La autora chilena Natasha Valdés derrocha su fuerza lírica y la potencia de su voz para sacudirnos el polvo de esa decadencia antropomorfa que ha contaminado y sigue ensuciando a los buenos animales sin propiedad privada ni vanos proyectos a futuro inmediato o a largo plazo.
Por Edmundo Moure Rojas
Publicado el 22.4.2024
Los apólogos y las fábulas traían enseñanzas ejemplificadoras con animales como protagonistas y personajes. Esto viene de antiguo. Narrativa breve y didáctica, surgida en el supuesto de la conjunción de dos virtudes zoológicas esenciales: sabiduría inmanente e inocencia no contaminada con lo humano; es decir, desprovista de segundas intenciones, descartadas la traición y el doble estándar.
La Biblia nos enseñó algo diferente: el reino animal —salvo el bípedo más brutal de todos— estaba al servicio del «rey de la creación» (la reina, por entonces fuera del lenguaje). Esta prerrogativa dio pábulo para usos y abusos, comenzando por el derecho de comernos a nuestros semejantes inmediatamente «inferiores», para concluir en su utilización como medios de defensa y de entes productivos.
Natasha Valdés (Santiago, 1956) gran poeta nuestra, como advierte Rodríguez Aranís (aunque ya lo sabíamos, desde 1984, a lo menos, con amorosa poesía y asombrada admiración), despliega y ensancha, en estos textos de su libro, a través del relato y el poema, los alcances del amor a los animales llamados domésticos, sobre todo, pero también a los otros: leones o panteras, no para moralizar con viejos recursos estéticos, sino para deslizar, con un lenguaje esclarecido, siempre poético, advertencias dirigidas a quienes omiten o ignoran expresamente la presencia activa de estos sujetos que deben ser compañeros, amigos y apoyos afectivos del ser humano. Agudeza, humor a ratos filoso y punzante, lenguaje vivo en permanente conmoción.
La artista que es Natasha Valdés derrocha su fuerza lírica y la potencia de su voz para sacudirnos el polvo de esa decadencia humana que ha contaminado y sigue contaminando a los buenos animales sin propiedad privada ni vanos proyectos a futuro inmediato o a largo plazo.
Fusión afectiva y sensorial con estos semejantes
Nietzsche abraza al caballo apaleado por su dueño en una calle de Turín; lo abraza y llora con él la desventura nihilista de lo humano, la impotencia de toda misericordia frente al prurito de la aniquilación.
La piedad de Natasha se manifiesta de un modo contestatario, valiente y sin lloriqueos de moralina burguesa; lo suyo tampoco será la filosofía caricaturesca de la mascota semi embalsamada en que muchos pretenden transformar a los compañeros videntes de Baudelaire o a los camaradas aventureros de Thoreau en los bosques de Walden. Tampoco recurre a la humanización silenciosa de Platero, en el Moguer andaluz de Juan Ramón Jiménez.
Zoología amorosa es un libro de varias lecturas posibles; como lo es la propia poeta, si se me permite la digresión; a partir del desdoblamiento del hablante lírico o narrativo, de su fusión afectiva y sensorial con estos semejantes, en sentidos esenciales, con los que nos une algo más —mucho más— que la simple clasificación en reinos o especies o fracciones de ese universo que los seres humanos hemos inventado a partir del antropomorfismo que rechazaba Maeterlinck luego de sus estudios fenomenológicos sobre las abejas y las hormigas.
Nueva visión de esta querida poeta que vive en su casa de Valparaíso, acompañada de sus canes y de sus felinos, conviviendo con ellos, protegiéndolos y compartiéndoles esa poesía que la acompaña las veinticuatro horas del día, alejándola, en buena medida, de las injurias de este mundo demasiado humano.
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Edmundo Moure Rojas (1941) es un escritor, poeta y cronista, que asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano.
Además fue el gestor y el fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.
Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Sus últimos títulos puestos en circulación son el volumen de crónicas autobiográficas Memorias transeúntes y la novela Dos vidas para Micaela.
Imagen destacada: Natasha Valdés.