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[Crítica] «Virus»: El apocalipsis, ahora

En su época (1980) el filme del realizador japonés Kinji Fukasaku fue visto como una obra audiovisual intrigante, la cual mezcla territorios, lenguas y culturas con destreza y quizás por tratarse de una creación nipona, disfrutamos en ella del uso medido del plano americano.

Por Darwin Rodríguez Suazo

Publicado el 28.2.2022

Virus, de 1980, es considerada una película insigne en el imaginario postapocalíptico. En efecto, una de las virtudes del film es que hallada su contextura estética, profundiza y desenvuelve su trama con excepcional naturalidad. No es un logro menor, tratándose de una cinta de ciencia ficción.

Además de que su canción inicial es verdaderamente hermosa. Se llama You Are Love (Toujours Gai Mon Cher), de Janis Ian. Ni hablar de las magníficas tomas de la Antártida y de las estepas y montañas de Kazajistán.

Y a pesar de sus más de dos horas de duración, en pocos minutos logra sumergirnos en vertiginosos acontecimientos:

Es 1981 y todos los experimentos de ingeniería genética para crear nuevos virus han sido detenidos por acuerdos internacionales. Sin embargo, a inicios de 1982, en Leipzig, Alemania del Este, inesperados sucesos conducen a que ya para el otoño de ese año la humanidad haya simplemente desaparecido, dejando únicamente a 863 personas con vida en la Antártida.

 

El imaginario artístico de la ciencia ficción

Diciembre de 1983. El Nereida, submarino atómico inglés, navega la Bahía de Tokio, en Japón.

El submarino lanza una sonda de vigilancia al exterior. Yoshizumi, científico japonés, trabaja en una teoría capaz de predecir terremotos. Las imágenes que llegan de la sonda muestran un Tokio devastado, destruido. Yoshizumi se conmueve. La tripulación se compadece.

Se trata de un virus que aun sigue activo, como lo comprueban los análisis de muestras de aire que realizan en el Nereida. Es un virus imitativo (mimic, en inglés), que se adhiere a los virus existentes, como la polio, la influenza o la gripe, incrementando su toxicidad y sus niveles de reproducción.

Dice un personaje: «Ataca tan fuerte y se multiplica tan rápido, que sencillamente supera a cualquier vacuna conocida».

En su época, Virus fue vista como un filme intrigante, mezcla territorios, lenguas y culturas con destreza y quizás por tratarse de una creación japonesa, disfrutamos en ella del uso medido del plano americano. Además, es una película que incorpora con sutil sentido del humor el factor mass media, sin abandonar sus posibilidades críticas.

Reflexiona un personaje: «La historia nos demuestra que la mente racional no siempre es un requisito para estar en el poder».

Curiosamente, Chile tiene una breve pero relevante participación en el filme, debido a su presencia en el territorio antártico. Y esto no fue solo en el guion.

Tampoco deja de ser interesante que el imaginario postapocalíptico tenga un desarrollo sostenido en la literatura sudamericana de ciencia ficción. En Concepción, por ejemplo, tal tópico ha sido estudiado con gran especificidad por Alexis Figueroa en su texto El imaginario postapocalíptico en el arte penquista actual, del año 2013.

A ello debemos sumar el excelente trabajo de la editorial porteña Puerto de Escape, abocada a una multiplicidad de temas, formas y estilos propios del género. Por último, tenemos el libro Historia de la ciencia ficción latinoamericana II. Desde la modernidad hasta la posmodernidad, editado por Teresa López-Pellisa y Silvia G. Kurlat Ares en el año 2021.

 

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Darwin Rodríguez Suazo (Tomé, Chile, 1988) tiene estudios de sociología en la Universidad de Concepción y de literatura hispanoamericana contemporánea en la Universidad Austral de Chile. Ha escrito en Latin American Literature Today Journal (Nº21), en la Revista Chilena de Semiótica (Nº16), Revista Trilce y en los periódicos electrónicos Cine y LiteraturaCritica.cl y LetrasS5.

 

 

Tráiler:

 

 

Darwin Rodríguez Suazo

 

 

Imagen destacada: Virus (1980).

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