Así, la lectura de este libro es sorprendente, y siendo un texto breve, es de gran interés, de una curiosidad que remece el alma. Sus páginas son de un fuerte contenido, de un «vaciarse» en todo el sentido de la palabra.
De esta forma, el autor es capaz de revelar sus íntimos pensamientos, a la vez que ellos avergüenzan al lector y logran que nos avergoncemos de nuestras acciones veladas de amor fraterno. En cada capítulo se percibe que se confiesan pecados personales, que muchos y muchas tenemos en el pensar, en el decir y en el hacer … y el narrador va quedando desnudo… expuesto.
Mihovilovich transita magistralmente por sentimientos que son universales, y desde allí se vuelca a la otredad y nos insta a reflexionar, nos acerca a la muerte, a ese trascendente estado, pero, asimismo, surca por caminos más invisibles que escapan a la comprensión intelectual.
Los mágicos hilos del amor
Destaco el relato emotivo que el autor hace de su nieto Mikael. Es cierto: la vida nos perturba, pero también nos brinda la oportunidad de superar nuestras propias intolerancias y prejuicios.
Un capítulo relevante es el número veinticuatro, con profundas, sensibles y creativas interrogantes que van demandando a Vicente, hermano del narrador, un anhelo de respuestas.
En fin, de la lectura se desprende en quien lo aprecia la continuidad de la búsqueda sobre este tema: es una de las dos certezas que tenemos los seres humanos, nada es fácil, y reviven el dolor y el desgarro de la partida de tantos, y en lo personal, del pequeño ángel que nos visitó por tan breves momentos, de aquellos tristes y sencillos versos que surgieron para mitigar la pena.
Los escritos de arcaicos libros, nos hablaban acerca del pensamiento de aquellos seres que han pasado a otros planos, y de la permanencia de ellos en nuestras vidas, constituyendo una fuerza y una vigencia en el desarrollo de quienes fueron sus cercanos.
Es, quizás, una de las razones que hacen sentir que Vicente, el personaje hermanable, no ha muerto, pues quienes se han separado por unos instantes de su corporeidad, quedan unidos por siempre con los mágicos hilos de amor.
En mi modesta opinión, este libro es un tributo a un ser muy especial que, supuestamente, ha partido. Un personaje que marca la vida del narrador entre un antes y un después, lo humaniza, nos humaniza, y por ello es una lectura profunda y sencilla que se agradece.
Ya los antiguos sabios intuían que acercarse a la muerte es tocar los pliegues de la verdad: esa es una de las enseñanzas vitales de este libro conmovedor.
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Gioconda Martínez González es profesora normalista, exdocente de Liceo Experimental Artístico y de Talleres de Desarrollo de Talentos Artísticos en la Universidad de Santiago de Chile para estudiantes y adultos mayores. Intérprete de danzas folklórica chilenas y latinoamericanas, participó en talleres de formación para profesores en derechos humanos, de la Vicaría de Pastoral Social. Actualmente, es integrante del Centro Cultural Latinoamérica.
«Tu nuevo Anticristo», de Juan Mihovilovich (Simplemente Editores, 2022)
Gioconda Martínez González
Imagen destacada: Juan Mihovilovich.